lunes, 10 de abril de 2017

Descubren en Roma el acueducto más antiguo del mundo



Los arqueólogos dan con la obra durante los trabajos de construcción de una línea de metro
MÒNICA BERNABÉRoma
El hallazgo ocurrió por casualidad y como suele suceder en la capital italiana: haciendo unas simples obras. Pero lo que los arqueólogos descubrieron esta vez puede tener una importancia capital: habrían localizado el acueducto romano más antiguo encontrado nunca, correspondiente ni más ni menos que al siglo III a. C.El acueducto se sitúa a la altura de la actual plaza Celimontana, a unos pocos centenares de metros del Coliseo, y a una profundidad de veinte metros bajo tierra. Los arqueólogos consiguieron dar con él, porque se está construyendo una nueva línea de metro en esa zona, que ha permitido excavar a tal profundidad. De hecho, la arqueóloga Siomona Morretta detalló al diario Corriere della Sera que los trabajos de excavación se iniciaron hace más de dos años para abrir un conducto de ventilación de 32 metros de diámetro en una superficie que abarca 800 metros cuadrados.


"Sólo gracias a las perforadoras de hormigón para la apertura del túnel del metro, hemos podido bajar a esa profundidad y estudiar por primera vez toda la estratigrafía de Roma", insistió la arqueóloga. "Es decir, a partir de las casas que existen en la actualidad, hemos ido descendiendo hacia abajo hasta localizar una tumba con objetos funerarios que datan de la Edad de Hierro, y otros del siglo X y principio del siglo IX antes de Cristo", detalló.Los arqueólogos no saben precisar todavía de dónde provenía el acueducto exactamente, y hacia dónde se dirigía. No obstante, creen que se podría tratar del denominado Acqua Appia, el primer acueducto que se edificó en Roma, y cuya construcción tardó decenios. "Se sabe que el Acqua Appia era profundísimo, y el que hemos encontrado también lo es", destacó Morretta.Un tramo de diez metros del acueducto ha sido desmontado bloque por bloque, catalogado y almacenado en superficie, con el objetivo de montarlo de nuevo en otro lugar para que se pueda visitar. "A veinte metros de profundidad, es imposible que nadie lo pueda ver. Sería necesario reubicarlo entero en otro lugar en un futuro", opinó la arqueóloga.