El cierre de museos, galerías y ferias podría abocar al
sector a una crisis sin precedentes
Coronavirus: última hora en España y resto del mundo, en
directo
Obra del artista de origen iraní Kamrooz Aram en la subasta
de arte del Medio Oriente y África celebrada en Sotheby’s Londres el pasado 20
de marzo
La pandemia ha cerrado galerías y museos, han sido
cancelados o puestos en cuarentena miles de proyectos y exposiciones, y cerca
de una treintena de ferias se han pospuesto para el otoño. El carrusel ha
dejado de girar y cuando vuelva a hacerlo nada será lo mismo. Aún con la
prudencia que dicta la incertidumbre, no es difícil visualizar que el mundo del
arte se enfrenta a un panorama tenebroso y que el impacto de la crisis golpeará
el mercado, pero sobre todo la vida de artistas e instituciones. Hans-Ulrich
Obrist, director artístico de Serpentine Gallery y una de las voces más
respetadas del mundo del arte, urgía días atrás al gobierno británico a crear un
multimillonario programa de ayudas públicas al estilo del New Deal, el plan
ideado por el presidente Franklin D. Roosevelt para luchar contra la Gran
Depresión que dio trabajo a más de 3.700 artistas e impulsó las carreras de
figuras que luego serían esenciales como, por ejemplo, Jackson Pollock y Mark
Rothko.
“Es un proyecto tan fascinante cuando consideras dónde nos
encontramos ahora, tanto en términos de apoyar la economía como de la
importancia de ayudar y preocuparse por los artistas”, señalaba Obrist a The
Guardian. La llamada de alarma se producía en un país donde el Arts Council
England ha lanzado ya un paquete de ayudas de emergencia de 180 millones de
euros, que incluye subvenciones directas a artistas. Alemania ha dispuesto de
un fondo de 50 millones de euros para dotar de liquidez a las empresas
culturales y a sus profesionales, que podrán optar a una asignación mensual de
1.600 euros. Francia ha comprometido ya una primera partida de 22 millones para
la cultura, y en Italia se destinarán 130 millones para ayudas al sector. En un
contexto como el español, ya de por sí debilitado, la falta de respuesta por
parte del Gobierno español, dispara todas las alarmas.
La multimillonaria subasta de Damien Hirst en el 2008,
“Creo que estamos ante una de las peores crisis a las que
nos hemos enfrentado nunca”, señala Lola Garrido, coleccionista, crítica y
experta en el mercado del arte, a quien la actual situación le recuerda mucho
la que se vivió en la Gran Depresión. “Esta crisis ha venido para quedarse”,
asegura. “En España ha costado diez años remontar la crisis del 2008 y esto va
a ser el final para muchas pequeñas galerías, se van a perder. Sólo
sobrevivirán las grandes. El mejor business plan es tener dinero. Cuando te van
mal las cosas, si tienes dinero puedes tirar adelante”. “Mucha gente
hipermillonaria seguirá siéndolo, y al año que viene más, pero para los que
vienen de la bolsa, de los fondos de inversión, la construcción..., la caída va
ser espectacular”.
Nadie se atreve a evaluar aún los daños, pero las primeras
estimaciones son cuando menos preocupantes. Una encuesta del Americans for the
Arts estima que las pérdidas para las instituciones artísticas sin afán de
lucro en Estados Unidos es ya de 3.200 millones de euros, y vaticina que las
pequeñas no volverán a abrir. Y a este lado del Atlántico, en Francia, la
asociación de galerías advierte que al menos un tercio cerrarán antes de que
acabe el año. “Lo que está sucediendo es un horror, pero no estoy desesperado”,
señala Carlos Duran, fundador y director de la galería barcelonesa Senda, que
se muestra convencido de que una vez se levante el confinamiento los espacios
reabrirán sus puertas y el público volverá a visitar las exposiciones, “si bien
es verdad que vamos a sufrir un fuerte impacto en las ventas y tendremos que
ser muy imaginativos a la hora de buscar nuevas fórmulas porque las teníamos
seguramente ya no valen”.
Hans-Ulrich Obrist
El comisario británico pide un nuevo New Deal para dar
trabajo a los artistas
“Tengo una sensación extraña”, confiesa. “Por un lado estoy
convencido de que la importancia de nuestra participación online será cada vez
mayor, pero al mismo tiempo creo que lo que hagamos en el espacio físico de la
galería será nuestro valor diferencial. Habrá una vuelta a los cuarteles, pero
para disfrutar de los cuarteles. Vamos a mirar más lo que tenemos más próximo.
