HASTA EL 30 DE ABRIL DE 2025
Picasso: qué hace un artista con dos amantes, una guerra mundial y escasez
de lienzos y óleos
El Museo Picasso de Málaga dedica una muestra a los diez
meses que el pintor pasó en la localidad costera de Royan entre 1939 y 1940,
donde pintó ocho cuadernos que permiten bucear en su proceso creativo
Por Irene Hdez. Velasco. Málaga
El viernes 1 de septiembre de 1939 Hitler invadió
Polonia y, en respuesta a esa acción, Francia y Gran Bretaña le declararon la
guerra a Alemania. Comenzaba la II Guerra Mundial. Ese mismo 1 de septiembre,
el Gobierno francés pidió a los parisinos que, a menos que tuvieran poderosas
razones para quedarse, abandonaran la ciudad. Aquel viernes, a última hora de
la noche, Picasso, su amante Dora Maar, su perro Kazbek (un magnífico ejemplar
de galgo saluki) y su fiel secretario Jaime Sabartés (junto con su compañera,
Mercedes Iglesias) partieron de París a bordo del coche del artista, un
Hispano-Suiza abarrotado de maletas y cachivaches varios. El vehículo,
conducido por Marcel Boudin, chófer de Picasso desde 1934, se dirigió a Royan,
una localidad balnearia en la costa atlántica francesa, a unos 500 kilómetros
de París. Ya cuatro meses antes, cuando la guerra parecía tan inminente como
inevitable, Picasso había instalado allí a su anterior amante, Marie-Thérèse
Walter, y a Maya, la hija que había tenido con ella. Picasso pasó en Royan 10
meses. En esa ciudad, un destino fundamentalmente vacacional, no disponía de un
amplio estudio como eran los dos gigantescos talleres que tenía en París. Y a
eso se añadía que allí no había modo de encontrar óleos, lienzos o bastidores,
así que Picasso se tuvo que conformar con trabajar fundamentalmente con papel,
tinta y gouache. Limitado por el espacio y por la falta de materiales,

el artista volcó su creatividad en varios cuadernos.
Algunos, cuadernos de dibujo, otros, cuadernos normales de notas con
cuadrículas o rayas; casi siempre cuadernos de pequeño formato. Durante su
estancia en Royan, Picasso completó un total de ocho cuadernos, que ofrecen una
visión única sobre su método de trabajo. Esos ocho cuadernos incluyen ideas
para composiciones más grandes y muestran su proceso de evolución a la hora de
aproximarse a una determinada forma. Picasso plasmó con frecuencia en esos
cuadernos secuencias de dibujos que luego culminaban en obras en óleo. En uno
de los cuadernos, por ejemplo, hay 59 páginas con estudios esquemáticos de una
figura femenina, y cada dibujo incluye una pequeña variación respecto al
anterior. Estudio para 'Busto de mujer con los brazos cruzados detrás
de la cabeza', incluido en uno de los cuadernos de Royan. (Museo Picasso
Málaga)
Esos cuadernos, que permiten un fascinante paseo
por los entresijos de la mente creativa de Picasso, se exhiben hasta el próximo
30 de abril en el Museo Picasso de Málaga. "La exposición muestra reunidos
por primera vez los ocho cuadernos que Picasso realizó durante su estancia en
Royan", se anuncia a bombo y platillo en los materiales promocionales de
la muestra. Sin embargo, en el Museo Picasso de Málaga no están físicamente los
ocho cuadernos de Royan: hay cuatro de los cuadernos originales, sí, pero los
cuatro restantes no están: de uno de ellos se exhibe un facsímil y los otros
tres están en versión digital. "Es muy complicado conseguir en préstamo
cuadernos, son obras en papel muy delicadas. Y además, ahora mismo se están
llevando a cabo investigaciones muy potentes sobre los cuadernos de Royan, una
de ellas por parte del Museo Metropolitan de Nueva York", asegura Miguel
López-Remiro, director del Museo Picasso de Málaga, para justificar que en la
exposición solo haya cuatro de los ocho cuadernos originales. A cambio, la muestra
incluye varios lienzos de Picasso pintados en Royan y basados en los estudios
que plasmó en sus cuadernos, una paleta del pintor, poemas que escribió en ese
periodo y fotografías y obras realizadas por Dora Maar en esa misma época.
Picasso acudía con frecuencia al matadero municipal de Royan
a comprar cabezas de cordero para darle de comer a Kazbek, su perro. Así que no
es de extrañar que en el primer cuaderno de Royan plasmase varios dibujos de
esos cráneos, bocetos que después se transformarían en cuadros al óleo.
