Una comisión mixta formada por el Ateneo y la Universidad
aportará ideas para la restauración por la Junta del Aula de Picasso y el
Palomar
«Todo empezó aquí», cuenta Diego Rodríguez Vargas,
presidente del Ateneo, que comentó Christine Picasso, nuera del pintor, al
entrar en el Aula de Picasso, en el edificio del Ateneo, en el que pudo
encontrar caballetes, moldes de escayola, bustos de este material y hasta una
placa conmemorativa de que su suegro estudió allí de niño. Estaba acompañada
por el entonces delegado de Cultura, el ateneísta Fernando Arcas, cuando
todavía buscaba una sede para el Museo Picasso en los años noventa.
No fue la primera vez que el entorno de Picasso visitó este
reducto detenido en el tiempo de la vieja Escuela de Bellas Artes, en la que
José Ruiz Blasco, el padre del pintor, fue primero alumno y luego profesor de
Dibujo Lineal y Adorno de 1876 a 1891, cuando se traslada con la familia a La
Coruña. En 1955 la amiga de Picasso, la fotógrafa Lee Miller, y su marido, el
biógrafo del pintor, Roland Penrose, acudieron a Málaga a conocer la huella
picassiana, con las indicaciones del artista y de su secretario Jaime Sabartés.
De la visita, Penrose escribió en su autobiografía: «Más
instructivo fue comprobar que en la escuela de arte medio abandonada se
respiraba aquel ambiente académico en el que Picasso recibió sus primeras
clases, palpable en las filas de moldes polvorientos, pájaros disecados,
caballetes y tablas de dibujo».
El Aula de Picasso está situada sobre el salón de actos del
actual Ateneo, institución que desde el año 2000 ocupa parte de este enorme
edificio del XVII, construido originalmente como colegio noviciado de los
jesuitas. El Ateneo ha conservado en este aula hasta hace poco buena parte de
su importante fondo pictórico.
Pero no es lo único que queda de la escuela: ya en los
terrenos del Colegio de Prácticas Número 1, que comparte el mismo edificio, se
encuentra el llamado Palomar, el antiguo aula de Dibujo al Natural con amplios
ventanales y vistas de ensueño a los tejados de la Málaga de los siglos XVIII y
XIX que marcaron la infancia de Picasso.
Ateneo-UMA
Sorprende que estos dos espacios tan ligados al pintor más
famoso del siglo pasado, sobre todo el primero, sigan en el olvido en su ciudad
natal. Por este motivo el Ateneo y la Universidad de Málaga van a poner en
marcha una comisión mixta para proponer ideas a la Delegación de Cultura de la
Junta, con el fin de que se rehabiliten y puedan ser incluidos en el circuito
picassiano.
«Sería un reclamo turístico de primer orden, enlaza con los
miembros de la escuela pictórica malagueña del XIX, que enseñaron aquí y fueron
los primeros referentes de Picasso y cuya pintura se encuentra en los fondos
del Museo de Bellas Artes»,