martes, 8 de septiembre de 2015

Milán propone un viaje histórico por la relación entre comida y arte



'Arts & Foods' reúne, en el marco de la Expo 2015, 2.000 obras en una muestra gigante de pinturas, esculturas, cómics y diseño

La casa en tamaño real de Urs Fischer y el iglú de Mario Merz, ambos construidos con pan; el pez de Frank Gehry, grande pero no tanto como el de Barcelona; los hot dogs durmientes de Dennis Oppenheim; el sushi de tela de Issey Miyake y los calabacines fálicos de Sarah Lucas... son solo algunas de las casi 2.000 obras reunidas en Arts & Foods. Rituali dal 1851, la más extensa muestra dedicada hasta la fecha al tema de la comida en las artes plásticas y audiovisuales. La exposición, que ocupa los 7.000 metros cuadrados del histórico edificio de la Trienal, situado en el centro de Milán, investiga las multiformes relaciones entre las artes y los alimentos, convirtiéndolas en un instrumento para interpretar la evolución económica y social desde 1851, fecha de la primera Exposición Universal en Londres, hasta la actualidad.
“El objetivo de esta muestra es acercar el público a la complejidad de las relaciones entre arte y comida, ofreciendo una mirada de 360º mediante todos los lenguajes posibles: pintura, escultura, fotografía, cine, pero también cómic, diseño, música, gráfica, publicaciones, electrodomésticos, menús y simbólicos objetos de uso común”, explica el comisario Germano Celant, quien acuñó el término arte povera para definir el movimiento artístico italiano más relevante del siglo XX.

El recorrido de Arts & Foods se estructura como un viaje en el tiempo a través de la reconstrucción de 15 espacios dedicados a la producción y consumación de alimentos —del comedor particular al restaurante, de la cocina de campamento de la I Guerra Mundial al picnic contemporáneo, de los contenedores para el transporte a la alimentación en el espacio— donde todo contribuye a sumergir al visitante en una narración potenciada por estímulos musicales y olfativos. También hay proyecciones cinematográficas y de programas televisivos y más de 40 vitrinas con objetos y documentos. “Pasas del perfume del café al del pan o al del chocolate en un recorrido que involucra los cinco sentidos y te permite empatizar con los temas de la muestra que habla del disfrute y el goce, pero no oculta la vertiente negativa: carestía, bulimia o anorexia”, indica el arquitecto Italo Rota, responsable del diseño expositivo, que arranca con las cocinas rurales y aristocráticas de la mitad del siglo XIX, que pronto confluyen en los espacios burgueses del inicio del siglo XX.
En un periplo de sugestiones y referencias, el visitante se cruza tanto con la cocina futurista de Marinetti como con el comedor Autarca (1935) de Angelo Fasce, que permite a seis comensales consumar una cena sin tener que levantarse o recurrir a camareros, o la Maison des Jours Meilleurs (1956) de Jean Prouvé, junto a obras de Picasso y Morandi.


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