sábado, 25 de enero de 2020

Van Gogh se autorretrató cuando estaba interno en un sanatorio en Francia


Se creía que el artista no había intentado pintar durante su enfermedad, pero esta nueva investigación demuestra que no fue así


Una investigación llevada a cabo por expertos holandeses ha demostrado que famoso autorretrato de Van Gogh es auténtico y que se realizó en 1889, año en el que el artista postimpresionista fue tratado por una psicosis, según ha subrayado Louis van Tilborgh, del Museo Van Gogh.
Esta investigación es revolucionaria para los conocimientos que se tenían hasta ahora del pintor, porque se creía que no había intentado pintar durante su enfermedad. Sin embargo, esta obra demuestra que no fue así y que el artista holandés trató y se reflejó tal y como estaba durante ese mes ingresado.
Desde la década de los 70 habían surgido dudas sobre la autenticidad del cuadro
En cuanto a la autenticidad, el Museo Van Gogh de Ámsterdam ha explicado este lunes en una rueda de prensa que habían surgido dudas sobre el cuadro desde la década de 1970, cuando ya pertenecía a la actual colección de pintura del Museo Nacional de Oslo, quien lo adquirió en 1910 asumiendo que era un autorretrato real de Van Gogh.
El estudio, que empezó en 2014, explica que la confirmación de su autenticidad se deduce tanto de las características técnicas y estilísticas de la pintura, como de los colores que se utilizan y el estilo típico del posimpresionista holandés, así como de una carta que el artista escribió cuando realizó el trabajo y estaba ingresado en el hospital psiquiátrico en Saint-Rémy de Provence, en Francia.


«El juicio de Adolf Hitler. El "putsch" de la cervecería y el nacimiento de la Alemania nazi»


 Es sobradamente conocida la teoría de que fueron el juicio -había cometido alta traición- y el paso por la cárcel -fue condenado- los hechos que consolidaron la figura pública de Adolf Hitler, y que él mismo aprovechó de forma astuta estos acontecimientos para ganarse definitivamente a las masas. Todo como consecuencia de un vulgar pero multitudinario mitin -del político nacionalista ultraconservador Gustav von Kahr- en una taberna en que Hitler desenfundó su Browning y realizó un disparo al aire al grito de «¡la revolución nacional ha estallado!». Fue el famoso Putsch de la Cervecería, el golpe de Estado fallido acaecido el 8 de noviembre de 1923 en la Bürgerbräukeller, una cervecería ubicada al sur de Múnich y a poco más de medio kilómetro del centro de la ciudad.
El escritor estadounidense David King (1970), profesor de Historia Europea en la Universidad de Kentucky, ha dedicado a la bufonesca asonada -contra la República de Weimar- su última investigación, de la que salió un absorbente ensayo novelado. El juicio devino en una farsa ya que el tribunal estaba presidido por Georg Neithardt, entusiasta simpatizante de la causa nacionalsocialista que redujo los cargos contra el acusado -alegando el ánimo patriótico y los motivos nobles del conspirador- y dejó la condena en una pena mínima de prisión. Hitler convirtió el banquillo del reo en el estrado más adecuado para arengar al pueblo con sus soflamas populistas, una atalaya desde la que fue escuchado por una audiencia que jamás había tenido ni soñado. Cuando Hitler salió del penal de Landsberg -donde estuvo recluido apenas unos meses y escribió Mein Kampf-, había dejado de ser un bufón ridículo para erigirse en héroe nacional y mártir, un Führer.
David King