domingo, 29 de septiembre de 2019

Cultura El Tercer Reich amable que Hitler vendía a los turistas


Julia Boyd publica «Viajeros en el Tercer Reich», una recopilación de relatos que exponen el auge del nazismo visto desde los ojos de extranjeros que se dejaban llevar por la propaganda.


Extravagancia, música, sol, innovación, modernidad, cerveza y calles adoquinadas. Berlín, en el período de entreguerras, era eso: pura atracción turística. Había caos, la pornografía no se escondía y la libertad sexual se predicaba. Los alemanes eran felices, vivían con orgullo teniendo en cuenta que el país acababa de salir de la Primera Guerra Mundial. Al menos, eso es lo que percibían los extranjeros que viajaban al país. Julia Boyd acaba de publicar «Viajeros en el Tercer Reich» (Ático de los libros), una obra que, a partir de relatos de primera mano de personas –tanto anónimas como conocidas– que transmitieron en cartas y documentos cómo era la Alemania de entonces, refleja el auge del fascismo en un país que transmitía libertad y bienestar. «Los alemanes establecieron una agencia de viajes que formaba parte de su maquinaria de propaganda», explica la escritora, de manera que «ofrecían una bienvenida muy cálida a los turistas» y, sobre todo, «a los estadounidenses y los británicos, porque querían que vieran cómo Alemania se había recuperado tras la guerra». De esta manera, el país transmitía, para Boyd, dos imágenes: «La que ofrecía la propaganda como hoy hacen las “fakes news”» y, por otra, las desgracias que se escuchaban en otros países sobre el nazismo.
Muchos de estos viajeros –que Boyd divide de forma general en tres grupos: turistas, diplomáticos y periodistas– «ya conocían la violencia en las calles, cómo la gente desaparecía de un día para otro, la prisión sin juicios o la quema de libros». Y es por ello que, además de atracción turística, había confusión. «Los extranjeros pensaba que los periódicos exageraban», explica Boyd, ya que al haber escuchado cosas malas sobre Alemania, «cuando llegaban veían a gente amable, por lo que había quienes pensaban que Hitler era sincero, mientras que otros se preguntaban si realmente se estaba preparando para otra contienda». Esto último, algunos se negaban a admitirlo, pues no querían ni pensar que se avecinara otra con la Primera Guerra Mundial recién terminada.



Del Reichstag a la cocina

En la Alemania de entreguerras hubo (aparente) felicidad, pero también sacrificios llevados a cabo por la gran confianza en Hitler, hacia quien había «una admiración erótica y religiosa» por parte de los alemanes. Ejemplo de ello son las mujeres. Asegura Boyd que es «sorprendente que en la República de Weimar tenían mucha libertad, de hecho en el Reichstag había más mujeres que en cualquier otro sitio y, sin embargo, cuando llegaron los nazis pasaron a centrarse en la cocina, en cuidar a los niños, en ir a la iglesia...». Esta dedicación y devoción por el Führer lo expresa uno de los extranjeros que aparece en la obra de Boyd, mientras que también hay versiones de otras personas «muy conservadoras, que consideraban que aquella época era desordenada». De tal manera que éstos «aplaudieron la llegada de Hitler al poder y estuvieron de acuerdo con la “limpieza” que llevó a cabo en la sociedad», señala la autora.
Todos los relatos que recoje, escritos por estudiantes, trabajadores sociales, así como por personajes como Virginia Woolf, Samuel Beckett o el embajador británico en Berlín, tenían un denominador común, ya que «a todos les llegaba la misma información, de un Hitler que quería salvar Europa para hacerla un lugar más seguro». Sin embargo, confiesa que «si yo hubiera ido en ese momento, lo que me habría echado para atrás habrían sido las leyes de Núremberg, cuando se retiró la ciudadanía a todos los judíos». Para Boyd ese fue el punto de inflexión, como también lo fue «la noche de los cristales rotos, en 1938, a partir de la cual el turismo bajó muchísimo». Todo esto «provocó que los turistas empezaran a ver la realidad de lo que sucedía», pues, continúa, «Hitler fue un monstruo desde el principio». A pesar de toda la música, la fiesta, los paisajes y la imagen sexy que se intentaba transmitir de Alemania, «Hitler era inteligente y creo que siempre supo que lo que quería era expandir el Reich, fue como un experto de las “fake news”».
Trump no es el Führer, pero la libertad tiembla igual

«Cuando Hitler subió al poder se creó una represión brutal y absoluta», expresa Boyd, «cualquiera que se atreviera a contradecir al régimen se le mataba o moría de hambre». Para la escritora, la historia no se repite, pero sí que crea paralelismos: «No soy fan de Trump ni del Brexit, aunque no vivimos en un régimen como el que ocurría entonces». Por ello, expresa que siendo el fascismo el peligro en aquella época, actualmente el problema está en que «cada vez es más complicado cumplir las expectativas de la sociedad», pues los países liberales «siempre están amenazados por el auge de los extremos y, ante esto, hay que trabajar duro y apoyar a que la democracia se mantenga».
diario LA RAZON MADRID

viernes, 27 de septiembre de 2019

La gran exposición de Leonardo en el Louvre ha vendido 110.000 entradas un mes antes de abrir


