Oleg Penkovski tenía acceso a documentación altamente
confidencial como miembro de la cúpula de la inteligencia militar soviética. Le
ataron a una tabla y fue introducido lentamente en un horno crematorio
El espía ruso Oleg Penkovski
Oleg Penkovski era coronel del GRU, la inteligencia militar
soviética, cuando fue detenido en 1962. Fue torturado y ejecutado salvajemente
pocos meses después. Según el testimonio de un compañero, le ataron a una tabla
y fue introducido lentamente en un horno crematorio. Sus cenizas fueron
arrojadas a una fosa común.
El «pecado» que ocasionó la terrible venganza del GRU fue el
descubrimiento de la traición de Penkovski, que había pasado a la CIA durante
varios años información altamente confidencial sobre la guerra química, el
diseño y la construcción de misiles y la estrategia militar del Kremlin.
Fue este oficial soviético el que entregó a la Agencia
cientos de fotografías de los emplazamientos de los misiles de medio alcance
que la URSS estaba instalando en Cuba. Esas pruebas desencadenaron la llamada
«crisis de los misiles» en 1962, que concluyó cuando Kruschev tuvo que retirar
las armas de la isla para evitar un enfrentamiento bélico con Estados Unidos.
Kruschev: el zapato que calentó la Guerra Fría
Diez de los espías más famosos de la historia
Penkovski, hijo de un comandante ruso que
combatió contra Lenin, estudió
la carrera militar en Kiev. Luchó en el Ejército Rojo contra
los nazis y concluyó la guerra con el grado de teniente coronel.
Posteriormente, fue enviado a la embajada de Ankara como agregado militar. Y,
finalmente, a comienzos de los años 50, fue destinado al GRU por recomendación
del general Ivan Serov, jefe del KGB, del que era amigo y confidente desde su
juventud.
Hasta su caída en desgracia, Penkovski había formado parte de
la cúpula del GRU con acceso a documentación altamente confidencial.
Decepcionado por la deriva del régimen comunista, decidió colaborar con la CIA
y el MI6 británico a finales de la década de los 50. Desde entonces, pasaba
información a sus controladores en Moscú. Nunca cobró dinero ni obtuvo favor
alguno por sus informes. Actuaba por convicción.
Según la versión de Christopher Andrew y Oleg Gordievski en
su libro sobre el KGB, los soviéticos envenenaron a Penkovski para internarle
durante unas semanas en una clínica. Aprovecharon la ocasión para instalar
cámaras y micrófonos en su casa de Moscú. Y así pudieron saber que el agente
disponía de un pasaporte falso.
Otras fuentes apuntan a que fue delatado por el doble agente
británico George Blake, que informó a los rusos que tenían un topo que pasaba
información clave sobre los misiles en Cuba a los servicios secretos
estadounidenses. Sea como fuere, su detención provocó la destitución del
general Serov, su protector, tras la perdida de confianza de Kruschev.
El KGB había grabado un encuentro de Penkovski en el hotel
Ucrania con un espía británico llamado Greville Wynne. Y le había sorprendido
cometiendo sospechosas faltas en los protocolos de seguridad. Tras haberle
filmado y seguido durante meses, le detuvieron por temor a una fuga. Semanas
más tarde, la CIA encontró una marca de Penkovski en una farola. En ese
momento, sus controladores supieron que ya no le volverían a ver.
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