Es verdad es que nunca jamás hemos tenido mayor audiencia y tantas herramientas
para llegar a ella como ahora. Pero la competitividad es feroz, todos estamos
en ello. Cada uno deberá encontrar la fórmula que encaje más con su propia
oferta, pero desconfío mucho del modelo exclusivamente online. Vamos a tener
que ser muy imaginativos”.
A medida que se suspenden ventas y exposiciones, los
artistas, la parte más debilitada de la cadena, están forjando sus propias
redes de solidaridad a través de las redes sociales, organizando muestras
individuales o colectivas, o participando en plataformas como la promovida por
el artista Matthew Burrows en Instagram (#artistsupportpledge) para que los
creadores compartan y vendan su trabajo a través de una fórmula sencilla: el
artista publica una imagen de su obra junto al precio y otros detalles. Cada
vez que un artista gana 1.000 euros en ventas, se compromete a utilizar el 20%
de sus ganancias para comprar obra de otro artista. Pero eso es casi una
anécdota para un mercado del arte y antigüedades que el año pasado alcanzó la
cifra de 64.100 millones de dólares, un 5% menos que en el año anterior, según
el Art Basel & UBS Report, que elabora la economista Clare McAndrew.
Lola Garrido
“A las ferias se iba a besarse y a abrazarse, y vamos a
tardar mucho en hacerlo”
Muchos en el mundo del arte ven el impacto del coronavirus
como una oportunidad para frenar el ritmo frenético de la actividad global y
repensar un sistema que obliga a las galerías a ir de feria en feria, como un
circo rodante. Es en este ámbito donde las galerías consignaron en el 2019 el
45% del total de sus ventas (16,6 millones de dólares) según el citado informe.
“Esta es una de las cosas que se van a ver más afectadas”, señala Garrido. “A
las ferias se iba a besarse y abrazarse, y me temo que vamos a tardar mucho en
volver a hacerlo. Ya está bajando el índice de adulterios... Las ferias eran
para hacer contactos y ver a los ricos, pero las ventas ya se habían hecho en
casa. La gente se lo va a pensar mucho antes de coger un avión a Hong Kong o a
donde sea”. De momento han quedado postergadas Art Basel Basilea, Art Bruselas,
Art París, Masterpiece London, Frieze New York... La lista es tan larga que
resulta imposible pensar que puedan concentrarse todas en los últimos meses del
año. El Salon du Dessin de París, por ejemplo, ha saltado de año. Las dos
ferias barcelonesas, Swab, dedicada al arte emergente, y Loop, de vídeo, mantienen
su convocatoria para los meses de octubre y noviembre, respectivamente.
Aurora Zubillaga (Sotheby’s)
“Los coleccionistas tienen mucho apetito de comprar, están
activos”
Las grandes casas de subastas como Christie’s y Sotheby’s
han cerrado sus puertas, sus mega temporadas de primavera, donde se puja por
cifras millonarias (el pasado año, el conejo de acero inoxidable hace a Jeff
Koon se vendió por 91 millones de dólares Christie’s), han sido pospuestas y en
algunos casos, como el de Sotheby’s, sus empleados están siendo objeto de
planes de regulación temporal. Pero las ventas no se han detenido. “En Asia la
situación está mucho más estabilizada aunque siguen las restricciones para
viajar. La semana pasada se anunció la venta de la mejor colección privada de
Patek Philippe y se venderá allí. También se está trabajando en las ventas
online , que tendrán lugar en los meses previos a la vuelta a las subastas
presenciales que, en principio, han pasado a julio”, señala Carmen Schjaer,
consejera delegada de Christies en España.
¿El futuro? “Ir adaptándonos a medida que la situación
evoluciona”, dice, y añade un dato sorprendente: “Lo que estamos comprobando
estos días con nuestros clientes es la necesidad de coleccionar”. Una impresión
que desde Sotheby’s constata también su consejera delegada en España, Aurora
Zubillaga: “Los coleccionistas tienen mucho apetito de comprar, quieren estar
activos, sea porque disponen de más tiempo o porque se han aplazado las ferias,
lo cierto es que el mercado medio sigue funcionando mediante las subastas
online o a través de las ventas privadas”.