La muestra es la coronación del 500.º aniversario de la muerte de Da Vinci


Imbatible Mona Lisa sigue sonriendo día tras día a todos sus admiradores desde su nueva ubicación




La exposición que abrirá el 24 de octubre en el Louvre, y que el martes por la noche recibió la confirmación de un importante préstamo italiano, que había sido suspendido por el gobierno de Mateo Salvini, es la coronación del 500.º aniversario de la muerte de Da Vinci y se anuncia como la más importante del rosario de festejos.
La suma de Leonardo y del Louvre, desde el 31 de diciembre pasado el museo récord en el mundo con sus más de diez millones de visitantes anuales, ha desencadenado una demanda de entradas sin precedentes. A un mes de la muestra, ya hay 110.000 reservas. Porque además no existirá la posibilidad de pasar por taquillas físicas. La única vía para obtener una franja horaria de visita es Ticketlouvre.fr.
Cesión estelar
Del préstamo italiano destaca un dibujo excepcional: ‘El hombre de Vitruvio’

El Louvre aconseja por otra parte a los millones de admiradores de Mona Lisa , el único cuadro que recibe en espacio propio y que no estará integrado en la exposición, que reserven sus horarios de visita por internet. Porque desde que a finales de julio la mudaron, de su espacio personal en la Salle des États (en renovación) al segundo piso del ala Richelieu, el tiempo de cola para verla no sólo se cuenta por horas, sino que atosiga taquillas y corredores.
De ahí que la reserva en la red, hasta hace poco un recurso complementario, amenace con volverse obligatoria. Incluso empieza a hablarse de un enfrentamiento cuantitativo entre los 500 años de Da Vinci y los 3.000 de Tutankamón. Si los tesoros de la momia acaban de batir todos los récords para una exposición en Francia, con 1.423.170 visitantes, su éxito empezó antes de abrir las puertas, gracias a las 150.000 entradas vendidas por internet. Y a la decisión de que la red fuera la única taquilla.
La exposición Da Vinci puede superar esas 150.000 entradas de aquí al día 24. Así, terminaría de convencer a las autoridades del Louvre de que el futuro de la taquilla es virtual. ¿Un futuro sin colas? Es decir, sin el peso para el museo en organización y salarios y de intemperies y nervios para los visitantes. Además, la reserva previa –dicen– permitiría organizar aperturas suplementarias, en caso de gran afluencia.
Y hay que considerar que el Louvre es un pueblo de 2.200 personas (entre conservadores, cien­tíficos, operarios, vigilantes), con 14,5 km de salas y pasillos y 72.735 m2de salas de exposición, que presentan 38.000 obras (sobre las 568.000 conservadas en el edi­ficio).
Es decir que a la vida cotidiana de ese pueblo, más la de la Gioconda , se le sumarán los clientes de Da Vinci. Por eso, tras el fiasco paradójico de Vermeer (éxito de público, en el 2017, pero caos de colas y espacio), a Da Vinci se le ha otorgado un pabellón íntegro (el Napoleón). Y es porque una de las claves del ­caos Vermeer fue que la venta por internet abriera junto con la exposición, que la de Da Vinci se anticipó mes y medio.
Entradas virtuales
El museo aconseja a los visitantes que reserven sus horarios de visita por internet
Ahora bien, toda exposición debe contar una historia y las de Da Vinci se suceden al ritmo, casi, de las dedicadas a Picasso. El propio Louvre expuso una rica selección de dibujos en el 2003 y otra sobre su Santa Ana , nueve años después. Un año antes Londres reunía 325.000 visitantes en tres meses con el contrapunto de las dos vírgenes de Da Vinci. En el 2015 hubo retrospectiva en Milán. Más recientemente Florencia expuso a Verrocchio, maestro de Da Vinci y en el Clos Luce, último domicilio del inventor, pintor y dibujante zurdo, hay actualmente una muestra estudio sobre La última cena , y hasta el 7 de octubre, el Condé de Chantilly muestra la Mona Lisa desnuda.
De la próxima se conoce poco. Pero el préstamo italiano incluye un dibujo excepcional ( El hombre de Vitruvio , de 1490, y frágil, por lo que solo estará en París algunas semanas) otros cuatro dibujos y dos copias de óleos. A cambio, según el acuerdo firmado por los ministros de Cultura de ambos países, el Louvre presta cinco Rafael a Roma, para una gran exposición que abrirá en marzo.
De Italia llegaron ya otros trece préstamos de distintos museos, incluida la célebre e inconclusa
Scapigliata , de la Galería Nacional de Parma. Y una escultura de grupo, en bronce, de Verrocchio, La incredulidad de santo Tomás , “decisiva en la formación del joven Leonardo” .
Opinión autorizada: lo afirman Vincent Delieuvin, a cargo de la pintura italiana del siglo XVI en el Louvre, y su colega Louis Franck, archivista y paleógrafo, miembro del departamento de artes gráficas, comisarios de la exposición Da Vinci. Los comisarios prometen originalidad: “Desde hace diez años hemos revisado toda la documentación existente y un corpus de textos literarios y poéticos, en latín e italiano, del siglo XVI”. También compararon, en los óleos, dibujos subyacentes, con otros, preparatorios, de taller. Y trazaron cartografía de pigmentos “para detallar el procedimiento creativo de Leonardo y el del taller, por ejemplo”.