domingo, 23 de febrero de 2014

ARCO se queda en cuadros


El coleccionismo apuesta de nuevo por el valor seguro de este soporte


Durante unos años, la pintura cedió en ARCO parte del espacio preeminente que mantenía en las galerías en beneficio del vídeo, la instalación, la fotografía, que parecían el porvenir, el lugar físico donde el futuro había depositado su propio horizonte. Pero aquel estallido de ruido y formas, la irrupción febril del instante congelado o el movimiento condenado a repetirse eternamente en el bucle de una película intencionadamente casera o pulcramente artística, ha quedado atrás, y la superficie pintada ha recuperado aquellos metros perdidos. David Fernández-Braso reconoce que «ésta es la edición más pictórica de los últimos años, con menos vídeos y arte conceptual. Es como una vuelta a la pintura. Antes se había abusado demasiado de los objetos que llamaban la atención». La crisis ha vuelto cautos a los coleccionistas y «ahora quieren cierta garantía y, también, algo de lo que puedan disfrutar en casa, como es la pintura», asegura el galerista. Desde la galería Pilar Serra explican que «hace unos años, la fotografía se integró en ARCOcon fuerza porque comenzó a

entrar en los museos. Ahora ya sólo queda lo mejor, se ha producido un filtro y la pintura ha recobrado su presencia anterior. Hay que tener en cuenta que las fotos pertenecen a series y que el precio de estas obras ha subido mucho. El coleccionista ve la serie como algo menor y si por un precio semejante pueden adquirir una pintura, que es única, prefieren hacerlo. Un cuadro siempre es algo mucho más seguro». El galerista Rafael Ortiz comenta que en esta edición «se ha vuelto más a la pintura que en anteriores ediciones a pesar de su anunciada muerte. Ahora cada una de las técnicas ocupan su sitio». El galerista Miguel Marcos, que coincide con la impresión que mantienen en Marlborough, comenta que la pintura nunca ha desaparecido de las ediciones, pero reconoce el empuje que tuvieron durante una larga época otras técnicas y proposiciones: «hubo un momento en que la instalación se puso de moda», asegura y comenta que ahora se ha regresado por cauces anteriores. Parece que el coleccionismo apuesta por un soporte que disfrute de una garantía». Parece que el retorno al lienzo también ha arrastrado la obra en papel, tan delicada como a veces

infravalorada, aunque, como subraya David Fernández-Braso, «un coleccionista siempre intentará acceder a un cuadro. Hay que pensar que el arte apuesta ahora por artistas que no vayan a desaparecer con el paso del tiempo y piezas que sean sólidas, como es la pintura, que resiste mejor el paso del tiempo que la fotografía y el vídeo. El lienzo está en los museos desde hace siglos. En este sentido, ARCO ya no tiene que ver con el de hace ocho años».

ARCO'14: cómo seducir a un coleccionista



Coleccionar en tiempos de crisis


Pero ni siquiera la élite del mundo del arte se salva de la crisis. Ayer mismo tenía lugar en ARCO una mesa redonda sobre este asunto:«Coleccionismo en tiempo de crisis». La Fundación ARCOdistingue anualmente a los coleccionistas más destacados con suspremios. Este año han recaído en la colección DKV (coleccionismo corporativo), la Zabludowicz Collection (coleccionismo internacional) -fundada en 1994 por Poju y Anita Zabludowicz, es la más importante de Finlandia-, y la colección Carlos Vallejo (coleccionismo privado). La Fundación ARCO, que también es coleccionista, ha adquirido en la feria «Concierto barroco número 4», de Néstor Sanmiguel Diest, y dos fotografías, «L’Etang» y «Le devil jeune moi qui a été», de Elina Brotherus. A partir de 2015, cambiará de sede su colección: del CGACpasará al Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles.

Por ARCO han pasado otros grandes coleccionistas. Carmen Thyssen(es fácil distinguir a esta Hamelin de la nobleza, pues lleva siempre una corte de fans) se ha interesado por artistas como Alex Katz, Erik Benson, Julian Opie... Si compró o no, no lo sabemos. También se ha paseado por ARCO Rosario Nadal, este año como flamante directora adjunta del Museo Jumex de Ciudad de México. Ayer había muchas caras conocidas por la feria (Jaime de Marichalar, Eugenia Martínez de Irujo), que no quisieron perderse la inauguración, presidida por los Príncipes de Asturias. Y esta vez José Ignacio Wert sí acudió.

¿Las ventas? Bien, gracias


ARCO parece irle bien a las galerías. Muchos puntos rojos en Casado Santapau: han gustado las obras de Alain Urrutia, Marti Cormand, Alexandre Arrechea, Ximena Garrido-Lecca... En Espacio Mínimo han vendido a un coleccionista suizo una obra de Paz Errázuriz y hay ofertas para la pieza de Liliana Porter, una de las más interesantes deARCO’14. En el «stand» vemos las sombras de los dos galeristas y de la propia artista, pero ella te pinta la tuya... y en casa. El precio: 75.000 dólares, si es el primer ejemplar de la edición; 100.000 el segundo y 125.000 el tercero. Más difícil venta tienen las piezas de José Dávila enTravesía 4 (bloques de mármol sujetados a la pared por cintas flexibles).

