domingo, 11 de junio de 2023

Adiós a Françoise Gilot, la mujer que sobrevivió a Picasso

 

Françoise Gilot con Picasso y Vilato (detalle). Fotografía de Robert Capa

En pleno año Picasso fallece la artista francesa Marie Françoise Gilot, la única mujer de Pablo Picasso que le plantó cara. Conoció al malagueño en 1943, cuando ella contaba con 21 años y él con 61. En 1946 comenzó una convivencia de 10 años, durante la cual la pareja tuvo dos hijos (Claude y Paloma), y durante la cual vivieron juntos uno de los periodos artísticos más brillantes, en el seno de un círculo en el que también estaban presentes poetas, filósofos, escritores o pintores como Georges Braque, Marc Chagall o Henri Matisse. También durante esa época Gilot sufrió la subordinación al pintor, en sentido profesional además de estrictamente personal. La carrera de Gilot, que ya estaba lanzada y disfrutaba de mucho éxito, se vio aplacada por la de él. En 1964, diez años después de abandonar al pintor («¿Te crees que alguien va a interesarse por ti? Jamás lo harán sólo por ti: incluso las personas que crees que te aprecian, sólo será una especie de curiosidad por una persona cuya vida rozó la mía tan íntimamente», sentenciaba Picasso) escribió el libro de memorias Vida con Picasso (editorial Elba), un superventas que desafió al intento del pintor por detener la publicación. Como resultado, Picasso retiró la palabra a sus hijos.

Pero Gilot fue mucho más que la superviviente de Picasso. Nacida en Neuilly-sur-Seine, Francia, el 26 de noviembre de 1921, fue la única hija de un empresario y agrónomo que supervisó de cerca su formación (de manera bastante autoritaria) y de una acuarelista que desde muy joven le enseñó las técnicas de la acuarela y la tinta china. Refugiada en casa de su abuela, siguió su vocación artística, a pesar de la voluntad paterna de hacer carrera como abogada, y de su formación universitaria en literatura inglesa y filosofía (en la Universidad de Cambridge y en la Sorbona, respectivamente).

Françoise Gilot.

Durante su infancia y adolescencia tomó clases de pintura y cerámica con distintos profesores, como el post-impresionista Jacques Beurdeley y el surrealista Endre Rozsda. Desde los años setenta siguió pintando entre Nueva York, La Jolla (California) y París. En 1973 se convirtió en directora de arte de la revista académica Virginia Woolf Quarterly, y de 1976 a 1983 fue miembro del departamento de Bellas Artes de la University of Southern California. Gilot participó en la floreciente etapa final del arte moderno europeo. Su larga carrera, de más de siete décadas, se caracterizó por un espíritu independiente y una gran imaginación, que plasmó en colores saturados y una composición formal protagonizada por líneas y planos donde se sugerían figuras de la mitología griega, del circo o de la naturaleza. A medio camino entre la figuración y la abstracción, y en un estilo muy simbolista, sus obras fueron resultado de una visión personal más que una reproducción de la realidad. Su obra del periodo cubista se desarrolló en un estilo propio en el que usó figuras orgánicas y se alejó del modelo picassiano. Sus «pinturas flotantes», comenzadas en los ochenta, están compuestas por capas de pintura sobre lienzos no tensados, que parecen levitar en el tiempo y el espacio. Además de todos sus proyectos pictóricos, en los ochenta y noventa diseñó trajes y escenarios para producciones del Guggenheim de Nueva York. Entre sus numerosos reconocimientos se cuenta una medalla de la Legión de Honor francesa. Su obra se puede ver en el MoMA y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el Women´s Museum de Washington, el Musée Picasso de Antibes, el Musée d´Art Moderne de la Ville de París y el Centre Pompidou de París. Gilot fallecía el 6 de junio, a los 101 años, en un hospital de Manhattan.