viernes, 31 de octubre de 2025

Muestra en el Centro Rougés: un homenaje a la riqueza de la tierra, llamando a defenderla

 

Muestra en el Centro Rougés: un homenaje a la riqueza de la tierra, llamando a defenderla

Se inauguró la exposición “Tierra mutante”, en la que Beatriz Moreiro despliega su generoso imaginario botánico.

El Centro Cultural Rougés y Biga Art Gallery se unieron para presentar “Tierra mutante”, muestra que despliega el imaginario botánico de Beatriz Moreiro. La invitación propone sumergirse en un universo creativo determinado por la omnipresencia de entornos naturales, a los que la artista expande y diversifica por medio del dibujo y de la construcción de objetos. La inauguración tendrá lugar hoy a 20.30 en la casona ubicada en Laprida 31.

Rodrigo Alonso, curador de la exposición, destaca que “Tierra mutante” continúa las indagaciones de Moreiro sobre el desarrollo de la vida en un hábitat amenazado. “Con mirada aguda y punzante, la artista reproduce hongos, frutos, flores y plantas, mediante un claroscuro potente, con el fin de poner de manifiesto la diversidad y versatilidad de una naturaleza que se resiste a dejar de brindar su pródigos beneficios al mundo, a pesar de las negligencias y los descuidos de la humanidad”, expresa Alonso en el texto curatorial.

Afincada en Villa Monte Alto (Resistencia, Chaco) desde 1978, Moreiro se formó en el Instituto de Arte de Buenos Aires. Realizó viajes de estudio a Europa, y en 2002 la Secretaría de Cultura de la Nación la seleccionó como becaria titular para una pasantía en Cuenca (España). Fue premiada por la Academia de Bellas Artes de la República Argentina y en salones y bienales internacionales.

El quehacer de Moreiro incluye intervenciones en contextos naturales a los que visita e investiga. Allí recolecta y selecciona vestigios del medio ambiente y de su propia historia. En los últimos años ha realizado dibujos, medianos y grandes de hongos -el quinto reino-, y construido objetos con maderas duras, naturales o patinadas con polvo de aluminio y grafito, en los cuales monta variedades de hongos construidos en acero inoxidable. Suele grabar y editar sonidos del medio ambiente que dialogan con la obra; también realiza video instalaciones.

 

Explica Beatriz Moreiro que no es ella la que elige los temas que transformará en el hecho artístico; más bien, se trata de una suerte de energía suprema que le susurra: “esto es lo que tenés que mostrar”. En su chacra del Chaco, conectada en plenitud con la naturaleza, Moreiro dibuja nidos, plantas, frutos, flores, hongos; un universo que habita plenamente en la muestra inaugurada el jueves en el Centro Cultural Rougés. De “Tierra mutante” habló en profundidad la artista con LA GACETA, charla que viajó desde la inquietante realidad del mundo fungi a los orbes que Moreiro percibe en situaciones muy especiales.

- ¿Cuál es la propuesta que trae en esta primera visita a Tucumán?

- Nací en Buenos Aires, pero mi familia es litoraleña y vivo en el Chaco. Ahí tengo una pequeña chacra, con limonares, frutos, flores... Decidimos con Gabriela Campo (de Biga Art Gallery) que la obra que queríamos priorizar fuera, justamente, la de los limoneros y las flores de azahar. A mí la flor de azahar, con ese perfume impresionante y que da frutos tan curativos, me brinda la esperanza de que la tierra es un constante devenir, por eso la obra se llama “Tierra mutante”.

 

- Y también hay hongos. ¿Qué encuentra allí?

- Los hongos son los primeros habitantes del planeta. Fueron los que dieron oxígeno y vida a la Tierra para hacerla habitable. De ellos me seduce lo desconocido. Hay mucho por descubrir. Hay variedades que son como flores: al otro día no existen más, pero después, cuando llueve, vuelven a brotar en el mismo lugar. Después están los duros, que quedan incrustados en las maderas, que se van reproduciendo y son permanentes hasta que devoran toda la madera. Es un mundo muy apasionante, aunque inquietante.

- ¿Con qué se encontrará el público en esta muestra, considerando que su producción es tan amplia?

- Claro, se van a encontrar con una parte de mi producción, porque soy multidisciplinar. Vengo del mundo del grabado y el dibujo siempre estuvo vinculado al grabado, pero ahora me aboqué plenamente al dibujo, y también a construir objetos en acero inoxidable, a realizar videos, a grabar sonidos de la naturaleza y a hacer fotografías (aunque estas últimas me las guardo para mí).

Cuando recorre esos entornos naturales, ¿qué va percibiendo o descubriendo?

