Tres dibujos realizados en 1926 y 1927 salen ahora a la luz
tras permanecer años ocultos
Hay muchos cajones que todavía permanecen cerrados, carpetas
de las que se nos oculta su contenido o armarios que siguen con la llave
puesta. El próximo 10 de mayo se ponen en manos del mejor postor tres dibujos
de Salvador Dalí que permanecían lejos de nuestros ojos, perdidos entre las
páginas de un libro. Será la barcelonesa casa de subastas La Suite la encargada
de buscar nuevo propietario para estas piezas.
Pero, ¿qué información nos proporcionan estos dibujos? Pues
nos ayudan para conocer algo más al joven Dalí, aquel que acaba de ser
expulsado de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y que ya ha
demostrado que puede escandalizar con su manera de entender el arte. Es el Dalí
que sigue a Picasso, pero que también se está acercando al surrealismo gracias
a las corrientes vanguardistas que ha conocido de primera mano en la Residencia
de Estudiantes, aquella casa en la que ha conocido a dos personas que serán
imprescindibles en su formación: Luis Buñuel y Federico García Lorca.
Vayamos por el cineasta aragonés porque su huella parece
visible en dos de los dibujos. Uno de ellos es una mano con hormigas fechada en
1927, un tema muy habitual en ese Dalí, un anuncio de la putrefacción. Buñuel
la hace suya en una de las escenas más conocidas de «Un perro andaluz», la
película con la que debutará tras la cámara con la intervención directa de
Dalí.
En otro dibujo nos encontramos ante un torso femenino del
que destaca un brazo casi musculoso en el que se marcan las venas. Esta obra se
publicó pro primera vez en el número de octubre de 1927 de «La Nova Revista»,
una publicación en la que Dalí colaboró tanto como dibujante como escritor. Ese
brazo remite a dos óleos de la misma fecha: «Aparato y mano» y «La miel es más
dulce que la sangre». Esta última pieza ha sido estudiada por varios expertos,
entre ellos Agustín Sánchez Vidal, quien ve en un personaje musculoso y con
brazo parecido al de este dibujo una representación de Buñuel, boxeador en la
Residencia de Estudiantes.
Nos queda un último original daliniano, probablemente el más
delicado de todos en su ejecución. En él podemos ver la honda huella dejada por
Picasso en Dalí. No se puede olvidar que el dibujo es de 1926, año en el que
pudo conocer personalmente el de Figueres al genio malagueño. Pero hay algo más
en este boceto que merece la pena ser destacado. Es un personaje sentado en un
café, un apunte daliniano de alguien cercano que mira al artista mientras posa
para él. ¿Quién es? La forma redonda de la cabeza es la misma que tenemos en
algunos de los cuadros del Dalí de 1926, como «Naturaleza muerta al claro de
luna» o «Invitación al sueño». Es un homenaje al gran amigo del pintor, es
decir, es García Lorca.