El Museo
Reina Sofía recorre el proceso vital y artístico del genio hasta llegar a su
obra maestra, icono del horror del siglo XX
En 1937 el
Gobierno de la República le pidió a Picasso que realizara una obra de denuncia
de la guerra civil para el pabellón español de la Exposición Internacional de
París. No una pieza cualquiera sino una de gran formato que mostrara al mundo
el sufrimiento del conflicto bélico. El malagueño ejecutó su obra maestra: el
'Guernica', un icono universal contra la barbarie que es una de las telas más
reconocidas, sino la que más, del siglo XX. El resto es historia. Una historia
que cumple 80 años y que el Museo Reina Sofía celebra y explica en 'Piedad y
terror en Picasso: el camino a Guernica' (hasta el 4 de septiembre). Una
muestra centrada en el lienzo, que luce en su lugar habitual pero acompañado
por otros 150 trabajos salidos de la mano del pintor que explican el cómo, el
porqué y el cuándo de su creación, además de referencias al exilio del cuadro
en EEUU, sus viajes a favor de la causa republicana y su vuelta a España.
La
exposición traza una genealogía que va del optimismo cubista de los años 20 al
horror que llena las telas en los 40
Los hechos
son sabidos. Picasso, por entonces ya una figura consagrada y cotizada, aceptó
el encargo de la República pero con dudas. No era un pintor de grandes
formatos, y una pieza de género histórico no era la mejor de las propuestas
para un artista en crisis. Estaba creativamente bloqueado, llevaba tiempo sin hacer
grandes telas y dedicándose a la literatura; además, su vida personal no andaba
mucho mejor: atrapado en un matrimonio con Olga Khokhlova, de la que no podía
divorciarse; conviviendo con Marie Thérèse Walter y una hija pequeña, Maya, y
con la joven fotógrafa Dora Maar como amante desde 1936. Dos crisis que eran un
todo, pues en Picasso lo artístico y lo personal estaban siempre relacionados.
35 DÍAS DE
CREACIÓN FEBRIL
Puso manos a
la obra pero sin mucho éxito. Durante meses no hizo nada. No daba con el tema
hasta que le llegó la noticia del horrible bombardeo de Gernika, el 26 de
abril. La Legión Cóndor arrasó literalmente la población vasca. Y lo hizo en un
día de mercado para causar más bajas. Picasso lo leyó y vio las imágenes en el
diario 'L’Humanité', y su inspiración, azuzada por la indignación, la cólera y
la rabia, se disparó. El 1 de mayo hizo el primer esbozo y el día 10 de empezó
con la composición. El 4 de junio dio el cuadro por terminado tras 35 días de
creación febril. Pintaba de noche y sin descanso.
A partir de
1925, el horror, el pánico, el miedo, la deformidad y la muerte se convierten
en tema de sus obras
Un lienzo en
blanco, negro y gris con la guerra y el dolor por protagonistas. El sufrimiento
en mayúsculas. Y el sufrimiento en abstracto. "La ausencia de alusiones
concretas, el protagonismo de las víctimas anónimas y la contundencia expresiva
de sus formas lo han convertido en el mayor alegato moral contra el terror de
las guerras modernas", subraya Manuel Borja-Villel, director del museo
madrileño. Pero "¿cómo fue capaz de hacer una pieza que representa todo lo
peor y todo lo mejor del siglo XX, una pieza que es icónica y que sigue
generando significados?", se pregunta. La respuesta se la dan los
comisarios, Timothy J. Clark y Anne M. Wagner, para quienes "no se puede
hacer un lienzo como el 'Guernica' sin tener en cuenta el pensamiento y los
recursos pictóricos que le precedieron". Un enfoque que huye del contexto
político e histórico, que "es vital para la obra pero que ya se ha analizado en numerosas
ocasiones"
LOS RETRATOS
DE DORA MAAR
Así que la
exposición lo que hace es trazar una genealogía que va de los años 20 a los 40,
del inicial optimismo del cubismo a una nueva imagen del mundo embebida de
monstruosidad. "Durante los 12 años anteriores a 1937 la obra de Picasso
toma una dirección diferente: el terror, el horror, el pánico, el miedo, la
deformidad y la muerte se convierten en tema de sus obras. El punto de inicio
de todo ello es 'Las tres bailarinas' (1925), "un cuadro importantísimo",
a juicio de Clark. En él se produce la irrupción de la extravagancia, la
oscuridad y el desmembramiento. Luego vendrían las caras acechantes y
amenazadoras, y los cuerpos agigantados y distorsionados. Parte de la muestra
habla de ese giro, y de cómo se van gestando los motivos del 'Guernica'.
El encargo
le llegó en un momento de crisis de creativad que desencalló el bombardeo de
Guernika
Pero ¿por
qué en 1925? "No hay una buena respuesta. En 1925 Picasso empieza a
entender y aceptar la primera guerra mundial. Hace un camino peculiar, ya que
tarda siete años a digerir lo sucedido. Pero solo es una teoría", sostiene
el comisario. Aunque lo cierto es que los 30 fueron convulsos, con la aparición
de los fascismos, la guerra civil, la segunda guerra mundial y una realidad
donde la muerte se podía provocar de manera masiva.
El horror en
la obra de Picasso duró hasta los años 40, con la calavera como motivo
constante de sus cuadros, y los terroríficos y sádicos retratos de Dora Maar,
como el lienzo que cierra la muestra: 'Mujer peinándose', fechado cinco días
antes de la entrada de los alemanes en París.
La llegada a
España
El
'Guernica' se expuso de julio a noviembre de 1937 en el pabellón español de la
Exposición Internacional, tras el cierre de la muestra empezó un periplo por
Europa y EEUU para concienciar sobre la causa republicana y recoger fondos para
los refugiados. Al final, Picasso pidió que nos sufriera más traslados y que
quedara en depósito en el Moma de Nueva York hasta que la democracia se
instaurara en España. Y así fue hasta 1981. Tras unas complejas y secretas
negociaciones entre las administraciones española y norteamericana, el Moma y
los herederos de Picasso, el lienzo llegó a Madrid el 10 de septiembre bajo un
fuerte dispositivo de seguridad. Su destino fue, tal como quería el malagueño,
el Museo del Prado, en el Casón del Buen Retiro. Allí se pudo ver por primera
vez el 25 de octubre de 1981, centenario del nacimiento del genio, protegido
por una pecera blindada y custodiado por la Guardia Civil.
En 1992 se
decidió, no sin polémica, su traslado al Museo Reina Sofía, obedeciendo a una
reordenación de las colecciones de ambas pinacotecas. El cambio de sitio tuvo
lugar el 26 de julio. Para ello se derribó una pared entera del Casón para
evitar enrollarlo, se le instaló una
armadura de protección y se colocó en una caja metálica blindada y con toda
clase de sensores. Y durante años lució detrás de un cristal de seguridad.