Gabriela Adamo acababa de
lograr el mayor éxito del evento literario en su 40ª edición
Gabriela
Adamo era la gran artífice del
éxito reciente de la Feria
del Libro de Buenos Aires. Fue contratada en 2011 por la Fundación El Libro y en apenas tres años imprimió a este acontecimiento una
difusión inédita. Los agentes de seguridad del predio de La Rural, donde se celebra el
evento, no la conocían y le
pedían que se identificara a la entrada como una más entre los 1,2 millones de visitantes. Pero en el
mundo cultural argentino todo el mundo sabía que Adamo era la artífice de que
la feria hubiese batido este año su récord de ventas y visitantes y que hubiera
logrado mayor proyección que nunca, con la presencia de autores como los
españoles Arturo Pérez Reverte y Almudena Grandes o el estadounidense
Paul Auster y el Premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee. La
feria celebraba este año su 40ª edición y todo el mundo parecía feliz. Pero el pasado miércoles, un días después de que finalizase
la edición más exitosa de la
Feria, Gabriela Adamo presentó su renuncia ante la Fundación El Libro.
Enseguida comenzaron a circular versiones
sobre la causa de su dimisión. El diario Clarín informó sobre “tensiones con
sectores kirchneristas”. Y mencionó una supuesta discusión a raíz de la
asistencia a la Feria
de la escritora cubana Zoe Valdés. Pero en declaraciones a Clarín, Adamo puntualizó: “Las presiones políticas no son la parte
principal de esta decisión. Es un proceso de desgaste en una institución con
intereses creados por todos lados. Mis prioridades son una auténtica promoción
de la lectura y un programa cultural abierto, moderno e internacional y siento
que no son las prioridades del Consejo”. Y al diario La Nación le
dijo: “No fue por razones políticas, sino por una suma de factores personales y
profesionales que hacen que no tenga sentido que continúe en ese lugar”.
Las presiones políticas no son la parte
principal de esta decisión. Es un proceso de desgaste en una institución con
intereses creados por todos lados. Mis prioridades son una auténtica promoción
de la lectura y un programa cultural abierto, moderno e internacional y siento
que no son las prioridades del Consejo
Adamo se extendió algo más enPágina
12: “La verdad es que estaba muy cansada.
Antes de pelearme con gente con la que no me quiero pelear, preferí irme. Me da
mucha pena por un montón de cosas que quedan en el camino. Quiero que quede
claro que mi renuncia no tiene nada que ver con cuestiones políticas. Aunque es
lógico y natural que la Feria
tenga presiones de todo tipo. (…) Sentía que no podía hacer lo que me interesa:
dedicarme al programa cultural, a la promoción de la lectura. Cada vez más
tenía que arbitrar en peleas. Eso fue lo que me cansó: tener que ser árbitro de
peleas que me trascienden”.
Adamo declaró a Página 12 que
lo más triste de su renuncia es que sirviera para “alimentar la ‘batalla
cultural’ o como prefieran llamarla”. “Lo último que quiero es alimentar esto. La Fundación siempre tuvo
problemas, pero el tono de las peleas creció en una escalada bastante
furibunda. La decisión se me venía armando desde hace casi un año, pero era la
edición número cuarenta y le puse toda mi energía. Quiero muchísimo a la Feria; es una gran
herramienta de promoción del libro y de la lectura, un gran punto de encuentro.
(…) Pero necesita un director o directora que tengan más cintura política, no
en el sentido de la política partidaria, sino ante las presiones de todo tipo.
Alguien que se mueva mejor ahí”.
La Fundación El Libro está integrada por
varias organizaciones como la Sociedad Argentina de Escritores o la Cámara Argentina
del Libro. En su Consejo, compuesto por unos 20 miembros titulares, hay también
consejeros afines al Gobierno. Uno de ellos, Aurelio Narvaja, reconoció a Página 12 que Gabriela Adamo es
“una excelente animadora cultural con una enorme capacidad de trabajo”. Pero
añadió: “Las discusiones no fueron con ella, pero sí hubo muchas discusiones
entre los que integramos el Consejo. Una de las cosas que se hacía mal era que
todo el dinero de la publicidad de la
Feria se les pagaba a Clarín y La Nación, además de darles
gratis los espacios”.