sábado, 30 de mayo de 2020

La increíble historia de los Picassos «rotos» de un magnate de casinos de Las Vegas


Así se rasgaron dos cuadros de la colección de Steve Wynn, valorados en más de cien millones de dólares cada uno

Presentada, ante un tribunal de Manhattan, una demanda acerca de uno de ellos, dañado en 2018

Lo del magnate de los casinos y coleccionista Steve Wynn con sus Picassos empieza a ser digno de un guión de Hollywood. En 2013 el gestor de fondos y también coleccionista Steven A. Cohen compró uno de los Picassos de su colección por 155 millones de dólares. Se trata «El sueño» (1932), uno de los retratos que Pablo Picasso hizo de su musa y amante Marie-Thérèse Walter, madre de su hija Maya. Pero, más allá del récord para el artista español que supuso aquella venta, la noticia saltó a todos los medios internacionales porque en 2006 Wynn, que padece una enfermedad que afecta a su visión periférica, atravesó con el codo ese lienzo cuando se lo enseñaba a varios amigos (entre ellos, la guionista Nora Ephron) en su oficina de Las Vegas, un día después de acordar vendérselo a Cohen por 139 millones de dólares.
 
Subasta de «El sueño», de Picasso, en Christie's
Afortunadamente, el desgarro del lienzo, aunque muy aparatoso, fue reparable. Tras una restauración que costó 90.000 dólares, el cuadro se tasó en 85 millones, menos del precio al que iba a venderse, lo que llevó a Wynn a demandar a su compañía de seguros. La venta a Cohen se cerró siete años después. El cuadro se expuso en 2018 en la Tate Modern dentro de la exposición «Picasso 1932. Amor, fama, tragedia». Un año después se vio en otra muestra, esa vez en la galería Gagosian de Nueva York: «Las mujeres de Picasso: de Fernande a Jacqueline», un homenaje al fallecido John Richardson, el mejor biógrafo de Picasso.
Pues bien, en 2018 Steve Wynn volvió a ser noticia con otro de sus Picassos. En este caso, «El marinero», un autorretrato de 1943, cuando el artista español vivía bajo la ocupación alemana en París. Temía ser detenido por la Gestapo y deportado a un campo de concentración. El cuadro iba a subastarse en mayo de ese año en la sala Christie’s de Nueva York con una estimación de más de 70 millones de dólares, aunque se esperaba que superara los cien millones. En la víspera de la venta, cuando el cuadro se preparaba para exhibirse antes de la subasta, tuvo que ser retirado al ser dañado por un empleado de la empresa TF Nugent, contratada para pintar las salas de Christie’s antes de la exposición. El pintor dejó una barra extensible para un rodillo de pintura apoyado contra una de las paredes. Según la denuncia, la barra resbaló y cayó contra el Picasso, que descansaba sobre almohadillas de espuma contra la pared, provocando un agujero en el lienzo. Wynn también retiró de la subasta otro Picasso que también debía subastarse ese día: «Mujer con gato sentada en un sillón», de 1964, cuyo valor estimado rondaba los 25-35 millones de dólares.
Cuentan que Christie’s pagó el coste de la restauración de la obra (casi 500.000 euros) y que la compañía de seguros tuvo que pagar a Christie’s 18,7 millones de dólares, después de que ésta indemnizara a Wynn con esa cantidad por los daños. Habían estimado que el cuadro había reducido su valor en unos 20 millones. Ahora, según informa Bloomberg, es la compañía de seguros Steadfast Insurance Co. la que ha demandado a la empresa TF Nugent: reclama los 18,7 millones que tuvo que abonar a Christie’s, más las cosas legales. La demanda, presentada ante un tribunal de Manhattan, argumenta que el cuadro fue dañado por negligencia o descuido de la empresa.

viernes, 29 de mayo de 2020

ART PARIS 2020 se hace digital


Las galerías que iban a participar en la cita en julio presentan sus propuestas en Artsy
El pasado mes de abril, contábamos que, en cumplimiento con las medidas tomadas por el gobierno francés para frenar la expansión del coronavirus, ART PARIS, la gran feria del arte moderno y contemporáneo de la capital francesa, debía cancelarse, y también podíamos anunciaros las fechas de su celebración en 2021, en el efímero Grand Palais del Campo de Marte como sede alternativa: será del 7 al 11 de abril.
 
