martes, 25 de junio de 2019

Una carta inédita informa del exitoso regreso de Colón de las Indias


  La misiva se ha localizado en el Archivo Histórico de la Nobleza acompañada de un segundo documento que aborda la necesidad de entendimiento entre los reinos de Castilla y Portugal


Una carta inédita informa del exitoso regreso de Colón de las Indias

El 3 de agosto de 1492 Cristóbal Colón salió del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) con destino a las Indias, un viaje del que regresó con éxito, como se informa en una carta inédita que, más de cinco siglos después, ha visto la luz en Toledo.
La misiva se ha localizado en el Archivo Histórico de la Nobleza, especializado en la conservación y recogida de fondos nobiliarios, acompañada de un segundo documento que aborda la necesidad de entendimiento entre los reinos de Castilla y Portugal para hacerse con el control de los territorios descubiertos.
El 3 de agosto de 1492 Cristóbal Colón salió del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) con destino a las Indias
Se trata de dos cartas de carácter diplomático, escritas en portugués y dirigidas por el rey Juan II de Portugal a Fernando el Católico, en la primera de las cuales el monarca luso informa “sobre la venyda del almyrante de las Yndias” -como reza en castellano en el dorso- tras su llegada a Lisboa.

La directora del Archivo Histórico de la Nobleza, Aranzazu Lafuente Urién, explica, en una entrevista con Efe, que son dos documentos “originales e inéditos” de los que, hasta el momento, se desconocía su existencia porque no estaban registrados en los inventarios.

Ambas misivas se han encontrado durante los trabajos de tratamiento técnico de los fondos de la familia Maldonado, que fueron depositados en comodato en este archivo en 2010 y a la que Lafuente agradece su confianza.


El 3 de agosto de 1492 Cristóbal Colón salió del puerto de Palos de la Frontera con destino a las Indias, un viaje del que regresó con éxito, como se informa en una carta inédita que, más de cinco siglos después, ha visto la luz en Toledo
El 3 de agosto de 1492 Cristóbal Colón salió del puerto de Palos de la Frontera con destino a las Indias, un viaje del que regresó con éxito, como se informa en una carta inédita que, más de cinco siglos después, ha visto la luz en Toledo (Ismael Herrero / EFE)
Subraya que estaban en el archivo de los condes de Villagonzalo, entre los documentos de Rodrigo Arias Maldonado, experto en leyes y miembro del Consejo Real de Castilla, del que los historiadores destacan que “no había asunto legal importante que no pasara por sus manos”, enfatiza la directora.

Asegura que ambas cartas se pueden considerar el inicio de las relaciones diplomáticas entre Portugal y Castilla, que posteriormente darían lugar a la firma del Tratado de Tordesillas, en virtud del cual ambos reinos se repartieron las zonas de navegación y conquista del océano Atlántico y del Nuevo Mundo.
La primera misiva hallada -fechada el 3 de mayo de 1493- es el primer documento oficial en el que se dice que Colón ha llegado a tierra tras volver “con éxito” de su viaje a las Indias y, en ella, el rey Juan II señala que enviará a un embajador a la Corte de Barcelona.


El 3 de agosto de 1492 Cristóbal Colón salió del puerto de Palos de la Frontera con destino a las Indias, un viaje del que regresó con éxito, como se informa en una carta inédita que, más de cinco siglos después, ha visto la luz en Toledo (Ismael Herrero / EFE)
“Muy alto y muy excelente poderoso príncipe hermano (...) llegó aquí, con fortuna de mar, a nuestro porto de la ciudad de Lisboa, don Cristóbal, vuestro almirante, que holgamos mucho de ver y mandar tratar bien por ser cosa vostra”, traduce Lafuente Urién. El otro documento, fechado el 23 de mayo del mismo año, es la continuación de las relaciones entre ambos reinos y en él se habla de la llegada a Lisboa de un embajador por parte de Castilla.

También de que el rey portugués da orden “para que ninguna carabela y navío de nuestros reinos y fuera de ellos vayan ahora y nuevamente donde Cristóbal Colón” y de que hay que parlamentar para “limitar los mares, islas y tierras vuestras y nuestras”, según traduce la directora del archivo.
Resalta que cualquier información relativa a Colón es “muy especial” porque todo lo que existe sobre su historia y el descubrimiento de América es “muy parcial y residual”, de manera que cualquier documentación que aparezca se considera “un gran hallazgo”, que puede “dar pistas” sobre aspectos desconocidos.

La primera misiva hallada -fechada el 3 de mayo de 1493- es el primer documento oficial en el que se dice que Colón ha llegado a tierra tras volver “con éxito”

Hace hincapié en que la primera de las cartas es del 3 de mayo de 1493 y no del 4 de marzo, como se pensaba inicialmente, y en que este cambio de fecha es “muy importante”, ya que plantea la revisión de “muchas cuestiones”. Por ejemplo, recalca que “no tendría sentido” que el rey de Portugal avisara el 3 de mayo de que iba a mandar a la Corte de Barcelona a un embajador cuando, según la historiografía, este embajador estaba en Barcelona el 3 abril.
Y continúa indicando que también “llama poderosamente la atención” cómo en veinte días -la diferencia de una misiva a otra-, pudieron ir los embajadores de Lisboa a Barcelona y viceversa, en pleno siglo XV. Remarca las dificultades para averiguar la procedencia de las cartas porque aparecieron junto a otros documentos de la época que han tenido a los expertos “muy despistados”.
Pero, finalmente, se ha conseguido identificarlas y se han presentado en el acto conmemorativo del 525 aniversario de la firma del Tratado de Tordesillas, que tuvo lugar el segundo fin de semana de junio en esta localidad vallisoletana. Un tratado firmado el 7 de junio de 1494 que permitió a estas dos grandes potencias internacionales repartirse el ‘nuevo mundo’.


