Japón, años 50: las fotografías que desnudaron a una sociedad traumatizada por la derrota
El museo Carmen Thyssen de Málaga acoge una exposición de instantáneas que invitan a reflexionar sobre la tradición, la modernidad, el sexo y el cuerpo.
En una pequeña sala del Museo Carmen Thyssen de Málaga se abre una brecha espaciotemporal que lleva al visitante a descubrir las esquinas más ocultas de Japón en los años 50. Allí se reúnen las principales aportaciones de los fotógrafos japoneses de la generación de la posguerra mundial. Las imágenes muestran el frenesí urbano, los enfrentamientos sociales, el despliegue de la tradición, los cuerpos desnudos, todo aquello que Japón estaba transitando. Ese periodo lleno de conflictos y contradicciones se revela ahora a través de sus fotografías.
Material provocativo para pensar recorre la mejor fotografía japonesa de la segunda mitad del siglo XX. La exposición, dividida entre la Sala Noble y el Espacio de ArteSonado, reúne más de 150 fotografías procedentes de la Colección José Luis Soler Vila, la más importante en manos privadas fuera de Japón. Los fotógrafos japoneses de las décadas de 1950, 1960 y 1970 marcaron profundamente la mirada de un país en tránsito. Después de la Segunda Guerra Mundial, el país sufrió una profunda transformación social y un creciente e imparable despegue económico. Fue una época marcada por el trauma de la derrota y una fuerte crisis identitaria que se escenificó en el violento choque entre las costumbres milenarias y la súbita modernización. Estos fotógrafos, inconformistas y radicales, rechazaron la fotografía directa, documental y objetiva como lenguaje adecuado para capturar la nueva realidad nipona.Sus imágenes representan, en cambio, un idioma nuevo. Se someten a la subjetividad del fotógrafo para crear un material provocativo para pensar, como dice el título de la exposición. Son fotografías que invitan a reflexionar sobre la identidad, la tradición, la vida urbana, las protestas antiamericanas, el cuerpo y el sexo. Borrosas, desenfocadas, con encuadres insólitos, pero con una profundidad que traspasa el vidrio y golpea directo al espectador.