El peligro de morir de éxito en Nueva York y Miami
E stos sí son buenos tiempos para los museos en los lugares
de moda, como Nueva York, la ciudad de las ciudades, o Miami, la capital global
del mundo hispano. En un planeta cada vez más desigual, el incremento de las
grandes fortunas, la de los llamados del 1%, y la expansión del turismo de
masas hasta límites casi tóxicos han provocado que los grandes recintos
museísticos –por tamaño y/o calidad– se hayan quedado pequeños. Y sus
dirigentes, ávidos a la hora de conseguir financiación privada de los mecenas
–a cambio de prebendas impositivas–, han visto el filón económico al dar cabida
a más visitantes.
Mientras prosigue la gran ampliación del MoMA, el traslado
del Whitney al turístico Meat Packing District de Manhattan dio pista al enciclopédico
Metropolitan Museum para enviar al edificio vacío, obra de Marcel Breuer, su
arte contemporáneo y moderno. Es lo que se conoce como Met-Breuer, y su
apertura se prevé para este marzo. También se traslada el museo del
International Center of Photography, que deja el medio Manhattan para irse al
Bowery, junto al icónico New Museum. Sus dirigentes jamás escondieron su
objetivo: extender el número de visitantes.
Si Nueva York está de moda, no lo está menos Miami en el
“continente latinoamericano”. De ahí la expansión del Bass Museum, encargado a
los arquitectos Arata Isozaki y David Gauld, los mismos que ya hicieron la
primera expansión entre 1998 y el 2002.
A pesar de tanto crecimiento, han empezado ya a sonar voces
de alerta. La extraordinaria residencia de la Frick Collection o del Museo de
Historia Natural, ambos en Nueva York, han echado el freno a sus planes de
expansión. El peligro es morir de éxito. / Francesc Peirón
SAN FRANCISCO MoMA
Nuevas colecciones y un gran centro de fotografía
El MoMA de San Francisco tendrá poco que envidiar a su
homólogo de Nueva York cuando terminen las obras de ampliación dirigidas por el
taller de arquitec-tura noruego Snøhetta y que va a multiplicar por tres el
espacio del edificio anterior que diseñó Mario Botta. Serán en total 43.000
metros cuadrados distribuidos en diez luminosas plantas que albergarán de
momento las 600 obras comprometidas para la inauguración y 260 obras de la
Colección Fisher, tras un acuerdo histórico para los próximos cien años. En la
tercera planta se instala el Centro Pritzker de fotografía, que será la mayor
galería de Estados Unidos dedicada a esta disciplina artística. Una monumental
escultura de Richard Serra dará la bienvenida en la planta baja. La integración
del edificio en el entorno urbano de San Francisco ha sido una exigencia del
museo y una obsesión de los diseñadores de Snøhetta, hasta el punto de que las
ondulaciones de la fachada oriental se inspiran en las aguas de la bahía. El
proyecto se ha llevado a cabo con un presupuesto de 610 millones de dólares
aportados por 500 donantes. La inauguración está prevista para el 14 de mayo. /
Jordi Barbeta