El coleccionista pone en el mercado esta pieza única,
declarada BIC, por 140.000 euros tras ofrecérsela a la Junta de Andalucía a un
precio inferior sin resultado
Tras vivir siglos de olvido, abandono y hasta un robo, el
busto del emperador romano Antonino había recuperado la misión de sus días de
gloria: exponerse a los malagueños en homenaje a sus gestas, esta vez como
parte de la Colección Ifergan. Pero el periplo de esta pieza hallada en Huelin
a principios del siglo pasado y declarada BIC por la Junta de Andalucía por su
enorme valor histórico, parece que no acaba aquí. El coleccionista afincado en
Málaga Vicente Jiménez Ifergán la pone en el mercado por 140.000 euros tras
renunciar la Junta de Andalucía a su compra al precio que él la adquirió
(80.000 euros).
Se trata del único retrato imperial romano que se conoce
relacionado con la ciudad de Malaca, donde el tiempo ha revelado muy pocos
testimonios de esculturas romanas de este nivel. Pertenece a la época
altoimperial (años 138-161 d. C.), cuando Antonino Pío se hizo con el gobierno.
Un reinado que ha pasado a la historia como un periodo de relativa paz, con muy
pocas revueltas e incursiones militares, y con una administración eficaz.
Como Bien de Interés Cultural, la única condición para su
venta es que no salga de territorio español. Al margen de esto, la cabeza de
mármol esculpida en el siglo II en un taller de la Bética puede acabar en
cualquier lugar, público o privado. Una realidad que preocupa a profesionales
de la arqueología que entienden que el destino natural de esta obra está en
Málaga. Aquí volvió a ver la luz de forma casual durante unas obras hacia 1912
en la antigua finca de San Guillermo, en la barriada de Huelin, a unos tres
kilómetros del casco histórico.
«Soy comerciante de arte y, además de ser coleccionista, me
dedico a comprar y vender», explica Vicente Jiménez Ifergán, propietario de una
de las mayores colecciones de piezas fenicias del mundo. Adquirió el busto hace
dos años a la familia Bolín y desde entonces la ha tenido expuesta en su
galería de Málaga. Pero ahora quiere renovar la colección.
Como Bien de Interés Cultural, la única condición para su
venta es que no salga del país
Desde Ucrania, donde se encuentra estos días, Jiménez
Ifergán explica que ha intentado por todos los medios que este busto y su
impresionante colección de 200 terracotas fenicias se quedaran en Málaga, en
concreto en el Museo de la Aduana. El propietario llegó a ceder ambas de forma
gratuita para su exposición durante cinco años, un acuerdo que no se concretó
-explica- porque desde la Junta no le ofrecieron «ninguna garantía jurídica»
sobre lo que pasaría cumplido ese plazo. Uno de sus requisitos 'sine qua non', por
ejemplo, era que el conjunto de terracotas permaneciese siempre «indivisible».
Tras no prosperar esa negociación, Jiménez Ifergán le
ofreció el busto de Antonino al Gobierno andaluz, a través de Cultura, al
precio que a él le costó, 60.000 euros por debajo del valor de mercado en
España (en EE UU, asegura, podría alcanzar el millón de euros). «Pero tampoco
la han querido. Estoy decepcionado», confiesa.
Antonino continuará en Málaga mientras no aparezca
comprador. «Aunque a lo mejor cambio de idea y me lo llevo a mi casa, no lo
sé», reconoce el coleccionista. Lo que tiene claro es que a principios de 2022
reabrirá su galería con un proyecto museográfico nuevo y entradas gratuitas
durante tres meses para los malagueños. «Mi compromiso con Málaga y los
malagueños es inquebrantable», afirma.
Un museo de «primer orden» ha mostrado interés por sus 200
terracotas fenicias
Después de esos tres meses, es probable que parte de sus
piezas se repartan por el mundo. Un museo de «primer orden», del que no quiere
aportar más datos, ha mostrado ya interés por las terracotas fenicias. «Y allí
no irían gratis como las ofrecía a la Aduana», apostilla.
La historia del robo
A nivel científico se tiene constancia del busto en 1963, en
el VIII Congreso Nacional de Arqueología, celebrado entre Sevilla y Málaga, a
través de una de las grandes figuras de la arqueología malagueña, Simeón
Giménez-Reyna. Formó parte de la familia Bolín hasta 2004, cuando lo robaron durante
la obras de reforma de la residencia en la que se encontraba. Sus propietarios
denunciaron la desaparición y se inició una investigación policial, pero nada
se supo de él. Hasta que llegó Michelle Obama, su hija y las cámaras de
televisión. La ex primera dama se alojó en el verano de 2010 en Marbella, en el
hotel Villapadierna. Su director, Ricardo Arranz, atendió algunas peticiones de
entrevistas para explicar detalles de la visita. Y fue durante la emisión de
una charla en el despacho del responsable del Villapadierna cuando reconocieron
a Antonino Pío.
La familia Bolín se dirigió al hotel Villapadierna para
mostrarle la denuncia. El establecimiento había adquirido la escultura por unos
6.000 euros en un anticuario en Sevilla y contaba con toda la documentación,
pero cuando Arranz comprobó el origen ilícito la devolvió a sus legítimos
dueños. Nueve años después de reaparecer, el busto fue adquirido por la
Colección Ifergan, que tiene su sede en la calle Sebastián Souvirón de la
capital.
Pese a sus idas y venidas, el rostro de Antonino Pío
presenta un buen estado de conservación. Cuenta con algunos orificios de los
que ahora se estudia su función. Al parecer, podrían utilizarse para añadir
algunos elementos decorativos metálicos. En todo el país solo existen, con
este, ocho retratos de Antonino Pío de los que se conoce su procedencia
concreta. Hay ocho más en España que no se pueden ubicar en un lugar. Por este
motivo, la Junta valoró hace un año su «excepcionalidad» y lo incluyó en el
Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) como BIC.