Finalmente, su edición de 2020 sí tendrá lugar, pero de forma virtual, a través de dos iniciativas: Art Paris Digital (en Artsy) y Art Paris Live, con el fin de poder apoyar a las galerías que se iban a sumar a la feria presencial y también a sus artistas, sometidos a una primavera en punto muerto en cuanto a exposiciones y ventas.

En Artsy, podemos acceder a esta edición online de ART PARIS 2020; la plataforma internacional de arte  obras presentadas por el centenar aproximado de salas participantes y, quizá, adquirir alguna de las más de mil que se ponen a la venta,

ART PARIS con una edición exclusiva online, en sustitución de la edición física de la feria que desafortunadamente tuvo que ser cancelada. Además, hemos abierto este evento a todos los expositores de la feria, no solo a las galerías que son socios de Artsy.
Guillaume Piens, director de ART PARIS y Catherine Vauselle, su responsable de comunicación, también se han mostrado muy satisfechos de esta asociación con la plataforma: En este período de cierres, abre una ventana digital a la cultura y permite a los visitantes acceder al contenido de una 22ª edición que desafortunadamente no pudo tener lugar.
Art Paris Live, por su parte, ha comenzado a desarrollarse hoy: nos propone visitas virtuales a los espacios de las galerías participantes con sede en París y también visitas inmersivas, en 3D, a una recreación de los stands proyectados para el Grand Palais por otras galerías, como Moisés Pérez de Albéniz. La sala madrileña iba a acudir a la feria presentando trabajos de Victoria Civera, Santiago Giralda, Jorge Queiroz y Rui Toscano; el resto de espacios españoles participantes son Albarrán Bourdais (Madrid), Alzueta Gallery (Barcelona), Ana Mas Projects (Barcelona), Galería Marc Domènech (Barcelona), Freijo Gallery (Madrid), Víctor Lope Arte Contemporáneo (Barcelona), Pigment Gallery (Barcelona) y Michel Soskine Inc. (Madrid, Nueva York).
(imagen Regina Gimenez)

miércoles, 27 de mayo de 2020

ARTE PRIVADO, galeria de arte




Viena se rinde al arte contemporáneo


La capital austriaca inaugura el flamante Albertina Modern con el arte experimental que siguió al nazismo
Durante casi 80 días, las calles de Viena han estado cubiertas con la figura congelada de un elegante corredor trajeado. Los carteles anunciaban la apertura del nuevo Albertina Modern, pero el museo seguía cerrado. La inauguración cultural más importante del año en Viena estaba prevista para el 13 de marzo. Un día antes se cancelaba la ceremonia de presentación y la ciudad, tan primaveral como distópica, se preparaba para el cierre de fronteras. La figura estática, obra de pop art de Robert Klemmer, crecía como metáfora.
Sin los fastos previstos, en una inauguración de cine mudo, el museo abrió este miércoles sus puertas con la exposición El principio. Arte en Austria de 1945 a 1980, una muestra con 360 obras de 74 artistas que establece un diálogo con la sede elegida. El Albertina Modern ocupa la Künstlerhaus tras una reforma de 57 millones de euros. Se trata de un espacio privilegiado, vecino del Musikverein –donde se celebra el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena–, que fue un regalo del emperador Francisco José al gremio de artistas en 1865 y que albergó la gran exposición nazi sobre el arte degenerado de 1938. “Hasta bien entrados los años sesenta todavía se hablaba de artistas degenerados cuando se recordaba a las vanguardias de Austria”, dice Klaus Albrecht Schröder, director general del museo.

La exposición explica cómo respondió el arte austriaco a la barbarie del nazismo, desde la hora cero, en un país que fue víctima pero también cómplice del Tercer Reich. La primera sala arranca con obras de Ernst Fuchs, Rudolf Hausner, Anton Lehmden, Wolfgang Hutter y Arik Brauer, la Escuela Vienesa del Realismo Fantástico, que se enfrentó al bestialismo-racismo-antisemitismo de la Segunda Guerra Mundial desde la perspectiva del psicoanálisis. Enseguida se muestra el periodo abstracto, que conduce, en un baile de máscaras entre los visitantes, preocupados por respetar el metro de seguridad, a los trabajos de Maria Lassnig. La artista desarrolló desde finales de los años cuarenta el concepto de la “conciencia corporal” de las obras, donde la percepción del propio cuerpo proporciona el punto de partida para explorar el mundo.