La muestra ‘Arte y cine. 120 años de intercambios’
organizada por la Obra Social “la Caixa” repasa las influencias entre ambas
disciplinas artísticas
ALEJANDRO TEODORO, Barcelona
03/02/2017 00:05 | Actualizado a 03/02/2017 00:31
“Yo tenía la impresión de que si tenían que presentarse
secuencias oníricas, éstas debían ser vividas, y utilicé a Dalí por su gran
ejecución gráfica”. Dicho y hecho. Sir Alfred Hitchcock contrató al maestro del
surrealismo para el rodaje de su film ‘Recuerda’. Corría el 1945 cuando el
artista catalán, ya consagrado en el panorama internacional, plasmaba su
particular visión de los sueños en el mismísimo Hollywood.
No era la primera vez que pintura y cine se fusionaban, ni
tampoco la última. Como no lo era la participación de Dalí en el mundo del
cine. El polifacético artista ya había dejado su huella en España en dos de los
clásicos de Luis Buñuel: ‘Un perro andaluz’ y ‘La edad de oro’.
El maestro del suspense y el máximo representante del
surrealismo se unían para explorar el mundo de los sueños. Hitchcock confió en
Dalí el montaje de una de las escenas más icónicas de la película. El catalán
se inventó un mundo onírico plagado de ojos, distorsiones y grandilocuencias
para representar uno de los sueños de Gregory Peck, protagonista de la
historia, en el momento que un psicoanalista trata de curar sus fobias. Dalí en
estado puro... en el celuloide.
August et
Louis Lumière. 'Arrivée d'un train à la ciotat', 1895.
Dalí con
Hitchcock o Jean-Luc Godard con Andy Warhol e Yves Klein son dos de los
diálogos entre cine y arte expuestos en CaixaForum de Barcelona
El diálogo de Hitchcock y Dalí, o lo que es lo mismo, del
cine y el arte, no es único. ‘Recuerda’ es un reflejo de cómo el arte pinta el
cine, o de cómo el cine acaba convertido en un lienzo del arte. Una frontera
difusa y porosa, bidireccional, en la que ambas disciplinas artísticas se
retroalimentan con influencias que nacen desde el mismo cine primitivo.
Esta es la idea central de la exposición ‘Arte y cine. 120 años
de intercambios’, una muestra de 349 piezas que profundiza en el diálogo
ininterrumpido entre artes visuales y cinematográficas. La exposición está
organizada por la Obra Social “la Caixa” en colaboración con La Cinémathèque
française bajo el comisariado de Dominique Païni. Una oportunidad para viajar,
década a década, hasta finales del siglo XIX, en una exposición abierta en
CaixaForum Barcelona hasta el 26 de marzo.
‘Arte y cine. 120 años de intercambios’ es un juego para
descubrir quién inspira a quién. Los hermanos Lumière, pioneros del cine a
finales del XIX, ya pintaron sus primeras obras con referencias impresionistas.
El tren de ‘La estación de Saint-Lazare’, de Monet, queda bien reflejado en la
representación de su película ‘La llegada del tren a La Ciotat’, con una clara
perspectiva lineal y pinceladas rápidas.
Curiosamente, algunos artistas se mostraron escépticos ante
la influencia del cine en sus representaciones. Era el caso de Picasso. “Yo iba
a menudo, pero sin pensar en nada especial, como quien va al café”, explicaba
el pintor preguntado sobre el arte del celuloide. Picasso, finalmente, cayó
seducido por el séptimo arte. Su diseño del vestuario en el ballet ‘Parade’, de
Jean Cocteau, muestra ciertas similitudes con el estilo de Charlot, el
personaje de Charles Chaplin.
El mismo Picasso fue protagonista de un documental en 1956
que plasmaba, pincelada a pincelada, el nacimiento de uno de los grandes genios
del siglo XX. Incluso participó personalmente en la obra, dirigida por
Henri-Georges Clouzot, para hacer más opaco el misterio de su genio.
La muestra quiere demostrar que el cine, arte entre las
artes, se puede exponer
En la década de los 20, el cine transformó y deformó la
realidad. El expresionismo alemán alcanzó su máximo esplendor con obras tan
emblemáticas como ‘El gabinete del Dr. Caligari’ o ‘Los Nibelungos’; películas
en las que cuesta diferenciar qué disciplina artística tiene más peso. Los
personajes macabros e irreales ambientados en claroscuros del film de Robert
Wiene parecen sacados de un lienzo de Ernst Kirchner.
Tan difusa era la frontera entre cine y pintura que
numerosos artistas renunciaron a sus pinceles para cambiarlos por una cámara:
Francis Picabia, Marcel Duchamp, Hans Richter o Viking Eggeling destacan en
esta lista de enamorados del séptimo arte.
Desde hace más de un siglo, el cine ha sido una clara fuente
de inspiración para el resto de las artes visuales. Del mismo modo, el
celuloide ha absorbido y centrifugado las vanguardias artísticas, con
resultados innovadores y sorprendentes. ‘Arte y cine. 120 años de intercambios’
recupera algunos ejemplos célebres, y descubre otros menos conocidos, de lo que
el cine debe al resto de las artes, y al revés.
Y si Hitchcock fue en busca de Dalí, cuarenta años más tarde
Eduardo Arroyo iría en busca de Hitchcock. En su delicado volumen de
litografías, el pintor español realiza un excepcional análisis crítico de la
construcción narrativa del maestro del suspense.
En los 50, lejos de Hollywood, Nueva York fue la ciudad de
los inventores de nuevos lenguajes cinematográficos y refugio de los
surrealistas durante la guerra. Artistas como Kenneth Anger usaron la pantalla
como una paleta infinita de coloridas superposiciones, y el ritmo que imponía
al movimiento de las imágenes, sobre histéricos fondos musicales de rock, está
más vinculado a un collage a lo beat melódico que a un montaje tradicional.
El proyecto propone un diálogo entre artistas de las
vanguardias históricas y cineastas, siguiendo un sentido cronológico hasta
nuestros días
Y cuando la Nouvelle Vague —encabezada, especialmente, por
Jean-Luc Godard— cuestionó la narrativa cinematográfica tradicional,
probablemente abrió la estética cinematográfica a las demás artes, en
particular a la pintura moderna, y en ocasiones también a las artes más
conceptuales. Los cineastas de la Nouvelle Vague volvieron claramente su mirada
hacia Henri Matisse; desde siempre, Jean-Luc Godard le dedicó dulces y teóricas
atenciones.