El alto nivel de plomo en sangre acabó con la vida del
músico alemán
Todas las notas biográficas escritas sobre Beethoven -además
de los propios cuadernos de conversaciones en los que éste se confesaba-
revelan unánimemente el carácter taciturno, antisocial y depresivo del autor de
«La Gran Fuga», que en sus últimos años parecía detestar a toda la humanidad
excepto a su sobrino Karl, al que veneraba obsesivamente. Dos investigadores
del CEU Cardenal Herrera ya relacionaron la profunda melancolía y dramatismo de
las últimas piezas de Beethoven con la enfermedad crónica desarrollada por el
compositor alemán a causa de una intoxicación por plomo.
El estudio llevado a cabo por los profesores Vicente Rodilla
y Carlos Garcés partía del hallazgo de altas concentraciones de este metal en
los cabellos del músico, hecho público hace dieciséis años por el Pfeiffer
Research Center de Illinois. La ingesta de pescado del Danubio, cuyas aguas
presentaban entonces elevadísimas cantidades de plomo; las sales metales con
las que se adulteraba el vino barato (y que Beethoven, que murió de cirrosis
hepática, bebía en abundancia); el contenido de este metal en el cristal de las
copas; las aguas termales a las que el compositor tenía gran afición o las
sales de plomo de los medicamentos antibacterianos del siglo XIX son algunos de
los factores que, según diversos estudios acometidos en todo el mundo, pudieron
haber desencadenado el saturnismo que padecía el compositor.
Sin embargo, los investigadores valencianos -y a la sazón
músicos aficionados- se interesaron por demostrar que los bruscos cambios de
humor y la melancólica personalidad de Beethoven, así como la naturaleza
introspectiva, dramática y desesperada de sus últimas obras, es consecuencia
directa de la sintomatología descrita para este tipo de intoxicación, antes muy
común y ahora prácticamente erradicada. Sin pretender por ello desmerecer el
genio natural del músico, este estudio concluye por tanto que composiciones tan
admiradas -y recibidas con tanto espanto por el público de la época- como la
«Novena sinfonía», deben parte de su belleza a una enfermedad que también lo
llevó a la tumba.