lunes, 31 de mayo de 2021

Picasso, a cada amante su joya

 

El museo barcelonés indaga por primera en su faceta más desconocida, también la más íntima y privada, y reúne joyas de artistas, de Dalí o Man Ray a Cildo Meireles

 

Jacqueline con un collar de cerámica hecho por Picasso en Cannes, 1957  

 

 

TERESA SESE

“Las joyas de Picasso, más que objetos de arte comercializables, son poesías privadas, obras íntimas”, señala Manon Lecaplain, comisaria junto a Emmanuel Guigón de Picasso y las joyas de artista, exposición que aborda por primera vez una faceta de la que él apenas habló y que hasta ahora no había sido objeto de estudio. Lo cual no deja de ser sorprendente. Porque a lo largo de su vida, el artista creó para las mujeres de su entorno –compañeras, amigas, amantes– una gran diversidad de piezas sumamente personales que son como “un termómetro de sus relaciones” y “un catalizador de sus emociones”, al tiempo que le sirvieron de campo de experimentación artística. Como si fueran esculturas en miniatura.

“Pablo, que estos día va bien de dinero, me ha regalado unos grandes pendientes de oro, muy ligeros, hechos a mano (...) No me los quito ni para dormir”, escribió Fernande Olivier en sus memorias, aunque Lecaplain la contradice: sí se los sacó, y muchas veces, utilizándolos como si fueran un barómetro de su vida de pareja, entraban y salían “cuando los amantes se reconciliaban después de la tormenta”. Regaló también joyas a Eva Gouel, a Gabrielle Depeyre, a Olga Khokhlova... Pero fue Dora Maar, ya a mediados de los años 30, la que despertó su pasión por la creación de joyas. Al principio son colgantes broches, medallones y anillos que compra en los mercados y a los que añade retratos grabados y dibujos. Luego, en las playas de Juan-les-Pins, recoge huesos, conchas y vidrios que decora con un cuchillo o unas pinceladas en las que, como en una suerte de eco de su obra plástica, la representa como una fauna o como la mujer que llora. Algunas de estas piezas sólo se conocían por las fotos de Dora Maar, a quien Picasso pidió que retratara, encargo que también trasladó a Brassaï. Este último, en sus Conversaciones con Picasso , relata la fascinación que sentía el malagueño por los guijarros que encontraba en la arena (“son tan bonitos que me cogen ganas de grabarlos todos”) y su sueño de devolverlos al mar una vez transformados: “Serían auténticos rompecabezas para los arqueólogos”.

 


"Las joyas de Picasso, más que objetos de arte comercializables, son poesías privadas, obras íntimas”, señala Manon Lecaplain

Al final de sus días, con 90 años, las joyas siguen presentes en los cuerpos de las prostitutas de los grabados que dedica a Degas. “Pendientes, brazaletes y collares aparecen tan marcados como el sexo de las prostitutas”, apunta la comisaria. En la exposición se puede contemplar también el collar con colgante en forma de búho que creó para Françoise Gilot (la pareja había encontrado un ejemplar herido en el museo de Antibes), el hueso en el que el artista creyó ver una costilla de Adán (“te grabaré una Eva”) o la cabeza de un sátiro en bronce que a ella le disgustaba por su excesivo peso.

Con Gilot se introdujo en la cerámica en el Taller Madoura, en Valauri, donde hizo emerger centenares de medallones (desde rostros femeninos a un relieve con un hombre desnudo en erección), y en los años 50 descubre la técnica de la cera perdida gracias a su dentista, Roger Chatagner, y crea joyas en oro y plata para Jacqueline Roque. Hasta los años 60 se trataba de piezas únicas, destinadas a sus personas más cercanas, pero a partir de entonces también ensayó la producción en serie.

La palabra joya viene de juego, recuerda Guigon, quien en una segunda sala ha reunido una selección de la extraordinaria colección Clo Fleiss de joyas de artista. Anillos, brazaletes, colgantes, diseñados con extraordinaria libertad por artistas como Meret Oppenheim (un brazalete hecho con piel que daría lugar a su icónica taza peluda), los pendientes de oro de Dalí inspirados en las conversaciones entre Chamberlain y Hitler, las maravillosas creaciones de Giacometti o Calder, las arañas de que Louise Bourgeoise realizó en colaboración con el español Chus Burés o el anillo bomba de Cildo Meireles, un barril de petróleo con pólvora comprimida en su interior y una lente que, expuesta al sol, lo haría explotar.

 

miércoles, 26 de mayo de 2021

LA COLECCIÓN DEL PROPIETARIO DE CHRISTIE’S París estrena un nuevo templo del arte

 

LA COLECCIÓN DEL PROPIETARIO DE CHRISTIE’S

París estrena un nuevo templo del arte

 

 

 

La gran cúpula.El espacio central de la antigua Bolsa de Comercio acoge la instalación de Urs Fischer inspirada en El rapto de las Sabinas, de Giambologna. Debajo, una de las siete galerías del nuevo museo dedicadas al arte moderno

François Pinault, el más importante coleccionista de arte de Europa y referente mundial (sus más de 10.000 obras representarían más de 1.500 millones de euros) abre, a los 84 años, el mayor museo de arte moderno, privado, de Francia con unas 200 obras de 30 artistas, y la revelación del trabajo del arquitecto Tadao Ando sobre la Bolsa de Comercio del siglo XVIII.

