sábado, 9 de diciembre de 2017

El restaurante más antiguo del mundo está en Madrid



Casa Botín fue fundado en 1725 y sus puertas siguen abiertas en el mismo sitio que entonces. El establecimiento, ubicado en la calle Cuchilleros, en pleno centro de Madrid, tiene 230 plazas. Cándido Remis lo edificó sobre una bodega ya existente del siglo XVI. Se dice que Goya trabajó como friegaplatos allí.




En su cocina se dice trabajó como friegaplatos el pintor Francisco de Goya, por allí han pasado desde Ava Gardner hasta Woody Allen y fue fundado en 1725. Se trata de Casa Botín de Madrid, el restaurante más antiguo del mundo, inscrito en el Libro Guinness hace justo 30 años. El establecimiento fue incluido como récord Guinness en 1987. "Nos llamaron para decirnos que era el más antiguo del mundo; lo que nos sorprendió porque siempre pensé que debería ser algún restaurante europeo", ha explicado uno de sus propietarios, José González (Madrid, 1959), quien regenta con sus dos primos Antonio y Carlos, ambos hermanos, este local. El hecho de que el restaurante funcionara "ininterrumpidamente" en el mismo sitio y con el mismo nombre desde 1725 le hicieron merecedor de este distintivo que solo tiene un restaurante en el mundo:
Calle Cuchilleros, 17, 28005 Madrid, España

William Kentridge y otras exposiciones del Reina Sofía



El artista sudafricano habla de la injusticia social.

William Kentridge (1955) el reconocido artista multidisciplinar sudafricano, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, hijo del abogado de Nelson Mandela, llega al Museo Reina Sofía por la puerta grande, a través de la exposición Basta y sobra, centrada en su producción como escenógrafo de ópera y, al mismo tiempo, de escenarios de conflicto ligados desde la capacidad crítica que el autor mantiene inalterada.

Sobre el trasfondo de una sólida formación cultural y artística y del compromiso social -los hechos diferenciales que dividen el arte contemporáneo en dos continentes: el de la autenticidad, la reflexión y el estímulo, de un lado, y el de la especulación comercial, de otro- Kentridge, representante indiscutible del primero, retoma iconos e historias del pasado (Ulises, el villano Ubú, un cuento de Gógol, Lulú, la "femme fatale" protagonista de la ópera de Alan Berg) para denunciar los abusos del poder, la discriminación, la violencia, la injusticia y los efectos del colonialismo, a veces con referencias políticas concretas -como las políticas de apartheid de su país natal, cuya huella no se ha borrado del todo- y otras en términos generales, siempre de forma ambigua y metafórica, anacrónica a veces, a menudo irónica y muy humana siempre.