jueves, 2 de abril de 2015

La historia del ex combatiente que la FIFA llevó a su revista



Gustavo De Luca fue rechazado por River cuando volvió de las islas, jugó en Nueva Chicago y se marchó a Chile. “El fútbol me libró de las pesadillas de la guerra”, contó
La Guerra de Malvinas significó para muchos jóvenes de entre 18 y 20 un cambio abrupto en sus vidas. Muchos debieron cambiar sus profesiones por el uso de armas en el gélido frío del Mar Argentino. Pero al volver nada les fue igual. Entre esos hombres se encuentra Gustavo De Luca, ex jugador de Nueva Chicago que sufrió el rechazo de River por su pasado de combatiente apenas llegó al continente. Una historia que la revista de la FIFA decidió publicar en su tirada semanal.
De Luca practicaba en las inferiores del Millonario con el sueño de llegar a Primera y compartir el vestuario con Daniel Passarella, Ubaldo Fillol y Ramón Díaz. Pero una decisión del gobierno militar hizo que se cambiara la brújula. Fue enviado al conflicto bélico en las islas, donde sufrió mucho. Pero al volver sufrió más.
En una reunión para ex combatientes comenzó a recordar el obstáculo: "River Plate me había rechazado cuando regresé del frente a finales de 1982".
"Por eso me había marchado a otros equipos, como Nueva Chicago y All Boys",  
"Estaba decidido a dedicarme al fútbol como fuera. Fiché para Douglas Haig y después me mudé a Chile, a Santiago Wanderers", relató De Luca.
El gobierno chileno había utilizado su cercanía territorial con el archipiélago para "refugiar" el armamento y hacer de base a los aviones. "Por aquél momento entonces me importaba bien poco que Chile hubiera ayudado al Reino Unido", comentó.
"Pasé diez años en Chile, un país en el que soy bien conocido incluso en la actualidad", destacó el ex jugador que militó en Cobreloa, Santiago Wanderers, Deportes La Serena, Colo, entre otros en tierra trasandina.
Durante la juntada que mantuvo con los hombres que vivieron el temor en carne propia (aclaró que fue en 1999) notó que varios continuaban con flagelos, como la imposibilidad de dormir más de cuatro horas seguidas, e incluso un compañero le contó: "Cuando escucho el sonido de un avión, me escondo debajo de la mesa pensando que es una bomba".
Ante todo ese panorama, Gustavo entendió: "El fútbol me libró de las pesadillas de la guerra".

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