Exhibe sus fondos más contemporáneos, obras críticas de
protesta y resistencia, entre ellas muchas de sus últimas adquisiciones
En la revisión de la colección del Museo Reina Sofía, a la
que le está dando la vuelta, como si fuera un calcetín, su director, Manuel
Borja-Villel, faltaba el arte de las últimas tres décadas. De momento, irá
rotando en exposiciones temporales. La primera, que se ha instalado en la
tercera planta de Sabatini, durará cinco meses: se han seleccionado unas 50
obras de un centenar de artistas, bajo el título «Ficciones y territorios. Arte
para pensar la nueva razón del mundo» e incluye algunas de sus adquisiciones
más recientes.
Entre los nombres comprados y expuestos, viejos conocidos
«marca» de la casa, a los que se les ha dedicado recientes monográficas: Hans
Haacke, Zoe Leonard, Harun Farocki, Amos Gitai, Pedro G. Romero, Asier
Mendizabal, Ibon Aranberri, Antoni Muntadas... Un perfil de creador que
interesa a Borja-Villel (comisario de la muestra junto a Rosario Peiró,
Cristina Cámara, Beatriz Herráez y Lola Hinojosa) por ser transversal, híbrido:
a caballo entre artistas, historiadores, documentalistas, poetas, activistas...
Un arte de resistencia, de protesta, de cuestionamiento crítico, donde lo
teatral y lo performativo juegan un papel destacado.
Niega el director del MNCARS que ésta sea una exposición
política, en el extricto sentido de la palabra:«Es la exposición de un
historiador, que habla de asuntos de su época, como la globalización, los
espacios de excepción, la crisis del Estado-nación... y define un cambio de
paradigma formal y de intereses. En el Renacimiento había artistas que pintaban
ángeles, Vírgenes y Anunciaciones. Pero surgieron otros que reaccionaron ante una
nueva etapa y ya no pintaban iconos, sino que les interesaba la filosofía». ¿Es
esta la única visión del arte actual que veremos en las salas del Reina Sofía?
¿Hay espacio para el arte por el arte, obras sin afán de compromiso social, sin
«manual de instrucciones» para entenderlas, con el único objetivo de su goce
estético? «Creo que ésta es la más pertinente, porque te ayuda a entender la
época en que vivimos. Ese otro tipo de arte lo exponen todos en todos los
sitios del mundo. Mi objetivo es intentar generar debate: plantear temas como
el papel del artista, cómo se pinta hoy en día... Y sí creo que hay belleza en
estas obras».
En septiembre del año que viene, advierte, se mostrará una
selección de la colección de Soledad Lorenzo, que la galerista donó al museo.
Ahí sí habrá pinturas y esculturas y nombres que ahora se hallan en paradero
desconocido en este museo. Y habrá que ver si, después del espléndido regalo
que ha hecho al MoMA (102 obras de su colección), Patricia Phelps de Cisneros
se muestra igual de generosa con su otro gran amor, el Reina Sofía. De momento,
el repaso que el museo hace por el arte entre comienzos de los 90 (la caída de
la URSS, la irrupción de internet, la Barcelona postolímpica, la llegada de
Aznar al Gobierno en 1996) y la crisis de 2007, habla de políticas hidráulicas,
industrias textiles, campos de refugiados, el conflicto palestino-israelí, la
crisis argentina de 2001, la especulación inmobiliaria, movimientos sociales,
levantamientos populares, colonialismo, neoliberalismo, feminismos... Arte
concebido más para pensar que para mirar.
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