La primera dama se convirtió en una clienta tan fiel que hasta su mortaja fue del diseñador
Con la seguridad de la que se cree guapa y una
cautivadora inteligencia natural sin cultivar, Eva
Duarte Ibarguren consiguió convertirse en un potente símbolo mundial y
en la «Jefa Espiritual de la Nación Argentina». Intuitiva, entusiasta y
determinada, Evita hubiera cumplido el pasado 7 de mayo 95 años.
Con 15 años se marchó de Junín a Buenos Aires para
buscar fortuna. Y la encontró. Teatro y vodevil hicieron que Eva conociese y
cautivase a Juan Domingo Perón. Se casaron en 1945. Un año después, ya
como primera dama de Argentina, se ganó al pueblo defendiendo a las mujeres y a
los más desfavorecidos.
Eva se hizo con un «sello» propio, labios rojos
y moño bajo, a veces trenzado. En los años cuarenta
llevaba la silueta de hombreras marcadas y faldas pitillo, estilo austero
de la posguerra. Adquirió la moderna manía de acumular zapatos, albergando unos
300 pares en su vestidor, con modelos a la moda en la actualidad: peep-toes y
plataformas. Comenzó a encargar zapatos a medida a André Perugia, una
especie de Christian Louboutin de la época, que elaboraba zapatos para modistos
y socialités. Y tocaba su cabeza con sombreros de Casa Giulia.
«He vestido a Evita»
Eva Duarte, que se había
vestido en Paco Jamandreu en su época de actriz, comenzó a
frecuentar las mejores casas bonaerenses de costura, como Paula Nateloff o
Henriette. Se aficionó a escotes, drapeados y largas colas para la noche. Pero
quiso superar a las primeras damas occidentales y a toda argentina de alcurnia:
se marchó a París e hizo sus primeros encargos a Christian Dior, Jacques
Fath y Balmain.
Fue con Christian Dior con quien trabó la
relación más estrecha. Eva se dejaba guiar por Dior. Y Dior vio en Eva Perón
a su reina deseada, su obra de arte personal, su diva. Preguntaron a Dior a
qué reinas vestía y contestó: «A Evita Perón». En la maison francesa crearon un maniquí
con sus medidas para poder «probar» las prendas adecuadamente. Y una
ayudante de Evita recogía de modo periódico los modelos cosidos en París.
Dior creó para Evita trajes de chaqueta, vestidos y
abrigos. Su talla menuda le permitía ponerse cualquier cosa. Cuando el maestro
francés inventó el «New Look», de cintura marcada y falda con volumen,
Evita fue su primera embajadora. En sus actos y viajes, la Perón hacía un despliegue
brutal de pieles, joyas y vestidos.
Vestida en vida y muerte
Y Dior, que la vistió en vida, también la vistió en
su muerte. Sus «descamisados» la velaron durante días, embalsamada y
cubierta por un vestido blanco de alta costura de Christian Dior, sin otro
accesorio que la medalla que Pio XII le había regalado.
El tiempo ha pasado y Eva Perón se ha
convertido en un icono de la moda. Pero del tan simbólico maniquí con sus
medidas parece no quedar rastro en la casa Dior. Cinco años después de la muerte de
Evita, desapareció su modisto favorito. Y quedó a cargo de la casa Dior un
jovencísimo y brillante Yves Saint Laurent, rápidamente sustituido por
ser demasiado genial. Pero esa es otra historia.
----------------------------------------------------
----------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario