Acercase a la novela de Cervantes desde la perspectiva
musical es una forma de conocer la época, sus habitantes y su pensamiento
El Quijote es un universo literario en sí mismo, una obra de
referencia que ofrece inagotables lecturas y análisis. Acercase a la novela de
Cervantes desde la perspectiva de la música es una forma de conocer la época,
sus habitantes y su pensamiento a través de su mundo sonoro. En este sentido,
el libro del profesor, compositor y musicólogo Fernando Pérez Ruano Organología
y música en el Quijote, es una de las vías de acceso a esa fascinante era, ya
que a su calidad de análisis científico añade una vocación divulgadora que hace
que pueda ser disfrutado tanto por especialistas como por aficionados con
interés por la música y el Quijote. Se trata, además, del estudio más amplio
sobre el tema, tanto por su perspectiva temática globalizadora como por el
medio centenar de ilustraciones y la documentación que aporta.
Pérez Ruano aborda en su libro el contexto musical en
tiempos de Cervantes; la organología del Quijote, es decir, los instrumentos
citados en la obra; composiciones como romances y canciones, y las referencias
al canto y a la música que contiene la novela. Refranes o dichos tan conocidos
como «Quien canta su mal espanta» o «Donde no hay música no puede haber cosa
mala» ya aparecen en el libro de Cervantes.
Pérez Ruano explica que el gran escritor vivió en una época
que sucedió al esplendor musical, «vocal e instrumental», que supuso el siglo
XVI para España. A lo largo del siglo siguiente, la situación económica le pasó
factura al país, llevándolo a la bancarrota, algo que también afectó a los
músicos. Se trata de una época en la que las composiciones populares se transmitían
de forma oral, aunque algunas quedaron registradas en cancioneros, y además los
autores que escribían para la iglesia y los mecenas nobles también se
inspiraban en motivos populares. Fernando Pérez Ruano cree que Cervantes
estaría familiarizado con algunos de los notables compositores que fueron
contemporáneos suyos, como Tomás Luis de Victoria. «Cervantes era un hombre
culto, cercano a la corte y sería buen conocedor de la música de su tiempo»,
explica. En cuanto a los instrumentos, aparecen una treintena citados por su
nombre, mientras que de los romances son una veintena a los que se alude en el
Quijote; de estos, Pérez Ruano estudia pormenorizadamente doce de ellos.
Organología y música en el Quijote se completa con unas conclusiones y
bibliografía, una contribución al conocimiento de una obra y un centenario que
merecen atención. «Todo lo que se haga es poco», subraya el autor.