martes, 24 de marzo de 2020

Mi primera epidemia fue Hitler, mi segundo Stalin.



THEODOR KALLIFATIDES

A los 81 años no ha ganado escepticismo, pero sí una conciencia renovada al asomarse al fondo de su pasado. «Caminando por Atenas y por el interior del Peloponeso observé a la gente de mi edad, intenté comprender sus realidades. Y hubo en ese ejercicio algo desolador: Europa ha hecho de la vejez una enfermedad. El viejo ya no es un ciudadano más. Eso es brutal».

Delgado, alto, con los surcos de la edad en el rostro noble, nada indica que este hombre aloje un gramo de cansancio. Y, sin embargo, en los ojos medianos y gentiles asoma un cierto desengaño. «Muchos olvidan que ser libre es un privilegio de la edad. Y Otra vida por vivir es parte de ese privilegio».
Ser libre, dice...

- Albert Camus nos advirtió que la libertad se construye desde la bondad, y eso es lo que hoy no tenemos. En Lesbos vi a centenares de griegos desbordados por las oleadas de inmigrantes volcados en ayudar, abriendo sus casas a los que llegaban a las costas. Entonces comprendí que sólo la gente pobre se vuelca en verdad en la ayuda de sus semejantes, pues ellos conocen bien la intemperie.