viernes, 2 de diciembre de 2016

Museo Reina Sofía: arte para pensar más que para mirar



Exhibe sus fondos más contemporáneos, obras críticas de protesta y resistencia, entre ellas muchas de sus últimas adquisiciones
En la revisión de la colección del Museo Reina Sofía, a la que le está dando la vuelta, como si fuera un calcetín, su director, Manuel Borja-Villel, faltaba el arte de las últimas tres décadas. De momento, irá rotando en exposiciones temporales. La primera, que se ha instalado en la tercera planta de Sabatini, durará cinco meses: se han seleccionado unas 50 obras de un centenar de artistas, bajo el título «Ficciones y territorios. Arte para pensar la nueva razón del mundo» e incluye algunas de sus adquisiciones más recientes.
Entre los nombres comprados y expuestos, viejos conocidos «marca» de la casa, a los que se les ha dedicado recientes monográficas: Hans Haacke, Zoe Leonard, Harun Farocki, Amos Gitai, Pedro G. Romero, Asier Mendizabal, Ibon Aranberri, Antoni Muntadas... Un perfil de creador que interesa a Borja-Villel (comisario de la muestra junto a Rosario Peiró, Cristina Cámara, Beatriz Herráez y Lola Hinojosa) por ser transversal, híbrido: a caballo entre artistas, historiadores, documentalistas, poetas, activistas... Un arte de resistencia, de protesta, de cuestionamiento crítico, donde lo teatral y lo performativo juegan un papel destacado.
Niega el director del MNCARS que ésta sea una exposición política, en el extricto sentido de la palabra:«Es la exposición de un historiador, que habla de asuntos de su época, como la globalización, los espacios de excepción, la crisis del Estado-nación... y define un cambio de paradigma formal y de intereses. En el Renacimiento había artistas que pintaban ángeles, Vírgenes y Anunciaciones. Pero surgieron otros que reaccionaron ante una nueva etapa y ya no pintaban iconos, sino que les interesaba la filosofía». ¿Es esta la única visión del arte actual que veremos en las salas del Reina Sofía? ¿Hay espacio para el arte por el arte, obras sin afán de compromiso social, sin «manual de instrucciones» para entenderlas, con el único objetivo de su goce estético? «Creo que ésta es la más pertinente, porque te ayuda a entender la época en que vivimos. Ese otro tipo de arte lo exponen todos en todos los sitios del mundo. Mi objetivo es intentar generar debate: plantear temas como el papel del artista, cómo se pinta hoy en día... Y sí creo que hay belleza en estas obras».
En septiembre del año que viene, advierte, se mostrará una selección de la colección de Soledad Lorenzo, que la galerista donó al museo. Ahí sí habrá pinturas y esculturas y nombres que ahora se hallan en paradero desconocido en este museo. Y habrá que ver si, después del espléndido regalo que ha hecho al MoMA (102 obras de su colección), Patricia Phelps de Cisneros se muestra igual de generosa con su otro gran amor, el Reina Sofía. De momento, el repaso que el museo hace por el arte entre comienzos de los 90 (la caída de la URSS, la irrupción de internet, la Barcelona postolímpica, la llegada de Aznar al Gobierno en 1996) y la crisis de 2007, habla de políticas hidráulicas, industrias textiles, campos de refugiados, el conflicto palestino-israelí, la crisis argentina de 2001, la especulación inmobiliaria, movimientos sociales, levantamientos populares, colonialismo, neoliberalismo, feminismos... Arte concebido más para pensar que para mirar.

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