Un nuevo trabajo esclarece las circunstancias de la hambruna
de 1958-1962 en China, la mayor en la historia de la humanidad.
ÁNGEL VIVASMadrid
Con su gusto por las metáforas y los eslóganes, Mao Zedong
sintetizó a finales de 1957 en la consigna del Gran Salto Adelante la necesidad
de que China se industrializara y avanzara económicamente. La economía china
-de nuevo las metáforas- caminaba sobre dos piernas, la industrial y la
agrícola, y toda la sangre de la segunda debía pasar a la primera; al contrario
que en Rusia, la industrialización de China se llevaría a cabo en el campo. El
método: colectivización de la tierra y organización del campesinado en comunas
militarizadas. El desbarajuste provocado en la economía por esa colectivización
forzosa e irracional de la tierra causó una hambruna que ha quedado como la
mayor de la historia de la humanidad: 45 millones de cadáveres (según las
últimas estadísticas). El Gran Salto Adelante se convirtió en el Gran Salto
Mortal para los chinos que padecieron aquella iniciativa delirante.
La cifra de muertos la da Frank Dikötter, autor del estudio
más minucioso y reciente sobre el asunto, La gran hambruna en la China de Mao.
Historia de la catástrofe más devastadora de China (1958-1962), que acaba de
sacar Acantilado. La gran hambruna fue, durante mucho tiempo, el gran secreto
del maoísmo. Sólo en 1988 el régimen se atrevió a dar la cifra oficial de 23
millones de muertos. El libro negro del comunismo, especie de Causa General
contra estos regímenes, apunta un máximo de 43 millones para el periodo
1959-61; y David Priestland, autor de una historia del comunismo (Bandera roja,
Crítica), entre 20 y 30 millones para el periodo 1958-61. El trabajo de
Dikötter, profesor de las universidades de Hong Kong y Londres, se basa, entre
otras fuentes, en archivos chinos recién abiertos y en entrevistas con
supervivientes del periodo. Un trabajo demoledor que se inicia así: "Entre
1958 y 1962 China descendió al infierno" y califica el Gran Salto Adelante
y la hambruna como el acontecimiento clave en la historia de la República
Popular de China y «uno de los mayores asesinatos en masa de la historia
humana».
Para que ocurriera esa catástrofe confluyeron varias causas.
La primera, la imperiosa necesidad de desarrollar rápidamente, quemando etapas,
un país atrasado (China, como Rusia, no era el país de capitalismo avanzado que
habían imaginado Marx y Engels para el surgimiento del socialismo). Además, la
tendencia suicida al voluntarismo y la ingeniería social, la fe inquebrantable
para mover montañas y el exceso de ideología que llevaba a preferir las
iniciativas del pueblo llano e iletrado sobre las ideas de los expertos. Más
aun, aquellos dirigentes con todo el poder en sus manos contaban con la
propaganda y la capacidad de falsear los datos cuando la realidad contradecía
sus previsiones y las montañas no se sometían a sus deseos. Un voluntarismo
visionario a prueba de bombas que llevaba a plantear metas inalcanzables, poder
monolítico, corrupción y miedo fueron los elementos de una tormenta perfecta
que acabó con 45 millones de chinos.
Además de ese cúmulo de causas, Mao veía a China como un
país pobre (inclinado, por tanto, a la revolución) y en blanco (ideal para
escribir en él). Sin olvidar las eternas luchas por el poder. El Gran Salto
Adelante era también una huida adelante para someter a sectores críticos que
cuestionaban el liderazgo de Mao y reivindicaban la dirección colegiada del
partido. Al proyecto de adelantar a Gran Bretaña en 15 años (luego serían
menos), síntesis del Gran Salto, se llega en un ambiente de autocríticas
humillantes, "seminarios de rectificación", purgas sistemáticas y
culto a la personalidad.Así se puso en marcha el proceso, tratando de sustituir
el capital por el trabajo (que llegaría a ser esclavo), dado que las masas
constituían la verdadera riqueza del país. China cayó presa de una fiebre por
los objetivos, con cifras de producción estratosféricas e irrealizables,
mientras los campesinos eran encuadrados en comunas y el país se militarizaba.
Al hambre se sumó la feroz represión política para todo el
que no cumpliera los objetivos, flaqueara o fuera sospechoso de desafección.
Que el desatino fue político lo prueba el que el mayor número de muertos se
diera en las zonas dirigidas por maoístas radicales.