Éxito en francia de ‘Sex Story’, un cómic de la reconocida
Laetitia Coryn y de Philippe Brenot, antropólogo. una historia de la sexualidad
sin tópicos
Darwin tenía razón: el simio es el abuelo de todos. Pero la
separación, hace millones de años, tuvo consecuencias de género: la hembra
humana perdió pelos y ganó senos, atributo del que las primates carecen. Y al
ponerse de pie, su vagina se adelantó y profundizó. El macho, entre tanto,
deploró la pérdida del hueso del pene, que todos los mamíferos comparten. Pero
porque su mano, cada vez más hábil, guiaba la penetración. “Un caballo, por
ejemplo, tendría dificultades para cumplir, si le faltara ese hueso”.
Pero si el humano puede jactarse de las dimensiones de su
órgano, superiores a las de cualquier primate, agachará la cabeza ante su otra
característica, la violencia de género. “Ningún chimpancé le parte la cara a
una hembra. Y los primates ignoran la violación”. Todo esto lo enseña, en Sex
story (Les Arènes BD), el trazo de una francesa de 32 años y cara de ángel, que
lleva media vida en el dibujo de historietas (política, y ahora también
sexualmente, incorrectas).
Porque Laetitia Coryn, hija de la actriz Nathalie Seigner y
del actor William Coryn “y sobre todo nieta –se enorgullece– de un payaso
célebre, Mimile, supo desde los 15 años que sería dibujante. Se formó bien.
La francesa Laetitia Coryn, hija de actores, ha publicado El
mundo maravilloso de los viejos y cómics contra la violencia de género
Los dos tomos de El mundo maravilloso de los viejos (2007-2009)
le dan un nombre. Y su colaboración el 2012 en cómics contra la violencia de
género, un estatus.
En ese punto aparece, para ponerle texto a la historia del
sexo, el psiquiatra y antropólogo Philippe Brenot, director de los cursos de
sexología de la Universidad Paris Descartes. Un hombre necesario. Porque, “por
increíble que parezca, en ocho años de estudios un futuro médico dedica
centenas de horas a la cardiología y ni un minuto a la sexualidad”.
El dúo alumbrará esta fascinante Sex story, que liquida
tópicos
¿Los gays eran norma en Grecia? “Invento del abogado de
Oscar Wilde para defender a su cliente”. Era tolerada la felación de un noble
por un niño en etapa prepuberal (“antes de que aparezca vello”) porque “se
creía que el esperma era vehículo de conocimiento”. Pero esa relación terminaba
con la pubertad. En Grecia, como en Roma, “las relaciones sexuales entre
varones adultos acarreaban lapidación”.
Los términos homosexualidad y pederastia son del siglo XIX.
“En 1869, exactamente, el húngaro Karl Maria Kertberry, un militante de los
derechos humanos, acuña homosexual para reemplazar invertido y sodomita”. (La
palabra heterosexual es posterior, con perdón).
En ese siglo, la reina Victoria no merece su leyenda, sino
esta otra: disfrutaba del piercing genital de su marido, Alberto. Y la
escritora George Sand competía con Victor Hugo (el de las relaciones diarias,
pero no exclusivas, con su amante Juliette) en voracidad sexual.
En cambio, aparte de anunciar la sexualidad infantil, “Freud
habla poco de sexo, desconocía personalmente los excesos que le desvelaban sus
pacientes liberadas y le molestaba el tema”.
¿Moderno el vibrador? Sólo las pilas. Cleopatra se
entretenía con un cucurucho de papiro relleno de abejas vivas. Y, como sus
contemporáneas, se implantaba hojas de acacia para prevenir embarazos. ¿Más? El
casamiento por amor no tiene más de un siglo. Y el cinturón de castidad no es
medieval, sino un sex-toy de los burdeles franceses del siglo XIX.
Cierre mitológico: “Clítoris era tan pequeñita que Zeus
debió transformarse en hormiga para poseerla”...
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