viernes, 11 de marzo de 2016

La tragedia del «Titanic español», el vapor que se llevó al fondo del mar a 452 personas



En la madrugada del 5 de marzo de 1916 el vapor Príncipe de Asturias se fue a pique cerca de la costa de Brasil tras chocar contra un arrecife. Perecieron más de 400 personas



El navío era uno de los más caros de España. Estaba valorado en diez millones de pesetas – A






«La Reina y yo, profundamente conmovidos al conocer la triste noticia del naufragio, compartimos de corazón el dolor por la pérdida de tantas y tan preciosas vidas. Le ruego transmita a las familias de las víctimas la expresión de nuestro pésame más sincero». Estas fueron las palabras que, el 8 de marzo de 1916, dirigió Alfonso XIII -entonces rey de España- a Antonio Martínez Pinillos, propietario de la naviera a las órdenes de la que navegaba uno de los vapores más avanzados de la época, el Príncipe de Asturias. Un buque que ha pasado a la historia con el triste sobrenombre de «Titanic español» debido a que se fue a pique en la madrugada del 5 de ese mismo mes cerca del puerto de Santos (en la costa de Brasil) mientras transportaba hasta América a 593 almas.




Antonio Salazar, primer oficial del buque-




Su tragedia y la de las aproximadamente 400 personas que murieron en su interior cayó, sin embargo, en el olvido. Y todo, debido a la turbulenta época que atravesaba por entonces España. «Estábamos en plena Primera Guerra Mundial y, poco antes, se habían hundido el Lusitania y el Titanic en circunstancias mucho más dramáticas», explica a ABC Jorge Díaz, autor de «Tengo en mi todos los sueños del mundo» (Plaza & Janés, 2016), una novela histórica cuyo telón de fondo es este naufragio. La obra, concretamente, usa como hilo conductor las vivencias de varios personajes (desde un soldado, hasta mujer despechada) que verán como sus vidas se acaban entrelazando gracias al Príncipe de Asturias. Todo ello, aderezado con el estilo único que le da al escritor haber sido uno de los guionistas y creadores de «Hospital Central». «De mi experiencia en televisión utilizo el orden estructural, el protagonismo coral y la facilidad para los diálogos», señala a este periódico.

Un barco de ensueño
Como explicó ABC -que informó del suceso hace un siglo-, el Príncipe de Asturias fue botado el 30 de abril de 1914 en Glasgow (Reino Unido). Su tamaño era considerable para la época, aunque no llegaba a alcanzar al Titanic. Y es que, mientras que el «Buque de los sueños» tenía 882 pies de eslora y 92 de manga, este vapor sumaba respectivamente 477 y 58. «Tenía hermosísimos y lujosos salones de música y de fumar, con una bien surtida biblioteca, camarotes de lujo compuestos de salas, dormitorios, cuarto de baño, tocador... El viaje en uno de estos camarotes desde cualquier punto de España hasta Buenos Aires costaba 3.000 pesetas más impuestos», afirmaba este diario días después de la tragedia. En palabras de Díaz, contaba además con una tecnología bastante avanzada para la época mediante la que se pretendía evitar un desastre como el de su predecesor.


El 19 de febrero de 1916, el Príncipe de Asturias salió del puerto de Barcelona y, apenas unos días después, ya se encontraba a la altura de la costa de Santos (Brasil) cargado con 405 pasajeros y 188 tripulantes. El capitán José Lotina Abrisqueta -a su mando- tenía previsto llegar a puerto el 4 de marzo, pero el temporal se lo impidió. Por ello, prefirió esperar una jornada más. Al final, se decidió a entrar al muelle en la madrugada del día 5, a las 3 de la mañana. A esa hora la situación no podía ser peor debido a las lluvias, a la niebla y a la baja visibilidad, pero el veterano marino confiaba en su pericia. Para su desgracia, esta no pudo salvar al vapor del desastre y, aproximadamente a las 4 de la mañana, los oficiales se percataron de que se dirigían hacia un arrecife ubicado en punta Pirabura que no habían visto antes. Era imposible evitar la tragedia. Aunque Lotina ordenó (como hizo Edward Smith en el Titanic) ir «atrás toda», el impacto fue letal y alcanzó al vapor de costado.

En menos de cinco minutos el Príncipe de Asturias se hundió. De nada valió que algunos buques como el brasileño Vega o el español Patricio Satrústegui trataran de socorrerle. Murieron, según señaló ABC el 8 de marzo, unas 452 personas. Muchas de ellas, hervidas vivas en el agua de las calderas cuando estas estallaron y otras tantas ahogadas. Fue, en definitiva, uno de las tragedias marítimas más grandes de España.


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