Uno de los 'Decor' del artista instalado en 1975 en Londres
MUSEO REINA SOFÍA
El Reina Sofía dedica al belga Marcel Broodthaers una amplia
retrospectiva donde despliega su ironía y su insurgencia
ANTONIO LUCASMadrid
El arte del siglo XX limita al Norte con Picasso y al Sur
con dos Marcel. Uno de ellos es icono de modernidad: Duchamp. El otro, un
fugitivo del canon: Broodthaers. Y a este último, belga nacido en 1924 y muerto
en Alemania en 1976, dedica el Museo Reina Sofía de Madrid la más amplia
retrospectiva de las que hasta ahora le concedieron sitio y foco.Broodthaers es
un tipo extravagante, ceñido a esa condición de hombre en fuga cuyas ideas del
arte traspasan primeramente el arte mismo y después cualquier protocolo,
cualquier reglamento, cualquier trampantojo de cuantos adornan el proceloso y
líquido ámbito de lo contemporáneo. Comenzó como poeta. Un poeta de hacer
lento, de economía frágil, de concentración y hermetismo. Y a los 40 años
cambio de rumbo. Decidió pasar del poema a la poesía visual. Al arte, al
desafío. La nueva aventura sólo duró 12 años, hasta la muerte. «Tiempo
suficiente para fijarse en el ámbito del arte contemporáneo y desbancar la
ortodoxia de cuál es el papel del artista», explica Manuel Borja-Villel,
director del Reina Sofía y comisario de la muestra junto a Cristophe Cherix.