MUSEO CARMEN THYSSEN …
MALAGA
Exposición
Telúricos y primitiva
De la
Escuela de Vallecas a Miquel Barceló
Hasta el 01 de marzo de 2026
Comisariado:
Bárbara
García Menéndez y Alberto Gil
Artistas:
Benjamín
Palencia, Alberto Sánchez, Ángel Ferrant, Maruja Mallo, Antoni Tàpies, Antonio
Saura, Pablo Picasso, Joan Miró, Manolo Millares, César Manrique, Eduardo
Chillida, Martín Chirino, Juana Francés, Miquel Barceló, entre otros muchos.
La tierra y
un lenguaje primordial de signos y formas esenciales o, como lo presentamos en
esta exposición, lo telúrico (terrestre o geológico) y lo primitivo
(primigenio) ofrecieron desde el primer episodio de la modernidad artística
española –en los años veinte y treinta del siglo XX– dos vías de renovación
que, por su persistencia y recurrencia, conforman un sustrato plástico
idiosincrásico de nuestra vanguardia, reconocible aún en la actualidad.

La ruptura
con la tradición académica antes de la guerra civil y el reinicio desde finales
de los cuarenta de los avances interrumpidos por la contienda fueron un
esfuerzo compartido por artistas de tendencias muy diversas que, de forma
individual o colectiva y desde el surrealismo al informalismo y sus derivas (y
más allá), refundaron la expresión artística desde nuevos presupuestos
vanguardistas. Para ello, se sirvieron de la tierra, proponiendo sus propias
«creaciones naturales», de aspectos inusitados, originales y sorprendentes, que
trascienden con mucho lo real. Y se remontaron a lo rupestre, lo indígena o lo
primario en un trasfondo histórico que impelía a partir de cero para
reencontrar una nueva identidad plástica. Como si el arte español comenzara
otra vez, en la vanguardia, desde el origen más absoluto: el de la materia de
que está hecha la naturaleza y los signos más ancestrales de la primera
expresión humana. Las más de
sesenta obras aquí reunidas –entre pinturas, esculturas, dibujos, fotografías y
grabados– se presentan en dos secciones, según la preeminencia de uno esos
leitmotivs, si bien ambos se entrecruzan continuamente, imbricados
inseparablemente en este relato que reivindica una nueva mirada a la mayor
renovación plástica acaecida en España hasta los últimos años del siglo XX. En
este imaginario ecléctico y muy sugerente, de colores terrosos, saturado unas
veces de materia, de intensa expresividad en otras y siempre de poderosa
personalidad, telúricos y primitivos recurren a lo atávico, lo gestual, lo
gráfico, lo orgánico o lo onírico para sus propuestas de vanguardia,
irresistiblemente atraídos por esas dos fuerzas motrices de un arte moderno
específicamente español.
Telúricos
Varias
propuestas de los años veinte y treinta, como la Escuela de Vallecas (Palencia,
Alberto, Lekuona) y su mirada a lo rural o las que orbitan en torno al
surrealismo (Miró, Domínguez, Esteban Francés, Moreno Villa, Mallo), se
entregaron a la invención de un paisaje personal, radicalmente novedoso,
surgido de las esencias primigenias de lo natural, del subconsciente o de los
sueños. Esta nueva relación entre arte y naturaleza convierte a esta en tema
central de la vanguardia española y alumbra una poética de lo telúrico (del
latín tellus, -ūris «la Tierra», «tierra, suelo») que impregna también la
figuración renovadora de posguerra (Ortega Muñoz) y especialmente la
abstracción informalista desde los cincuenta (Juana Francés, Palazuelo,
Manrique, Torner, Chillida, Millares, Tàpies, Guinovart), y que llega hasta
artistas más recientes cautivados por las fuerzas primordiales de la tierra (Goenaga,
Barceló, Sevilla, Muñoz, Lanceta).

Con los
telúricos se impone una plástica instintiva, visceral, irracional y
experimental que va borrando la frontera entre la figuración y la abstracción y
anticipa el gran triunfo de esta ya en plena dictadura. En ella conviven campos
yermos y universos fantásticos que parecen estar también en un estado primitivo
o antediluviano, seres biomórficos –compuestos de formas orgánicas– y figuras
metamorfoseadas en rocas ambulantes o esculturas vivientes, superficies pictóricas
dominadas por lo matérico y obras compuestas con medios plásticos no
convencionales (materiales encontrados, tejidos). O lo que es lo mismo, obras
que ilustran una vanguardia extraída, desde hace cien años, de las entrañas de
la tierra.
Primitivos
Con algunos
precursores en los años veinte y treinta entre quienes también exploraron lo
telúrico, un primitivismo muy distinto a la fascinación por el arte africano y
oceánico en el París de las primeras vanguardias tuvo especial incidencia en
los cincuenta, en los que bajo su influjo nace la abstracción española.
Desde la
pintura prehistórica de Altamira (Ferrant, Goeritz, Picasso, Lagunas, Aguayo),
la cultura indígena de los guanches canarios (Millares, Chirino), el
inconsciente y el sueño como un estado primitivo de la mente (Tàpies, Cuixart),
la influencia de la abstracción primitivista de Paul Klee (Palazuelo, Sempere)
o la reescritura desde cero por parte del informalismo de un arte que
claramente era ya otro (Saura, Chirino, Chillida, Millares, Tàpies, Manrique,
Feito, Canogar), una pléyade de primitivos coincidieron en su voluntad de
reconstruir la vanguardia durante el franquismo. En sus obras, recurrieron a un
vocabulario, aplicado en diversas sintaxis, de signos, geometrías o formas
reducidas a sus esencias, en superficies que parecen paredes o suelos y que
tienen el aspecto primario del trazo de la mano en plena libertad, la de un
creador enfrentado por primera vez en la historia del arte a un lienzo en
blanco. Siguiendo su estela, las trayectorias de quienes permanecieron fieles a
la abstracción más allá de los sesenta o las miradas primitivistas más
recientes (Barceló) dieron continuidad a una vanguardia que también había
encontrado su origen en el interior de la tierra, en las paredes de una cueva
milenaria.