Pablo Picasso pintó Guernica, hace 81 años, en una
buhardilla del número 7 de la calle Grands-Augustins. Tardó 34 días en crearlo,
desde el 1 de mayo al 4 de junio de 1937. La buhardilla aún existe, pero los
propietarios del edificio, la Cámara de Ujieres de Justicia de Francia, quieren
convertirlo en un hotel de lujo. El Comité Nacional para la Educación Artística
se opone. La batalla legal es casi un contrapunto irónico a la gran exposición
que el Museo Picasso de París dedica al Guernica, uno de los cuadros más
célebres e influyentes en la historia de la pintura. La muestra, recién
inaugurada, permanecerá abierta hasta el 29 de julio.
En París no puede contemplarse el cuadro más célebre de
Picasso. El Guernica sigue en Madrid. El interés de la exposición está
alrededor del cuadro: la evolución artística que llevó al pintor a componer la
obra, los bocetos, las fuentes iconográficas (desde el románico catalán del
medievo hasta los grabados de Goya), las fotografías de Dora Maar sobre los 34
días de proceso creativo, el contexto histórico del momento y la influencia del
Guernica en el trabajo de otros pintores, todo ello compuesto gracias, en gran
medida, a los préstamos del Museo Reina Sofía. El Museo Picasso de París
propone esta muestra en la primera mitad del año y en el segundo semestre
abrirá otra con una colección de obras maestras del pintor malagueño, algunas
de ellas jamás vistas en Francia.La historia del Guernica es bien conocida. Una
comisión de la República visitó a Picasso en París a finales de 1936 o
principios de 1937. El pintor había sido nombrado, de forma más bien simbólica,
director del Museo del Prado, y el gobierno legítimo de España quería
encargarle una obra de gran tamaño que permitiera defender su causa en la
Exposición Internacional prevista precisamente en París ese año. Picasso
aceptó. Pero tardó en dar con la idea. Los primeros bocetos resultaban más bien
convencionales y se centraban en su modelo de la época, su compañera
Marie-Thérèse Walter. En los más tardíos aparecía un puño cerrado como símbolo
de resistencia.
La idea definitiva surgió después del bombardeo que aviones
nazis y fascistas lanzaron sobre la pequeña población vasca de Guernica el 26
de abril de 1937. Fue el primer bombardeo masivo e indiscriminado en los anales
de la aviación militar, un ensayo de la brutalidad de la inminente Segunda
Guerra Mundial. Las imágenes de la atrocidad empezaron a publicarse en París el
28 de abril. El 1 de mayo, Picasso trazó un primer esbozo. Realizó 41 bocetos
desde ese día hasta el 10 de mayo, cuando empezó a pintar la obra.Diez años
después, los críticos habían establecido sistemas complejísimos para la interpretación
del Guernica. Picasso subrayó en distintas ocasiones que su intención era más
simple: «El toro representa la brutalidad y el caballo es el pueblo (...), el
toro no es el fascismo, sino la brutalidad y la oscuridad». En otra ocasión:
«El toro es un toro y el caballo es un caballo. Hace falta que el público, los
espectadores, vean en el caballo y el toro unos símbolos que pueden interpretar
como prefieran, hay animales masacrados, para mí eso es todo, el público verá
ahí lo que quiera ver».
La muestra de París reconstruye en lo posible el Pabellón
Español de la Exposición Internacional inaugurada el 24 de mayo de 1937, un
pabellón físicamente empequeñecido entonces por las colosales aportaciones de
la Alemania nazi y la Unión Soviética. El pabellón, un edificio de líneas
racionalistas construido por los arquitectos Luis Lacasa y Josep Lluís Sert,
contenía, además del Guernica, el fresco de Joan Miró La revuelta del campesino
catalán (desaparecido) y La fuente de Mercurio de Alexander Calder. En los
meses siguientes, Picasso abundó en un tema ya presente en el Guernica con la
serie Mujeres que lloran, concluida el 18 de diciembre con La suplicante,
conmemoratorio del bombardeo sufrido por la ciudad de Lérida el 2 de noviembre,
en el que fue atacada directamente una escuela.
El resto de la muestra se dedica a la peripecia del cuadro
después de la Exposición de 1937. El Guernica viajó al Reino Unido y después a
Estados Unidos, ya convertido en símbolo gráfico del pacifismo. Picasso lo
entregó en préstamo al Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1939. Treinta
años después, en 1969, el régimen franquista intentó recuperarlo. Picasso se
negó de forma rotunda y declaró al diario Le Monde que su obra más famosa sólo
volvería a España «una vez restablecida la República». Picasso murió en 1973.
Francisco Franco murió en 1975. En 1978 se aprobó la Constitución española. En
1981, el Guernica viajó a España, donde pudo ser visto por primera vez. En 1992
dejó el Casón del Buen Retiro del Museo del Prado para establecerse de forma
definitiva en el Museo Reina Sofía.