domingo, 25 de septiembre de 2016

Un musicólogo español descubre la primera sonata de Vivaldi en una biblioteca



El hallazgo arroja luz sobre los años del genio italiano como estudiante, antes de que se hiciera mundialmente conocido
El violinista y musicólogo español afincado en Holanda, Javier Lupiáñez, ha descubierto la primera obra conocida de Antonio Vivaldi en una biblioteca de la ciudad alemana de Dresde. Este hallazgo arroja luz sobre los años del genio italiano como estudiante antes de que se hiciera mundialmente conocido.
Todo comenzó en 2014, cuando Lupiáñez preparaba un programa para su grupo basado en piezas sin autor conocido: "Me puse a leer obras del archivo de Dresde, que está digitalizado. Pudimos leer como 72 sonatas anónimas", ha explicado. En una clase con su profesor, ambos discutieron la posibilidad de que una de las obras fuera de Antonio Vivaldi.
El musicólogo español decidió en ese momento cambiar la tesis de su máster, que preparaba en el Conservatorio de La Haya, en Holanda. Se puso como objetivo investigar si esa sonata y otra del mismo archivo habían sido escritas por el compositor italiano. "Teníamos que comprobar la fuente en sí. La partitura tiene una marca de agua que, si se pone a trasluz, se ve quién es el fabricante y de dónde viene el papel", indica Lupiáñez.


La obra RV 820 venía de la ciudad alemana de Ansbach, donde vivió uno de los profesores de Vivaldi, Giuseppe Torelli. Vivaldi compuso esta obra aproximadamente en el año 1700 -por lo que se trata de su primera pieza conocida-, una época en la que aún era estudiante y tenía unos 23 años. La transcripción de la partitura que se conserva en Dresde fue hecha por un chico del coro de Ansbach, Johann Georg Pisendel, quien casualmente se convirtió en alumno del propio Vivaldi años después.
Según Lupiáñez, en esa época los compositores Giuseppe Torelli y Arcangelo Corelli ejercían una fuerte influencia en las obras de Vivaldi, "sobre todo en la organización de las ideas y en la línea melódica". No obstante, el genio italiano ya dejaba entrever "destellos, cosas sutiles" de lo que terminaría siendo su estilo, a pesar de que la tendencia de la época marcaba que los instrumentos debían imitar la voz de los cantantes. "Sin embargo, Vivaldi se mueve hacia un tipo de música más instrumental", explica Lupiáñez.
La técnica escrita para los instrumentos sugiere otros indicios de astucia. "Uno de los solos de violín tiene una articulación especial y unas ligaduras muy difíciles, algo que Corelli no habría hecho nunca", apunta Lupiáñez, quien añade que "años después Vivaldi será famoso por una articulación muy rica". La otra pieza descubierta por el musicólogo español, la RV 205/2, fue compuesta alrededor de 1717 y no tiene nada que ver con la RV 820.
"Muchos teóricos defienden que a principios de siglo XVIII hubo un cambio de estilo radical y esta sonata es un ejemplo. Se ven características del siglo XVII, pero al mismo tiempo hay cosas nuevas", indica Lupiáñez, que cita como ejemplo la originalidad del bajo continuo, la articulación y la ornamentación de la sonata.



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