miércoles, 23 de marzo de 2016

Roma se rinde ante «La Belle Époque» De Toulouse-Lautrec



al conocido pintor bohemio en el Museo dell’Ara Pacis con más de 170 litografías procedentes del Museo de Bellas Artes de Budapest (Hungría)
El artista francés Henry Toulouse-Lautrec (1864-1901) es considerado como uno de los cartelistas más famosos a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX; en aquella etapa tan intrínsecamente europea como fue la “Belle Époque”, producto de una prosperidad del Viejo Continente que acabará con el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Hoy, un siglo después, la Ciudad Eterna acoge al conocido pintor bohemio en el Museo dell’Ara Pacis con más de 170 litografías procedentes del Museo de Bellas Artes de Budapest (Hungría). La exposición, que recorre la actividad del artista bohemio desde el año 1891 al 1900; reúne lo mejor de la producción del francés, presente en la pinacoteca húngara. El evento, cuenta también con la presencia de fotografías y películas de comienzos del siglo XX que evocan la París de la “Belle Époque”.
La colección de litografías reunidas en Roma en honor al aristócrata bohemio se ha generado en las dos primeras décadas del siglo XX. La primera adquisición tuvo lugar precisamente en el año de la muerte del artista, en 1901. Con el pasar de los años, fueron comprándose más obras, sobre todo entre 1910 y 1915. Así pues, en un tiempo relativamente breve, se ha conformado una colección de gran importancia internacional, que hoy reúne dos tercios de la producción artística del pintor galo. “Organizar una exposición de este tipo en Roma ha sido un verdadero desafío”, afirmaba recientemente László Baán, director del Museo de Bellas Artes de Budapest.


La exposición se divide en cinco secciones temáticas. La primera, “Noches parisinas”, representa la época en la que el joven Henri, mediante la próspera ayuda de sus padres, se muda del Sur de Francia a la capital gala, concretamente al barrio bohemio de Montmartre; donde vivirá la vida nocturna de la París de finales del siglo XIX. En la sección titulada “Las divas” es donde se encuentra el más conocido de sus trabajos, “Moulin Rouge”, de 1891, donde aparecía la famosa bailarina de la época La Goulue. En “Las mujeres de la noche” se reúnen las obras pertenecientes al ambiente frívolo de los burdeles que Lautrec disfrutaba entre 1892 y 1895. En la sección “En el teatro” se puede reconocer la activa presencia del aristócrata galo en los ambientes dramáticos y, finalmente, el quinto apartado temático, “Con los amigos”, es el más personal, donde el pintor bohemio hace hincapié en los aspectos más relevantes de su vida privada, con especial miramiento a la equitación.

Toulouse-Lautrec nunca visitó Roma en vida. Sin embargo, el cineasta italiano Federico Fellini, dijo un día: “Antes de los hermanos Lumière, Lautrec adelantó los encuadres y los principios de la representación cinematográfica. Además, se sentía atraído por las personas despreciadas, por todos aquellos definidos como depravados. Este aristócrata desdeñaba el mundo sano y bello, y creía que las flores más hermosas y puras crecían en el terreno podrido”.


La peculiaridad del arte de Lautrec fue la humanidad retratada en los momentos cotidianos de diversión, de modo que cautivó a la burguesía francesa del momento. Será el barrio parisino de Montmartre su gran elemento de inspiración, ya que la mayor parte de su obra se encuadra precisamente en el retrato esencial de la vida nocturna de los locales de aquella zona: “La idea es representar un sujeto aún mejor de como lo haría su intrínseca naturaleza”, comentó él mismo en su época. Los protagonistas eran los cuerpos, las poses, la gestualidad: cantantes, actrices, payasas, acróbatas y bailarinas congeladas en una instantánea a través de sus actitudes más características.
En poco tiempo, el artista se convertirá en uno de los ilustradores más solicitados de la capital gala. Le encargarán carteles promocionales para funciones de teatro, bailes y otros espectáculos, sin olvidar portadas de importantes revistas de la época, como la satírica “Le Rire”. El célebre cartel “Moulin Rouge” (1891), será el que consagrará definitivamente a Lautrec en la técnica litográfica a través de un “Art Nouveau” (Modernismo) que ejercía de nexo de unión entre la decoración artística y la producción industrial.
József Rippl-Rónai (1861-1927), pintor húngaro contemporáneo de Toulouse-Lautrec, dijo una vez: “Amaba armar jaleo. Era un gran bebedor. Transcurría las noches fuera aunque me quedara a hablar con él hasta la última hora de la tarde. En cada uno de nuestros encuentros, no perdía la ocasión para invitarme a la imprenta de Ancourt, que él visitaba diariamente para trabajar en sus litografías. Después del ajenjo, el olor que más le gustaba era el de la imprenta”.
El pequeño Henri, cuando tenía 4 años, no veía la hora de celebrar, con toda su familia, el bautizo de su hermano pequeño. El problema fue que todavía no sabía escribir como para dejar un recuerdo en el registro de invitados, algo que probablemente alguien le hizo notar. Fue en ese momento, cuando tomará comienzo la carrera de un artista entregado al dibujo como elemento testimonial de su época: “¡Qué más da! ¡Dibujaré un buey!”.