El Museo de la Ciencia de Londres presenta el trabajo de Fox
Talbot, autor del primer fotolibro comercial y del proceso del negativo a la
copia en positivo
En el otoño de 1833, William Henry Fox Talbot (1800-1877)
disfrutaba de un viaje por Italia con su familia. A orillas del famoso lago
Como, intentaba hacer varios bocetos de varios objetos que resultaban fallidos.
Sin embargo, en su mente pensaba en conseguir imágenes de forma duradera sobre
el papel y conseguir reproducciones.Lo consiguió y el resultado pudo verse
cinco años más tarde, en el libro The Pencil of Nature, el que podría
considerarse el primer fotolibro comercial, tal y como está pensado en la
actualidad, cuando vive una fiebre de publicaciones. «Fox Talbot quería
conseguir dinero, pero también contarnos una historia con sus ideas, mostrar la
belleza y cómo se podía usar la fotografía», explica a La Voz Russell Roberts,
uno de los comisarios de la exposición.Este polifacético británico no tuvo
miedo de enseñar su proceso trabajo, de probar, de pensar en el futuro
comercial de la fotografía y de hacernos partícipes de ese proceso. Pese a la
importancia de su trabajo, tuvo que ser su madre la que impulsase su obra,
gracias a sus contactos y para hacer frente a la timidez y la falta de agresividad
de su hijo.Ese especie de labor de relaciones públicas de su madre queda
palpable en los álbumes familiares presentados en la exposición. Si bien era un
pasatiempo de lo más común en las familias victorianas de la época, servía a la
madre de Fox Talbot para presentar a los miembros de su familia y sus viajes
juntos, pero también para presumir de los logros de su hijo, explica Roberts.
Deseo de experimentarFox Talbot tenía formación
universitaria y un gran número de intereses en las matemáticas, la filosofía,
la traducción y los inventos de la época, como queda palpable en la exposición
en Londres, que permanecerá abierta hasta el 11 de septiembre. Su deseo de
ampliar conocimientos y de experimentar lo llevó a colocar objetos como hojas y
semillas sobre papel bañado en sales de plata, que luego exponía a la luz
solar. Cuando obtuvo la impresión en negativo del objeto sobre papel, lejos de
darse por satisfecho, siguió dándole vueltas en su cabeza a más posibilidades,
hasta que finalmente consiguió pasarlo a positivo. «Las huellas que quedaron en
el papel eran la melancolía para la vista», cuenta. Y en 1841, consiguió la
gran aportación a la fotografía por la que será siempre recordado, la
producción en serie frente a la copia única que había en aquel momento.Los
próximos años los pasó tomando fotos de la arquitectura de Oxford, donde no
faltan fachadas, peatones y calles, con puntos de vista pintorescos y casi
inagotables. Deja rienda suelta a su interés en las matemáticas, con efectos
ópticos y de luz mezclando arcos y cuadrados. También se inspira en el paisaje
y la historia de Escocia, a través de la obra del poeta Walter Scott y su libro
Waverley, de donde quiere reflejar las descripciones románticas del texto.
Sin embargo, en el Reino Unido de la época, Fox Talbot solo
consiguió reconocimiento intelectual pero no el respaldo del gobierno o para su
economía al nivel que tuvo Louis Daguerre en Francia, a quien se le ofreció una
pensión vitalicia. De ahí que en la exposición haya hueco para incluir Les
Coquillagues (1839), una de sus obras más longevas que sobreviven y que es
expuesta por primera vez fuera de Francia.Greg Hobson, otro de los comisarios
de la exposición, y conservador de fotografías en el National Media Museum, Fox
Talbot no solo fue una de las figuras clave de la invención de la fotografía,
sino que se anticipó a sus aplicaciones y utilidades, con una visión de su
papel crítico en la modernidad. Para Hobson, «es una delicia poder examinar
estas contribuciones significativas a través de las notables obras que cuenta
la Colección Nacional de Fotografía», de la que Fox Talbot es parte desde
1930.Cuatro años más tarde, Matilda, nieta del pionero fotógrafo, organizó la
primera exposición sobre los experimentos fotográficos de su abuelo en Lacock
Abbey, coincidiendo con el primer centenario de su producción. Precisamente,
algunos de esos negativos de la historia de la fotografía están ahora también
en la muestra en Londres.
Innovación tecnológicaLa vida de Fox Talbot y su influencia
en la historia de la fotografía van paralelas a las innovaciones tecnológicas
de la época. Y así lo consiguen en la exposición, donde están también presentes
sus herramientas y materiales, como los panfletos anunciando papel fotográfico
y la imprenta a la que acudía en Reading, lo cual supone una oportunidad única,
y posiblemente irrepetible, debido a la dificultad que implica su conservación
y muestra al público sin que sufran.
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