Pero nunca se sabe: los caminos del coleccionismo son insondables. En la galería Barbara Gross, de Múnich, cuelgan unos curiosos trabajos de Karin Sander. Pertenecen a la serie «Mailed Painting». La obra de arte es el embalaje del envío postal. Y más curioso aún, que ya hayan comprado algunas. Costará más vender el Richter que cuelga en lagalería Michael Schultz de Berlín: «Abstraktes Bild». Su precio: 8,5 millones de euros. Es la obra más cara de la feria. Para consolarse, siempre le quedará ver un striptease.


jueves, 20 de febrero de 2014

Un Picasso de más de un millón de euros en la feria de ARCO


De obligada visita sera el stand de Leandro Navarro . Exibe Compotier boutellie et verre de PABLO PICASSO, valorada en 1.250.000 euros, asi como una pieza de Joan Mirò de 1943 a 750.000 euros, y dos de Juan Gris.

 

viernes, 14 de febrero de 2014

ARCO 2014


Alrededor de 200 galerías y 3.000 artistas de alto nivel de todos los continentes se reunirán en la 33ª edición de ARCO para realizar un recorrido por las últimas tendencias de la creación plástica contemporánea. Objetivo: dar visibilidad a los artistas y potenciar el intercambio comercial entre galerías, profesionales y coleccionistas. Del 19 al 23 de febrero en los pabellones 5 y 7 de la Feria de Madrid.
Se volverá a contar con un espacio para el debate en torno a la actualidad creativa y el mercado del arte. Comisarios, artistas, coleccionistas, directores y representantes de museos, centros de artes e instituciones culturales, críticos y otros profesionales de prestigio se darán cita para intercambiar ideas y proyectos y establecer relación con las galerías participantes ampliando la red de contactos.
También prestigiosos profesionales, intelectuales, artistas, filósofos y fundaciones participarán en interesantes mesas redondas y encuentros. Estas plataformas de reflexión brindarán la oportunidad de compartir reflexiones, intercambiar experiencias y debatir nuevas propuestas. Además se inaugurará, de forma paralela a la Feria, un "Foro sobre Coleccionismo".
En la fotografía, obra del artista Niko Luoma que expondrá a través de la Gallery Taik Persons (Helsinki, Finlandia).


jueves, 13 de febrero de 2014

Miquel Barceló, Premio Nacional de Arte Gráfico 2014

El artista Miquel Barceló ha sido galardonado con el Premio Nacional de Arte Gráfico 2014, concedido por la Calcografía Nacional (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) y que el año pasado fue otorgado a Jaume Plensa.
El jurado ha reconocido con este galardón "la dedicación y trayectoria" de Miquel Barceló en el "mundo de la estampa y el arte gráfico durante mas de 30 años".
Este premio, instituido en 1933, tiene el triple objetivo de reconocer la labor de los creadores que se dedican al grabado y técnicas afines, impulsar su practica y estimular el coleccionismo de estampas.

sábado, 8 de febrero de 2014

La mina de las 7.000 obras de arte

Soldados estadounidenses examinan el cuadro 'Jardín de invierno' de Edouard Manet, hallado en la mina de sal de Altaussee. / EFE