"Es prácticamente seguro que Picasso tenía en la cabeza a Goya cuando los
pintó, pues Goya tiene un cuadro del mismo tema que se conserva en el Louvre.
Además, Burdeos, la localidad donde murió Goya, se encuentra bastante cerca de
Royan", señala Marilyn McCully, comisaria de la exposición junto a su
marido, Michael Raeburn. En Málaga, además de los esbozos de esas cabezas de
cordero que Picasso dibujó en su primer cuaderno en Royan se exhibe su
estremecedor óleo Tres cabezas de cordero, prestado para la ocasión por el
Museo Reina Sofía.
Muchas
de las páginas de los cuadernos están llenas de imágenes de mujeres. En la
mayoría de los casos, se trata de una mujer con el cabello oscuro y marcados
rasgos faciales que recuerdan a los de Dora Maar. Sin embargo, hay muy pocos
dibujos de Marie-Thérèse y de Maya en Royan. Cuando aún faltaban cuatro meses para
que comenzara oficialmente la II Guerra Mundial, Picasso ya estaba
profundamente preocupado ante la posibilidad de que Francia pudiera ser
invadida por el ejército de la Alemania nazi. Así que a principios de mayo de
ese 1939 buscó un lugar alejado de París para que pasaran el verano su amante
Marie-Thérèse y Maya, la hija de ambos. Se decantó por Royan y alquiló para
ellas la planta principal de villa Gerbier de Jonc. Marie-Thérèse, su madre, su
hermana y Maya que se trasladaron allí a principios de julio de 1939. Picasso
siguió en París, pero su inquietud iba en aumento. “Aunque Picasso se empeña en
continuar la vida rutinaria (…) todo lo que se mueve en torno a nosotros va
tomando el ritmo de las máquinas de guerrear”, señala en su diario su secretario,
Jaime Sabartés. Y a los tambores de guerra se sumaba la complicada vida
personal del artista, quien en 1935 se había separado de su mujer, Olga
Khokhlova. Picasso tenía desde 1936 una nueva pareja, la fotógrafa y artista
franco-yugoslava Dora Maar, pero, simultáneamente, mantenía a Marie-Thérèse
Walter, su amante desde 1927.

Cuando empezó su relación con Dora Maar, Picasso alojó a
Marie-Thérèse y a Maya en una casa cerca de Versalles, donde solía pasar tres o
cuatro días a la semana y donde trabajaba en el enorme granero situado en el
jardín. En Royan, Picasso volvió a dividir su tiempo entre Marie-Thérese y Dora
Maar. Vivía con esta última en una habitación del Hôtel du Tigre, pero durante
sus primeros meses en la localidad usó como estudio el comedor de la villa
Gerbier de Jonc, en cuyo piso superior estaban alojadas Marie Thérèse y Maya.
Además, todas las noches acudía a la villa a leerle un cuento a Maya antes de
dormir. Los biógrafos del artista abundan en los celos y el sentimiento de
abandono que experimentó en esa época Dora Maar. Es prácticamente seguro que el
apaño de Picasso no le hizo ninguna gracia, pero las cartas y poema que el
artista le envió cuando estaban separados revelan que estaba profundamente
enamorado de ella.
El cuadro más importante que Picasso realizó en Royan fue
seguramente Mujer peinándose, un lienzo que el MoMA de Nueva York ha prestado
para esta exposición y que de alguna manera sintetiza el trabajo que el artista
había realizado en los últimos meses en sus ocho cuadernos. En algunos de los
cuadernos de Royan Picasso también escribió poesías, siempre en un estilo muy
libre, casi siempre en francés y sin signos de puntuación. El 25 de diciembre
de 1939, día de Navidad, escribió por ejemplo un poema que comenzaba diciendo:
"sábanas bordadas con la cera de las águilas / cayendo en lluvia de risas
la maraña helada de las / llamas del cielo vacío sobre la piel / desgarrada de
la casa en un rincón al fondo del cajón del / armario vomita sus alas
(…)". Aunque los bombardeos no habían afectado aún a Royan, hay quien
considera que en el poema Picasso evoca la amenaza de los ataques aéreos.
Comida, colores y animales, temas típicos de su poesía, están también presentes
en los cuadernos de Royan. En el tiempo que Picasso estuvo en esa localidad,
realizó en total cuatro viajes a París. Le preocupaba mucho su condición de
extranjero en Francia durante la guerra, así que aprovechó uno de esos viajes
para solicitar la nacionalidad francesa. Se la denegaron. En otro de los
viajes, se ocupó de guardar muchas de sus obras en las cámaras acorazadas de la
Banque Nationale pour le Commerce et l’Industrie (BNCI), cuyo director era su
asesor financiero.