miércoles, 30 de agosto de 2023

Giorgia Meloni cierra la puerta a los extranjeros para dirigir los museos italianos

 

«¿Se ha visto alguna vez un no francés en el Louvre?», justifica el polémico Vittorio Sgarbi, subsecretario de Cultura

Los directores de museos en Italia con reconocidas carreras internacionales, pero extranjeros, cuyo nombramiento impulsó en 2015 el ex ministro de Cultura socialdemócrata Dario Franceschini, no serán renovados. A partir de ahora, para ser director de una pinacoteca pública en el país transalpino será necesario ser italiano.

La confirmación llegó esta semana a través del subsecretario de Cultura, Vittorio Sgarbi. “¿Por qué tengo que poner a un extranjero al frente de los Uffizi? ¿Se ha visto alguna vez un no francés en el Louvre?”, se preguntó el excéntrico y siempre polémico crítico de arte, mano derecha de Gennaro Sangiuliano, ministro de Cultura en el Gobierno de Giorgia Meloni.

Sgarbi, amigo íntimo del desaparecido Silvio Berlusconi, ya había anunciado en enero su intención de “modificar” los criterios de selección de candidatos para ponerse al frente de los grandes museos italianos desatando de nuevo la polémica en torno a la dirección de una decena de pinacotecas italianas, cuya renovación está prevista para los próximos meses. “En particular estamos pensando en actualizar la composición de las comisiones convocadas para juzgar a los candidatos”, dijo entonces.

La actual comisión, aseguró el subsecretario, “nació para responder a la idea de reforma de Franceschini, que pretendía abrir las puertas de los grandes museos independientes a directores extranjeros. Y lo logró nombrando a muchos de ellos. Para la próxima convocatoria pensaremos en comisiones cuyos miembros estén más vinculados al territorio”, añadió.

De hecho, gracias a la idea del ex ministro Dario Franceschini de dar prioridad al curriculum frente al carnet de identidad, en 2015 fueron nombrados siete expertos extranjeros –tres alemanes, dos austriacos, un británico y un francés- para dirigir algunas de las principales pinacotecas públicas del país transalpino, junto a otros 13 italianos, la mayoría de estos últimos con una amplia experiencia internacional al frente de organismos culturales de Estados Unidos o Francia. Todos ellos fueron elegidos a través de un largo proceso de selección y examinados por una comisión de expertos independientes.

Su elección dividió a políticos y gestores culturales en Italia porque la 'revolución' de Franceschini abrió por primera vez las puertas de algunos de los polos culturales más importantes del país a extranjeros expertos en historia del arte, gestión cultural o arqueología de reconocido prestigio internacional cerrando así una etapa de dominio italiano. El cambio más llamativo fue el relevo en la Galería de los Uffizi de Florencia, que pasó a estar dirigida por el alemán Eike Schmidt, experto en arte florentino, en sustitución del italiano Antonio Natali.


 

CINE Festival de Venecia Pablo Larraín: "Pinochet y Franco no fueron grandes mentes, fueron más malvados que inteligentes"

 

A los 50 años del golpe de Estado en Chile, el director presenta hoy jueves 'El conde', una revisión de la figura de Augusto Pinochet en clave de farsa fantástica

Pablo Larraín (Santiago de Chile, 1976) llegó a Venecia sin maletas. No era tanto una decisión arrebatada o poética, como un problema del aeropuerto. Pero quién sabe si ese gesto, el de presentarse a un país extraño con lo puesto, no encaja con el destino más íntimo de su última película. El conde, que se estrena al día siguiente de este encuentro que nos ocupa, es su trabajo más arriesgado, más desnudo y, en su esencia, más provocador. Tras ocuparse del periodo más negro de Chile de todas las formas posibles en películas como Tony Manero, Post mortem o No, ahora le da la voz al mismísimo Pinochet. Y se la da en una fábula fantástica y bufa en la que el dictador y genocida no es otro que un vampiro, un monstruo maldito y bendecido a la vez con el don de la inmortalidad. Y todo ello, a 50 años del golpe de Estado que inició una de las más brutales dictaduras y cuando se acaba de conocer la sentencia por el asesinato del cantautor Víctor Jara. "Ya me las han traído", dice. Habla de las maletas.

¿Cuándo empezó a fantasear con la idea de transformar a Pinochet en un vampiro volador?

La idea vino de unas fotos de Pinochet y sus generales en blanco y negro en las que aparecen con capas. Son fáciles de encontrar. Probablemente, era una forma absurda de mezclar el tema vampírico con un elemento de la cultura pop, como alguien que puede volar. Pero la idea viene de antes y obedece a una cadena de razonamiento muy simple: Pinochet murió libre en la más completa impunidad y millonario. La impunidad crea la eternidad. En realidad, es como si no hubiera metáfora. No hay nada más que añadir.

¿Qué hace diferente el caso chileno del argentino o el uruguayo?