La expectativa era triple. La suya, porque ya en 2001 quiso crear un abrigo parisino a su colección. La del mundo del arte, porque además de su fortuna personal (rondaría los 32.000 millones de euros), es también el propietario de Christie’s, la primera casa de subastas del mundo, lo que le brinda una confortable atalaya para seguir las oscilaciones económicas del mercado. Así, cada movimiento de su colección (desde el 2000 habría comprado 9.571 obras y vendido, con plusvalía siempre, 192) agita el microcosmos. Y la del ayuntamiento parisino (que en 2015 le dio este espléndido emplazamiento), ya que le proporcionará 15 millones anuales los dos primeros años y luego un alto porcentaje, y añade un atractivo turístico a la ciudad. No hay que olvidar al público. Las entradas para el fin de semana inaugural, el sábado y domingo próximos, de acceso gratuito, se acabaron en media hora.

Detalle importante: Pinault no esconde sus riquezas. Si este espacio se llama “el nuevo museo de la colección Pinault”, es porque ya existen otros dos en Venecia, inaugurados en 2006 y 2009, además de espacios satélites y de una política de préstamos generosa.

Colección millonaria

François Pinault atesora más de 10.000 obras valoradas en unos 1.500 millones de euros

Ahora, al mismo tiempo que París gana de un golpe un edificio tan espectacular como minimalista, que esa es la firma de Ando, e interiorismo de los hermanos Bouroullec, la decisión del coleccionista de no hacer ostentación de sus estrellas (ni Damien Hirst ni Jeff Koons, por ejemplo; apenas unos pájaros hitchcockianos y agoreros de Maurizio Cattelan) brinda una exposición a la que el adjetivo disruptiva le va como un guante.

El círculo perfecto de la Bolsa de Comercio deslumbra al visitante. Bajo la cúpula, una vez agotado el placer de admirar los frisos y murales restaurados, luce la instalación de Urs Fischer, una réplica al tamaño natural de El rapto de las Sabinas, de Giambologna, que en realidad es una vela inmensa de cera con múltiples mechas encendidas. En unos meses habrá desaparecido “pero más que de una destrucción hay que hablar de metamorfosis”, prefiere Pinault, que también debuta como comisario. El pasaje que envuelve la rotonda supone un contrapunto entre el siglo XIX (la fachada restaurada, mosaicos, carpintería, fresco de la cúpula) y el XXI: cemento y escalera de Ando. Hay 24 vitrinas, rezago de la Exposición Universal de 1889, ocupadas por el artista Bertrand Lavier. El coleccionista explica cómo escoge sus obras. “Cuando se me pone la carne de gallina sé que debo comprar o, en este caso, exponer. Si es muy bella la obra pero te deja frío, no vale la pena”.

 

lunes, 17 de mayo de 2021

Se subasta uno de los ocho dibujos de Leonardo da Vinci que aún permanecen en manos privadas

 

Christie’s, que venderá ‘Cabeza de un oso’ el 8 de julio, espera que se paguen diez millones de euros

 

Mide siente centímetros de alto y otros siete de ancho. Y está realizado con la técnica conocida como punta de plata que utilizaron por primera vez los escribas medievales en manuscritos. Se llama Testa di orso (Cabeza de oso) y es uno de los ocho dibujos de Leonardo da Vinci que aún son de propiedad privada. El 8 de julio la casa de subastas londinense Christie’s espera que se pague por él diez millones de euros.

Se trata de un penetrante estudio de la cabeza de un oso con una técnica que consiste en la utilización de una varilla de plata que se arrastra por la superficie creando el dibujo. La base es de color rosa pálido. Da Vinci (1452-1519) aprendió dicha técnica de su maestro, Andrea del Verrocchio.

La historia de Cabeza de un oso se remonta a Sir Thomas Lawrence (1769-1830), un pintor británico cuya colección de dibujos de antiguos maestros se consideraba una de las más grandes del mundo. Cuando falleció Lawrence en 1830, el dibujo pasó a su acreedor principal, Samuel Woodburn, quien lo vendió a Christie’s en 1860 por 2,50 libras.

 Hacia la primera mitad del siglo XX, la obra era propiedad de otro gran coleccionista británico, el capitán Norman Robert Colville. Desde su primera exposición pública en 1937, también se ha mostrado en museos de Londres, Milán, Abu Dabi o Moscú.

Stijn Alsteens, de Christie’s París, ha valorado: “Después vender otro dibujo de Da Vinci, Caballo y jinete, en 2001, por 11 millones de dólares [nueve millones de euros], que sigue siendo el récord mundial de un dibujo del artista, Christie’s se enorgullece en ofrecer otro trabajo del posiblemente el mejor dibujante el mundo. Tengo todas las razones para creer que lograremos un nuevo récord en julio para Cabeza de un oso, uno de los últimos dibujos de Leonardo que se espera que salgan al mercado“.

Cabeza de un oso estará en exhibición pública en Christie’s en el Rockefeller Center de Nueva York a partir del sábado 8 de mayo y luego llegará al Christie’s de Hong Kong del 20 al 25 de mayo. Su trayecto acabará en Londres, donde se podrá admirar del 1 al 6 de junio antes de la venta, el 8 de julio.