La ciudad de Roma recibe la exposición multimedia más
visitada del mundo, que permite «sumergirse» en la gran obra del pintor
holandés
«La mejor forma para conocer la vida es amar muchas cosas».
Con estas palabras Vincent Van Gogh describía hace más de un siglo la esencia
del arte en general, como manifestación de la experiencia humana. Desde luego,
era más que consciente de que para crear también hay que tener garantizadas las
necesidades básicas: «Para trabajar bien hay que comer bien, tener una casa,
una aventura de vez en cuando, fumar en pipa y beber café en tranquilidad».
La ciudad de Roma acoge «Van Gogh Alive-The Experience», la
exposición multimedia más visitada del mundo, atendiendo a la información
aportada por los organizadores. Más de 3.000 imágenes permiten interactuar
entrando de lleno en la obra de unos de los autores más celebres de la historia
del arte. La muestra permite conocer de cerca la producción del holandés, sobre
todo entre los años 1880 y 1890. Al pasear por el interior del Palazzo degli
Esami, en pleno barrio romano de Trastevere, se pueden apreciar los
pensamientos y las técnicas de Van Gogh a lo largo de sus diferentes etapas
pictóricas en Francia: la de París, la de Arles, la de Saint-Rémy y la de
Auvers-sur-Oise; los lugares que vieron nacer muchas de sus obras. Las músicas
de Vivaldi, Ledbury, Tobin, Lalo, Schubert, Satie, Godard, Bach, Chabrier,
Satie, Saint-Saëns, Godard y Handel; aportan un clima introspectivo que
acompaña en todo momento al visitante, deseoso de interactuar con el espíritu
innovador del pintor.
En la total oscuridad, las proyecciones de «La noche
estrellada» (1889) y «La noche estrellada sobre El Ródano» (1888) hoy lucen de
la forma más alta. Sin embargo, el contexto que llevó a la realización de la
obra no fue el mejor de la vida de Van Gogh. Estos dos óleos representan los
peores años del artista, donde las crisis en el manicomio de Saint-Rémy
empeoraban cada vez más, con consecuencias violentas para los demás. En aquel
entonces, el sufrimiento el hizo ingerir colores tóxicos y provocarse
automutilaciones. Las alucinaciones agravaron su sufrimiento, pero lo cierto es
que «La noche estrellada» es una de las mejores representaciones de su técnica.
«Trigal con cuervos» (1890) fue, posiblemente, una de las
últimas obras del artista. En la exposición, y con la música adecuada, el
cuadro cobra vida y los pájaros empiezan a tomar su propio camino, el que
probablemente el holandés habría querido que emprendieran. Según lo que afirmó
el propio pintor, se trata de una reflexión acerca de su «gran tristeza y
extrema soledad». El cuadro es uno de los mayores ejemplos de la melancolía que
plasmó en sus obras.