El artista estadounidense protagoniza una exposición en el
Museo Jumex de la Ciudad de México en la que se atreve a 'dialogar' con
Duchamp, el padre del 'ready made'
JUAN ALBARRÁN Ciudad
de México
'Perro Globo' del artista Jeff Koons que se exhibe en la
Ciudad de México
varios medios
de comunicación se hacían eco de la noticia: Jeff Koons se convertía en el
artista vivo más cotizado del mundo. Christie's había vendido su Rabbit por 91
millones de dólares.
Arte moderno.
Koons, el precio récord de un artista vivo con la venta de 'Rabbit'
En la rueda
de prensa que tuvo lugar en el Museo Jumex con motivo de la inauguración de
Apariencia desnuda: El deseo y el objeto en la obra de Marcel Duchamp y Jeff
Koons, aun, alguien se atrevió con la pregunta: ¿en qué medida ese dato
económico condiciona la experiencia del público que acude al museo para visitar
la exposición? El artista estadounidense trató de salirse por la tangente, como
si el mercado y su impacto en los medios no tuviesen nada que ver con la
producción y circulación del arte, como si el público entrase en el cubo blanco
a salvo de prejuicios y ruido mediático.
Ciudad de
México, sumida estos días en un serio episodio de contaminación, ha amanecido
empapelada de carteles que anuncian la muestra. En el Museo Jumex son expertos
en producir exposiciones blockbuster. El éxito de público está asegurado: el
artista vivo más cotizado del mundo y el creador que dio un vuelco al arte del
siglo XX, juntos en un diálogo inédito.
La pieza 'Rabbit' de Koons recientemente se convirtió en la
obra de arte más cara vendida por un artista vivo
Con tal fin,
el comisario italiano ha articulado el recorrido en cinco secciones: La erótica
de las cosas, El sex appeal de lo inorgánico, Vice sans fin o las anatomías del
deseo, Identidad como medio-subjetividad ready-made, y Inocencia y corrupción.
En esos títulos resuenan algunos de los asuntos que, en efecto, conectan los
trabajos de estos dos creadores: el erotismo, la identidad del propio artista
como obra de arte, el deseo que generan en nosotros los objetos cotidianos, el
carácter reproductible de los bienes de consumo, etc. Ahora bien, la
aproximación a estos problemas por parte de Koons y Duchamp se produce desde
posiciones muy diferentes, incluso irreconciliables.
Como es
sabido, Duchamp apenas le daba importancia a las características de los objetos
que integraba en sus ready-mades, a propósito de los cuales explicaba que
"hay que llegar a algo de tal indiferencia que no sientas ninguna emoción
estética. La elección de los ready-made se basa siempre en la indiferencia
visual y, al tiempo, en la ausencia total de buen gusto o de mal gusto".
Le interesan
y mucho las cualidades físicas de sus objetos, gracias a las cuales despierta
nuestro deseo de tocar. Nos gustaría experimentar la textura viscosa de una
montaña de plastilina hecha de aluminio o la resistencia de un juguete
hinchable fabricado en acero. Apariencias juguetonas, percepciones
contradictorias. Pero también tiene en cuenta la dimensión simbólica de los
materiales: "trabajo sobre porcelana porque es el material sobre el que
exponemos nuestros cuerpos en los momentos más íntimos y bochornosos. El
lavabo, el urinario, la bañera y el excusado son los lugares donde conocemos
nuestros cuerpos y a nosotros mismos y acabamos aceptándonos como somos".
El artista Jeff Koons posa junto a su pieza 'Venus metálica'
que se exhibe en México
Aunque en la
obra de ambos artistas hay un elemento irónico, por momentos cómico, resulta
evidente que el humor de Duchamp encerraba una carga crítica que le sitúa en
las antípodas de Koons, quien, por otra parte, es consciente del carácter menos
beligerante de su práctica: "He de decir que nunca he pensado que mi obra
sea tan filosófica como la de Duchamp. El ready-made original lo puso todo de
cabeza, lo cambió todo. Siempre he pensado que mi obra podría participar en la
vanguardia y construir sobre la tradición del ready-made, pero, al mismo
tiempo, he intentado ser más transigente".
Por supuesto,
estamos ante dos creadores que trabajaron en contextos históricos e
institucionales muy diferentes. La transigencia de Koons, no obstante, podría
hacernos pensar que, en su opinión, vivimos en el mejor de los mundos posibles
y que solo deberíamos aceptarnos y aceptarlo.
En la rueda
de prensa, Gioni iniciaba su intervención aclarando que la muestra no debe
interpretarse como un intento por consolidar una especie de pedigrí
vanguardista para Koons. Excusatio non petita, accusatio manifesta. En algunas
salas, las espectaculares piezas de Koons parecen arrinconar a los ready-mades
del viejo Duchamp. Cada espectador extraerá conclusiones diferentes de ese
diálogo asimétrico. O, simplemente, se hará un selfie ante un reluciente perro
inflable de acero color fucsia.