miércoles, 29 de marzo de 2017

Lauritz.com vendió el cuadro por el reconocido pintor danés que estaba de pie en la base de datos de obras de arte robadas



Sólo cuando la pintura por el aclamado Carl Vilhelm Holsoe fueron revendidos en una subasta en los Estados Unidos, fue la pintura de procedencia ilegal descubierto. La venta de la pintura robada en Lauritz.com podría evitarse con una búsqueda en una base de datos de obras de arte robadas, que las casas de subastas de todo el mundo se suscriben a. El caso es el último de una serie en la que las casas de subastas daneses venta de arte robadas.
Se podría haber evitado con una simple búsqueda en una base de datos.
Sin embargo, una valiosa pintura vendida en una subasta en Lauritz.com, sin la casa de subastas descubrió que la pintura fue robada en bienes de hecho.
Las obras robadas fueron una pintura al óleo por el reconocido pintor danés Carl Vilhelm Holsoe, que en 2000 fue robada junto con otros 7 pinturas de una casa cerca de Kolding. En Lauritz.com Odense fue en el verano de 2016 se vendió por 74.000 coronas.
La pintura al óleo de una mujer leyendo en el salón vino de un robo, emergió solamente cuando se presentó para su reventa en la casa de subastas Christie en Nueva York en octubre de 2016a
Como parte de la "rutina de seguridad común de Christie fue la pintura, ahora con una evaluación de interés en un cuarto de un millón de coronas, comprobado la base de datos de The Art Loss Register, en Londres, la mayor base de datos privada del mundo de obras de arte robadas.

El Salón del Cómic surca los cielos de la historieta



La cita barcelonesa inaugura este jueves su 35ª edición con una gran exposición dedicada a la relación entre aviación y viñetas
En esta ocasión, decir que el cómic alza el vuelo no es un metáfora afortunada ni un juego de palabras más o menos ocurrente; basta con echar un vistazo a los nueve metros, nueve, del cazabombardero Texan o serpentear entre el imponente MIG 15 soviético y el Helicóptero UH-1 del Ejército americano, cada uno con sus respectivas horas de vuelo en las guerras de Corea y Vietnam, para convenir que el Salón del Cómic de Barcelona se prepara para despegar a lo grande


Tampoco es casualidad que todos esos aviones reales, amén de sendas réplicas de uno de los 190 Polikarpov I-15 que la Unión Soviética suministró al Gobierno de la República durante la Guerra Civil y del Monocoque Hedilla que viajó en 1916 entre Barcelona y Palma de Mallorca, sean lo primero con lo que uno se encuentra nada más acceder al recinto ferial de Montjuïc. Y es que, en su 35 edición, el Salón ha querido surcar los cielos de la historieta sin moverse del suelo con «Cómics en vuelo», una exposición que relee la historia de la aeronáutica a partir de la viñeta y muestra cómo el mundo del cómic ha reflejado algunos de los momentos clave del siglo XX. Ahí están, por ejemplo, las piruetas de «El piloto del Edelweiss» y «El Barón rojo» enmarcadas en las escaramuzas aéreas de la Primera Guerra Mundial; o la guerra de Vietnam reflejada en las aspas de los helicópteros que sobrevuelan a Frank Cappa en el «Viet-song» de Manfred Sommer.





De las páginas de «La Guerra Civil española» de Paul Preston dibujada por José Pablo García despegan unos cuantos Polikarpov I-15, popularmente conocidos como «Chatos», para dar la réplica a los bombardeos del «¡No pasarán!» de Vittorio Giardino, mientras que un camión de bomberos de los años 20 y una camioneta Ford V8 como la que se utilizaba en los portaaviones americanos obligan a bajar la vista al suelo para contemplar los efectos de tamaña devastación aérea.
«No todo es épico y bonito; también están los efectos colaterales», subraya el director del Salón, Carles Santamaría, sobre una muestra que incluye también un amplio surtido de referencias a la Segunda Guerra Mundial encerradas en las viñetas de «Diario de guerra», de Hugo Pratt, «El gran duque», de Yann y Hérault, y «Las brujas de la noche», retrato de Garth Ennis y Russ Braun de un grupo real de aviadoras soviéticas.
Un apartado más lúdico y coronado por una avioneta Cessna, «la más fabricada y popular», como puntualiza el comisario de la exposición, Jordi Ojeda, sirve para enmarcar las peripecias de Tintín y otros relatos de aventuras como las del reportero Lefranc, de Jacques Martin, o «La Gran Odalisca», de Bastien Vivés, Florent Ruppert, y Jerome Mulot. El aparato, plenamente operativo y cortesía del Aeroclub Barcelona Sabadell, podría haber llegado volando para aterrizar en plena avenida Maria Cristina coincidiendo con la inauguración del Salón, pero finalmente alguien decidió que sería más sensato transportarlo por carretera firmemente amarrado a un camión.


Centenarios y homenajes
Sin perder de vista la pista de aterrizaje pero con más de 50.000 metros por los que se prevé que pasen hasta el próximo domingo 120.000 personas, la alianza entre aviones y cómic es sólo uno de los reclamos de un Salón que se crece con los homenajes y viaja hasta 1917 para celebrar dos centenarios de leyenda: el del historietista y dibujante Will Eisner y el del nacimiento del «TBO». Del primero, padre de la novela gráfica y creador de «The Spirit», se han reunido más de cuarenta originales, mientras que el «TBO» sigue celebrando sus cien años con otros tantos originales que repasan su historia, su series más celebradas y el peso específico de sus dibujantes, con mención especial para Josep Maria Blanco, quien el año pasado fue galardonado con el Gran Premio del Salón.
Abonado al crecimiento sostenido y constante y con cada vez más stands despachando todo lo que tenga que ver con el noveno arte, el Salón también ha aprovechado su 35 aniversario para renovar líneas narrativas, concentrar casi todas las exposiciones en un mismo pabellón y buscar conexiones como las que surgen en «Gaudí entre viñetas»,muestra que establece paralelismos entre el universo creativo del arquitecto barcelonés y «Los fantasmas de Gaudí», cómic de El Torres y Jesús Alonso Iglesias que recorre la cartografía gaudiniana siguiendo los pasos de un asesino.


Los superhéroes, antaño protagonistas casi absolutos de la cita, estarán representados de manera tangencial con una muestra dedicada a personajes tirando a turbios como Masacre (Deadpool en su versión cinematográfica), Hulk, El Castigador, Juez Dredd, Lobo o Motorista Fantasma; vengadores todos ellos con un código moral discutible y una idea de la justicia bastante laxa, mientras que el apartado de pioneros de completa con una muestra dedicada al historietista estadounidense Milton Caniff, autor de series como «Steve Canyon» y «Terry y los Piratas».
Otra de las leyendas del cómic franco-belga, el célebre vaquero «Lucky Luke», también tendrá su propio espacio con una «exposición espectáculo» en la que, a falta de originales de Morris y Goscinny, buenas son las reproducciones a escala de un pueblo del Far West y las aportaciones de Achdé, quien en 2003 se encargó de la serie y en 2011 tomó el testigo de «Kid Lucky», suerte de spin-off sobre la infancia del célebre cowboy.