El Prado une a Velázquez y Rembrandt contra los nacionalismos en el arte


El Museo del Prado inaugura una exposición sobre los tres maestros que demuestra que en Europa existe el sustrato de una cultura común
Durante años se había reivindicado un arte patrio. Una pintura que respondía a las esencias de cada país. Velázquez resumía España y lo español, y Rembrandt, Holanda y lo holandés. Esta concepción de la historia del arte nació durante el siglo XIX, cuna de los nacionalismos europeos, y desde entonces se ha difundido con éxito hasta hoy. Pero la observación atenta de la realidad refuta totalmente esta convicción que ha calado en la mentalidad de las distintas sociedades a base de repetirse sin parar y convertirse en un lugar común. El Museo del Prado dedica ahora una muestra, con motivo de su bicentenario, que deroga esa idea bien asentada y prueba que solo es un tópico y que, como todos ellos, está sustentado muchas veces en una visión errónea. La exposición «Miradas afines», que reúne a los diferentes artistas de finales del siglo XVI y XVII, compara a Velázquez, Vermeer y Rembrandt, y demuestra que entre estos maestros existen más semejanzas que diferencias. Los tres beben de las mismas fuentes y comparten los mismos criterios a la hora de abordar la composición, los temas e, incluso, la pincelada. El comisario, Alejandro Vergara, explica que se habían formado unas raíces únicas, y que «todos estaban influenciados por Italia, estudiaban con los mismos libros, aprendían en talleres y trabajaban para ciertos clientes».


Creadores independientes

Pero, ¿de dónde proviene esta idea? Él mismo aclara que «la historia del arte se ha fijado en las diferencias a partir del siglo XIX, que es cuando emergen los nacionalismos. Estos movimientos sociales y artísticos consideran que la geografía y el tiempo son los que definen a las personas y sus caracteres, y el arte es una manifestación de estas diferencias. Pero no es cierto. Si existen es más por la aportación personal de un creador, no por pertenecer a una nación». Y para respaldar su teoría, desafía ahora al público a que venga a la exposición y pueda compar los lienzos que se exhiben: «Encontrarán que entre los españoles y los holandeses de esa época se ven muchos paralelismos». Y extrae una frase que pronunció Ortega y Gasset, que también suscribía su razonamiento: «La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura Europea».
La conjetura de Alejandro Vergara proviene de la experiencia, de la mirada reiterada de las obras de arte a lo largo del tiempo. Pero, sobre todo, de la contemplación de dos cuadros muy conocidos. Unas piezas cuya observación pausada le inquietaron y que suponen el origen de esta exposición: «Vista del jardín de la villa Médici en Roma», de Velázquez, y «Vista de casas en Delft»,

de Johannes Vermeer. Estos paisajes, presentes en la pinacoteca, refuerzan esa concepción de que dos grandes pintores como ellos, que jamás se conocieron, ni tampoco coincidieron en sus respectivos trabajos, están en consonancia en unos gustos y unas preocupaciones. Estos óleos, de parecido formato y dimensiones, y sin apenas distancia temporal entre ellos, refuerzan el pensamiento de ambos: «Este montaje proviene de una experiencia vital, de una intuición. Siempre había oído afirmar las enormes diferencias que había entre los artistas, pero yo apreciaba, sin embargo, similitudes. Eso se confirma viendo pintura. Cuando se contempla esta pareja de cuadros, la callejuela, de Vermeer, y la Villa Médicis, de Velázquez, se ve que los dos están interesados en reflejar unos edificios decadentes, aunque son suceptibles de ser pintados. Pero es que los dos enfatizan la geometría, crean asimetrías similares, sus volúmenes son parecidos. Y esto es patente en unos artistas que no se han conocido, pero piensan igual. Se han desenvuelto en el mismo espacio cultural. Ello se comprueba al cotejar “El arte de la pintura”, de Vermeer y “Las Meninas”, de Velázquez, que son obras, de alguna manera, más ambiciosas. Lo que deseamos contar aquí –prosigue– es que, fundamentalmente, el relato que se ha impuesto desde el siglo XIX se convierte en un relato nacionalista y al ser nacionalista que cree en diferencias esenciales entre las personas por el lugar en que han nacido porque consideran que nos afectan la geografía y el clima».


La herencia clásica

Los pintores de esta época pintaban fijándose siempre en la herencia que habían recibido de centurias anteriores. Los artistas comenzaban a desarrollar su actividad pictórica deteniéndose en la antigüedad clásica, una de las corrientes que empujaba su talento, y cuyo legado descansaba sobre todo en Italia. De hecho, muchos de los artistas, como Velázquez, acudirían a este país para estudiar y aprender. Otro de los legados que determinó la atmósfera cultural en la que se desarrollaron sus profesiones, es el Renacimiento. Todo esto encauzó sus distintos estilos. Conviene tener presente que trabajaban para unos compradores, que estaban sujetos a los criterios estéticos vigentes. En los retratos de esta exposición se puede reconocer con facilidad cómo la mayoría de ellos, estén ejecutados por holandeses o españoles, poseen característica similares. «Ni Velázquez, ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la esencia de sus naciones, como se ha afirmado frecuentemente, sino unos ideales estéticos que compartían con una comunidad supranacional de artistas», concluye Alejandro Vergara.