La 56º edición de la Bienal de Venecia se ha vestido de
surrealismo gracias a la loca genialidad de Salvador Dalí. El Pabellón de
España ha albergado Los sujetos, un proyecto inspirado en la personalidad del
pintor y escultor catalán, una personalidad que Dalí fue construyendo con mimo
desde su juventud hasta crear un personaje de sí mismo.
“El vestir es esencial para triunfar. En mi vida son
contadas las ocasiones en las que me he envilecido vistiendo de paisano.
Siempre voy de uniforme de Dalí”, afirmaba el artista. De niño, era tan tímido
que rozaba lo enfermizo, hasta el punto de salir corriendo y braceando de
manera estrambótica si alguien le avergonzaba. En la adolescencia comenzó a
dejar atrás a ese chico apocado para transformarse en el artista que terminaría
codeándose con famosos diseñadores, escritores y cineastas.
Una de las amistades
más férreas que trabó el pintor fue con un genio francés, el diseñador
Christian Dior. Comenzaron su relación profesional y personal a principios de
los años 20, cuando Dior era galerista y exponía a menudo las obras de
Dalí. La crisis del 29 afectó gravemente el mercado del arte y Dior se vio
obligado a cerrar su galería en 1934. Sin embargo, en el 49 el diseñador
volvería a hacer un guiño a su amigo, en quien se inspiró para su colección de
otoño/invierno.
Los genios se unieron décadas más tarde en un proyecto de
moda futurista que se celebraba en Brasil, para el que idearon un complejo
vestido del año 2045. Gala era clienta habitual de la casa de Alta Costura
Dior, y sus vestidos quedaron expuestos en la residencia de la pareja, el
Castillo de Púbol. No es de extrañar que en 1982, cuando Gala falleció, Dalí
eligiera personalmente un vestido rojo de Dior Alta Costura para que su amada
lo vistiese para siempre. Varias décadas después, la casa Dior, con Raf Simons
como director creativo, ha vuelto a homenajear al genio plasmando la esencia del pintor en los estampados de
una de sus colecciones de 2013.