Los Reyes inauguraron el Museo Picasso de Málaga
"Málaga se lo merecía, y Picasso también". De esta
manera ha resumido el Rey la impresión que le ha causado el Museo Picasso de
Málaga, La pinacoteca, que albergará 204
obras, entre pinturas, dibujos, esculturas, cerámicas y grabados, procedentes
de las colecciones privadas de Christine y Bernard Ruiz-Picasso, nuera y nieto
del artista, se une a las ya existentes en Barcelona y París, consagradas
también a la obra del malagueño. Picasso regresa así a su ciudad natal
El edificio que alberga el museo es en sí mismo una obra de
arte. Surgido de la colaboración de los arquitectos Richard Gluckman, Isabel
Cámara y Rafael Martín Delgado, mezcla tres estilos arquitectónicos:
Renacentista, barroco y contemporáneo. Además, en el sótano se encontraron
ruinas arqueológicas fenicias, romanas y medievales que también se pueden
visitar. Está ubicado en el Palacio de los Condes de Buenavista, en pleno casco
histórico de la ciudad. El Palacio fue declarado Monumento Nacional en 1939. La
financiación del Museo Picasso de Málaga (66 millones de euros), ha sido
asumida íntegramente por el Gobierno andaluz.
“Picasso llegó, muy temprano, a mi exposición en Percier, y
nos presentaron.” Era 1931 y las comillas son de las notas manuscritas de
Alexander Calder, el artista rememora el primer encuentro que tuvo con Pablo
Picasso cuando llegó a París y mostró por primera vez su obra no figurativa.
Picasso ya era todo un personaje en la capital francesa y Calder solo un recién
llegado. "Me enteré de que él había estado en la galería Vignon (acude a
las exposiciones nuevas con la esperanza de llevarse algo que pueda usar,
imagino) ¡qué malo soy!", escribió el escultor estadounidense sobre la
visita del malagueño en febrero de 1932 a otra de sus muestras, en este caso el
debut de sus móviles, organizada por Marcel Duchamp.
Desde el Museo Picasso París han viajado 44 obras, algunas
tan especiales como la gran escultura Mujer en el jardín (1930), una pieza de
más de dos metros de altura de hierro pintado en blanco, o Figura, una amalgama
de ganchos, cuerdas, clavos y una cuchara que el malagueño creó en 1935 por
puro divertimento y que sale de Paris en contadas ocasiones.
"Es un diálogo de dos grandes artistas que tienen
muchos puntos en común: ambos nacieron a finales del siglo XIX, sus padres eran
también artistas y los dos, aunque de formas distintas, renovaron el arte y
contribuyeron a la modernidad en el XX", ha comentado Émilia Philippot,
conservadora jefa de la colección del Museo Picasso-París, también comisaria
junto a su colega Claire Garnier y al director del MPM, José Lebrero.
Entre las 107 obras que integran la muestra, expuestas en
salas diáfanas en torno a conceptos como Capturar el vacío, Dibujar en el
espacio, En suspensión, La gravedad y la gracia o Cortar y plegar, pueden verse
trabajos sorprendentemente similares como Cercles et signes I, una tinta de
1930 de Picasso, y la escultura Wooden Bottle with Hairs (1943), de Calder.