- Justamente, las cosas que la gente no descubre. Por ejemplo, un bicho canasto, o los nidos que se mecen vacíos en el aire, o los hongos. Creo que la gente camina y que la naturaleza le pasa desapercibida. Mi idea es hacer visible lo invisible, lo que es invisible para el hombre común.

- ¿A qué atribuye esta pérdida de conexión del ser humano con la naturaleza?

- No sé si se trata del apuro con el que se vive, porque yo también soy una persona apurada. Creo que se trata de que hemos perdido la empatía con la naturaleza.

- ¿Desde cuándo estableció esta relación tan fuerte con el mundo natural?

- Desde la infancia. Mi padre tenía campos en Entre Ríos y yo me subía a los olivares a buscar huevitos, a ver cuándo nacían los pichones, a ver los bichos canastos que crecían y a andar a caballo. La naturaleza no fue en mí una moda de lo ecológico o lo naturista; se tornó algo que forma parte de mi vida.

- ¿Hay un componente espiritual o cósmico en la forma en que elige sus temas?

- Sí. Creo que el dios universal, la energía suprema, me trae las cosas que tengo que plasmar. Me trae los bichos canastos, los nidos, los colibríes dentro de la galería de mi casa. Me los pone ahí para decirme: “esto es lo que tenés que mostrar”. Creo que entro en comunión con el cosmos. Además, el que dibuja medita mientras dibuja, y yo medito mucho.

- ¿Cómo funcionan estas percepciones?

- Me pasa también con los orbes, que tienen bastante que ver con otra dimensión, creo que pertenecen al quinto reino. Se está estudiando si son restos del Big Bang, si son almas que todavía no se elevaron, o si son ángeles. Incluso hay centros de estudio en Japón sobre los orbes.

- ¿De qué manera sintoniza con los orbes?

- Me conecto, me produce una emoción y me pregunto: ¿por qué se me muestran a mí? Los veo a veces en videos; se ven mucho con aparatos de grandes tecnologías. Cuando mi hija tuvo covid yo le decía: “tenés un orbe de varios colores que gira en tu pecho”. En Italia, frente al museo de Leonardo, vi muchos orbes turquesas, y a mí siempre me acompaña uno turquesa en los viajes. Ellos vienen a mí cuando quieren; yo no hago un trabajo de querer verlos.

- Hablando de su modo de trabajar, ¿cómo se conecta con el dibujo, que requiere tanta concentración?

- En los dibujos soy yo, soy el dibujo. La concentración es total, parece que no existe otra cosa. Me preparo el desayuno, tomo unos mates y voy derecho a dibujar. Puedo trabajar 10, 12 horas corridas. Los dibujos chicos los trabajo en tablero en la cama, pero los grandes en la mesa.

 

- ¿Por qué decidió hacerlo únicamente en blanco y negro?

- Trabajé en color hasta el año 2005. Me parece que la obra se hace más visible siendo blanca y negra, siendo neutra. Se centra en lo que vos querés decir, no importa el color que sea. De hecho, soy monocromática para vestirme. Me visto prácticamente de blanco, negro o a lo sumo un manteca; no uso un verde, ni un rojo, ni un naranja en la ropa.

Si tuviera que sintetizar su recorrido en el arte, ¿cuáles serían las claves de su carrera?

- Ha sido de mucho trabajo. Empecé muy joven, estudié en Buenos Aires, después viajé y me formé en el exterior. Siempre he sido muy disciplinada y no me dispersé en las metas. Mi padre quería que fuera gerente en su empresa, pero le dije: “no, yo soy artista”. Nunca me moví mucho del eje que quería, ni me interesó mucho la plata. Pude criar a mis hijos y ganar varios premios. Finalmente, tengo un pasar que no es estar ajustada. Las ventas para mí son un plus, puedo hacer lo que quiero, no lo que un cliente me encargue. Ha sido muy exitosa mi carrera sin proponérmelo, se fue dando.


- El cuidado por el detalle que se aprecia en sus dibujos habla de esa disciplina, ¿es así?

- Sí. Y además inventé yo cómo lograr las transparencias. Esos negros intensos tienen ocho pasadas de lápices y después los voy metiendo adentro de las líneas. La verdad es que nadie me enseñó a dibujar.

Muestra: se verá hasta el 5 de diciembre

El Centro Cultural Rougés y Biga Art Gallery se unieron para presentar “Tierra mutante”, exposición que podrá visitarse hasta el 5 de diciembre en Laprida 31. Compuesta por una serie de dibujos de la artista Beatriz Moreiro, la muestra cuenta con curaduría de Rodrigo Alonso, quien señaló en el catálogo: “su imaginario botánico no es sólo un homenaje a la riqueza de la tierra; también es un llamado de atención sobre la necesidad de defenderla”.

Por Guillermo Monti   DIARIO LA GACETA de TUCUMAN