Acabamos de ver la película de Santiago Mitre Argentina 1985. Ellos fueron capaces de poner a la junta militar en la cárcel. Es así como una sociedad asiste a una curación a través de la justicia. Hay un pacto para que eso no vuelva a ocurrir. Eso no sucedió en Chile. Se cumplen 50 años del golpe de Estado y la figura de Pinochet está ahora más viva que nunca. Es una enorme fractura en mitad de la sociedad. Todavía hay un tercio de la población chilena que piensa que Pinochet fue un gran hombre y lo que más les duele es que haya sido un ladrón, no un violador sistemático de los derechos humanos.

¿Podría la película ser un primer paso...?

No, eso son palabras mayores. Se trata de solo una película, un objeto cultural que a lo único que aspira es a dejar una huella en la memoria. Cómo repercuta en los demás es imposible saberlo.

Sin embargo, y pese a la impunidad de la que habla, hemos asistido al juicio reciente por el asesinato de Víctor Jara.

Sí, hace solo dos días. Y uno de los condenados, como se sabe, se suicidó en su casa cuando fueron a llevarle a la cárcel. Por supuesto que ayuda ya que es un caso muy emblemático. Pero solo es uno entre miles muertos y desaparecidos que fueron torturados, asesinados o expatriados. Y no ha habido aún responsables. No sabemos quiénes cometieron esos crímenes. Hay alguna forma puntual de justicia, pero no es una justicia digamos sistemática. Es especialmente evidente en el caso del propio Pinochet y sus generales que fueron protegidos después de que abandonaran el poder.

Lo que le duele a una parte de los chilenos es que Pinochet haya sido un ladrón no un violador sistemático de los derechos humanos

 Digamos que la herida permanece abierta...

Sin duda. Tengo hijos y me preguntan porque me molesto en hacer una película sobre Pinochet y además en blanco y negro. No sé cómo evolucionará la historia, pero el cine es la mejor máquina del tiempo que hemos creado. Y por eso hago esta película.

Pero no parece que la historia no enseñe nada cuando Meloni o Bolsonaro, por ejemplo, llegan al poder. ¿No se siente derrotado?

Me sentiría derrotado si quisiera hacer algo y no pudiera. Lo que ocurre hoy es que han cambiado los modales. Ahora ya no es alguien con una esvástica y con el brazo en alto gritando. Ahora, la extrema derecha viene con una sonrisa y el traje de liberal. Y luego llega el miedo y, por último, la violencia. Pero la derrota solo llega cuando son más fuertes que tú y no te dejan hablar o rodar.

¿Por qué pensó que la sátira era la forma adecuada?

Todas las demás formas podrían crear empatía. Y eso no lo podíamos permitir. Pienso en lo que hizo Stanley Kubrick en Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?'. Pinochet nunca ha sido filmado antes. Ni en el cine ni en la tele. La farsa permite el distanciamiento y el blanco y negro aporta el tono de fábula que buscaba.

El mayor legado de Pinochet es que obligó al país a experimentar un capitalismo completamente salvaje sin límites ni reglas

 

¿Qué reacción espera en Chile ante su película?

Imagino que los que aún apoyan al dictador la considerarán una ofensa. Y considerarán que la película pasa por alto todas las supuestas maravillas que consiguió, como el exterminio de todo el que pensaba diferente o la eliminación de los que amenazaban su modo de vida. Es curioso, pero los que le protegían quedaron en 'shock' cuando se conoció que tenía millones de dólares en cuentas repartidas por todo el mundo y que su modo de operar era el de un narcotraficante más.

"A un soldado se le puede llamar asesino, pero no un ladrón", ironiza la película.

Un elemento que se suele pasar por alto es el de la codicia. El mayor legado de Pinochet es que obligó al país a experimentar un capitalismo completamente salvaje sin límites ni reglas. Y eso acabó por crear una sociedad tremendamente codiciosa, glotona con el dinero. Pinochet nos convirtió en héroes de la avaricia. El ejército, la policía, la marina, la fuerza aérea, los empresarios... vivieron o algunos aún viven de las empresas creadas en la dictadura solo preocupadas por el dinero, por más dinero.

¿Pero no teme que puede ser reduccionista o consolador convertir al dictador en simplemente un monstruo singular?

Sí, él, como Franco, a cuyo funeral fue (téngase en cuenta que él viajó poquísimo por miedo a que le detuvieran. Pero a España fue); decía que Pinochet como el dictador español no fueron grandes mentes y responden más al patrón de ser más malvados que inteligentes. En realidad, él fue un monstruo consentido y apoyado por las clases altas. Fueron un poco marionetas de otros y ellos se dejaron por puro interés, no por convencimiento de ningún tipo.

En la película aparece, no diremos cómo, Margaret Thatcher...

Pinochet ayudó, en vez de al país vecino, al Reino Unido en la Guerra de las Malvinas facilitando información. Ella se convirtió en una especie de ángel guardián. Pero no es la única. Si piensas en cómo políticos como Nixon o Kissinger apoyaron a Pinochet, caes en la cuenta de que trataron a los chilenos desde un óptica muy condescendiente, como siempre trataron a los países de Sudamérica, como a esos pobres campesinos. Y así aparece ella retratada.