Era una copia del «Rubayat», una recopilación de poemas del
siglo XI del poeta persa Omar Jayam
También hubo una tragedia artística en el hundimiento del
Titanic. Lo dijo de forma exagerada, a modo de boutade, el escritor
franco-libanés Amin Maalouf en su novela «Samarcanada»: «Cuando el Titanic se
hundió en la noche del 14 de abril de 1912 su víctima más eminente fue un
libro». Y qué libro. Y qué joya. Era el libro más lujoso del mundo.
Tenemos que remontarnos unos años antes para comprender la
historia. A principios del XX, Henry Soltheran estaba obsesionado con la idea
de revivir la tradición medieval de las encuadernaciones lujosas. Echaba de
menos aquel mimo en libro como objeto, donde se cuidaba hasta el más mínimo
detalle. Él quería hacer un libro único, de esos que ya no se encontraban desde
hacía siglos. Para ello, llamó a los dos grandes encuadernadores de entonces:
George Sutcliffe y Francis Sangorski, que se habían hecho famosos con sus
ediciones de lujo. Les dijo desde un primer momento que el dinero no importaba,
que hicieran el libro más espectacular del mundo, que no pusieran barreras a su
encuadernación.
El encargo de Henry Soltheran era claro: hacer el libro más
espectacular del mundo
Eligieron un libro exótico para encuadernar: el «Rubayat»,
una recopilación de poemas del siglo XI del poeta persa Omar Jayam. Para cuando
se terminó en 1911, este pasó a ser conocido como «El libro maravilla». ¿El
motivo? Las más de mil piedras preciosas y semipreciosas que incluían sus
páginas, entre las que había rubíes turquesas y esmeraldas. También por las
incrustaciones de plata, marfil y ébano. Seguramente, la gente también se
maravillaba con las 600 hojas de oro de 22 quilates que incluía la edición.