Faltó muy poco para que la mina de sal de Altaussee, a una hora de Salzburgo, se convirtiera en mayo de 1945 en la tumba de centenares de obras de arte de Rubens, Miguel Ángel, Tintoretto, Rembrandt, Vermeer, Leonardo da Vinci o Goya. En los estertores de la II Guerra Mundial, una unidad especial de las fuerzas armadas estadounidenses apodada Monuments Men protagonizó en aquella excavación uno de los hallazgos culturales más importantes del siglo XX. Encontraron alrededor de 7.000 obras de arte robadas por los nazis por toda la Europa ocupada. El rescate de este tesoro —en el que había piezas de incalculable valor como La Madonna de Brujas, esculpida en mármol por Miguel Ángel, o el retablo La adoración del Cordero Místico,de Jan van Eyck— había sido una trepidante carrera contra el reloj en la que a punto estuvo de saltar todo por los aires.Parte de lo que sucedió en aquellos días lo cuenta ahora The monuments men, la nueva película dirigida por George Clooney, que se estrena hoy en la Berlinale y se podrá ver a partir del 21 de febrero en España. Pero lo cierto es que ninguna de las escenas ha sido rodada en los impresionantes escenarios originales, que apenas han cambiado desde entonces, sino en los estudios Babelsberg de Postdam y en exteriores alemanes. El filme destaca el heroísmo de un grupo de historiadores de arte, directores de museos y restauradores, especialmente estadounidenses y británicos, que debía localizar y recuperar obras de arte desaparecidas durante la guerra. Pero la realidad es muy distinta: cuando ellos llegaron, el peligro ya había pasado. Eso es lo que cuenta el periodista Konrad Kramar en su libro Mission Michelangelo.
 La cantera de sal escondía obras de Rubens, Miguel Ángel o VermeerUn día después de la capitulación de Alemania, el 9 de mayo, el grupo se adentró en uno de los principales enclaves de la llamada Fortaleza Alpina, que los aliados consideraban el último bastión de la resistencia nazi. En este remoto e idílico pueblo de los Alpes austriacos se habían escondido en los últimos meses de la II Guerra Mundial algunos de los principales líderes nazis, como Ernst Kaltenbrunner, jefe de la Oficina General de Seguridad del Reich (de la Gestapo), y Adolf Eichmann, uno de los más infames responsables del Holocausto. En realidad, trataban de pasar inadvertidos y escapar de los aliados. Con ellos se llevaron todo el oro y riquezas que habían robado, mayoritariamente, a familias judías exiliadas, deportadas o asesinadas. Cuando el grupo llegó, no hubo resistencia militar, ni de guerrillas. Solo puestos abandonados, soldados desorientados, una población temerosa y una mina de sal llena de obras de arte. Un acopio destinado a formar parte de un viejo sueño de Hitler: el Museo del Führer de Linz.
 El expolio había comenzado en 1938 con obras procedentes de museos, iglesias, galerías, grandes y pequeñas colecciones privadas mal pagadas o simplemente expropiadas a sus propietarios judíos. Al principio, Hitler las almacenó en algunos museos y en sus residencias y oficinas en Alemania. Pero acabó trasladándolas a las minas cuando su imperio empezó a tambalearse. El tesoro nazi empezó a rodar en trenes y camiones hacia Altaussee ya en el otoño de 1943 y no dejó de hacerlo hasta casi el final de la guerra.
 Cuando británicos y estadounidenses llegaron, el peligro ya había pasado
 En la locura apocalíptica de los últimos meses, Hitler había ordenado la aniquilación total de los recursos del Reich para no dejar nada en manos de los aliados. Sus seguidores más fanáticos cumplieron sistemáticamente las órdenes mientras otros meditaban la táctica apropiada para cambiar de bando y venderse a los aliados. Estas dos posturas colisionaron también en Altaussee. La máxima autoridad de la región, el ferviente nazi August Eigruber, estaba dispuesto a obedecer hasta el final a su Führer y tras el suicidio de Hitler consideró que las obras de arte almacenadas en la mina debían ser destruidas. Ordenó a las SS colocar en la excavación ocho cajas con media tonelada de explosivos cada una


 
Los mineros, entre los que había desde nazis convencidos hasta amigos de la resistencia que se escondían en las cimas alpinas, empezaron a inquietarse. Movidos por el afán de salvar la mina que les había proporcionado el sustento durante tantos años —en ningún caso pensaban en las obras de arte— se pusieron manos a la obra. Dos de ellos, Hermann König (con contactos en la resistencia) y Alois Raudaschl (miembro del partido nazi) tuvieron la idea desesperada de recurrir a la ayuda del propio jefe de la Gestapo: Kaltenbrunner. El gerifalte se encontraba aquellos días con su amante en su villa de Altaussee y Raudaschl contactó con él a través de su amiga, Iris Scheidler, mujer del ayudante de Ernst Kaltenbrunner. El jefe de la Gestapo escuchó al temeroso minero y dio permiso inmediato para sacar las bombas de la mina, imponiendo su autoridad sobre la del responsable de la región Eigruber. Conscientes de la falta de tiempo y del riesgo de la acción, los mineros se apresuraron y consiguieron sacar las bombas en la mañana del 4 de mayo. Para evitar que los soldados de Eigruber pudieran provocar otros daños, colocaron explosivos en las diferentes entradas de la mina, que en tres horas quedó sellada y protegida.
Cuadros y esculturas empezaron a llegar en camiones en otoño de 1943
 Fueron días y horas de gran confusión en las que muchos trataron de cambiar rápidamente el carné del partido nazi por otro de la resistencia. Kaltenbrunner pensó que tal vez su ayuda en el salvamento de la mina y de las obras de arte le serviría frente a los aliados. No fue así; su responsabilidad en la barbarie era demasiado grande y fue condenado a muerte en Nuremberg.
 Al final de la guerra, Hitler ordenó la aniquilación de los recursos del ReichCon el trabajo hecho por los auténticos salvadores, cuyos descendientes en su mayoría desconocían hasta hoy su heroicidad, los Monuments Men pudieron sacar el tesoro de la mina e iniciar la tarea de transportar y devolver las obras de arte. Un trabajo que todavía hoy no ha concluido. Algunas obras de arte siguen huérfanas sin que nadie sepa con certeza quién es su auténtico propietario.


martes, 4 de febrero de 2014

Una obra de Juan Gris se vende por el récord de 41 millones de euros

LA OBRA DEL ESPAÑOL - JUAN  GRIS - SE VENDIO EN LA SALA DE CRHISTIES EN LONDRES  por el precio record de 41,4 millones de euros -
El oleo que pinto el madrileño en 1915 , una naturaleza muerta , mide 1,16 metros de altura por 89,30  de ancho.