Un mundo perseguido. Del silencio a la eclosión de la
diversidad sexual y de género en el arte del siglo XX
No existen prácticamente estudios heterosexuales en la
historia del arte porque se ha presumido desde ¿siempre? de que la
heterosexualidad es la norma. Y digo norma en sus dos acepciones: de normal y
de regla a seguir. En ningún momento histórico se analiza una etapa creativa o
a un artista concreto en función de su heterosexualidad porque, simplemente,
como al soldado el valor, la heterosexualidad se asume de facto. De esta forma,
las denominadas minorías se han invisibilizado, destruido u ocultado sistemáticamente.
Esta afirmación se encuentra ya en el prólogo del libro Un mundo perseguido. Su
autor, Juan Vicente Aliaga, conocido y apreciado crítico, escritor, profesor y
comisario, culmina aquí una amplia bibliografía sobre el tema de la diversidad
sexual y de género. Libros y exposiciones (con esos otros libros que son, a fin
de cuentas, los catálogos) ilustran un interés personal y profesional, vital e
intelectual, que en este nuevo volumen adopta una inevitable y muy
significativa forma historiográfica, historicista y diría que pedagógica. Algo
realmente apreciable, porque cuando se atraviesan zonas de tormenta, espacios
sujetos a una especial y exigente mirada crítica, es imprescindible ir bien
preparado. No cabe ninguna duda de que Aliaga en este libro demuestra no
solamente su conocimiento en la materia y su calidad como escritor, sino sobre
todo la importancia del tema que trata, la riqueza documental que existe, la
presencia de tantos y tantas artistas, teóricos, activistas, tantas personas
afectadas, involucradas en estos temas como para acallar cualquier objeción,
venga de donde venga y con las intenciones que traiga.
Es sin duda el arte el lugar idóneo para mostrar la
diferencia, la diversidad, para generar todo tipo de opiniones y especialmente
para saltarse cualquier regla
Paz Errázuriz, Evelyn, 1981
No existen prácticamente estudios heterosexuales en la
historia del arte porque se ha presumido desde ¿siempre? de que la
heterosexualidad es la norma. Y digo norma en sus dos acepciones: de normal y
de regla a seguir. En ningún momento histórico se analiza una etapa creativa o
a un artista concreto en función de su heterosexualidad porque, simplemente,
como al soldado el valor, la heterosexualidad se asume de facto. De esta forma,
las denominadas minorías se han invisibilizado, destruido u ocultado sistemáticamente.
Esta afirmación se encuentra ya en el prólogo del libro Un mundo perseguido. Su
autor, Juan Vicente Aliaga, conocido y apreciado crítico, escritor, profesor y
comisario, culmina aquí una amplia bibliografía sobre el tema de la diversidad
sexual y de género. Libros y exposiciones (con esos otros libros que son, a fin
de cuentas, los catálogos) ilustran un interés personal y profesional, vital e
intelectual, que en este nuevo volumen adopta una inevitable y muy
significativa forma historiográfica, historicista y diría que pedagógica. Algo
realmente apreciable, porque cuando se atraviesan zonas de tormenta, espacios
sujetos a una especial y exigente mirada crítica, es imprescindible ir bien
preparado. No cabe ninguna duda de que Aliaga en este libro demuestra no
solamente su conocimiento en la materia y su calidad como escritor, sino sobre
todo la importancia del tema que trata, la riqueza documental que existe, la
presencia de tantos y tantas artistas, teóricos, activistas, tantas personas
afectadas, involucradas en estos temas como para acallar cualquier objeción,
venga de donde venga y con las intenciones que traiga.
Es sin duda el arte el lugar idóneo para mostrar la
diferencia, la diversidad, para generar todo tipo de opiniones y especialmente
para saltarse cualquier regla
Por suerte hace ya unas cuantas décadas que en esta parte
del mundo desde la que escribimos, la heterosexualidad y el patriarcado han
dejado de ser las vías exclusivas y excluyentes por las que la creación
cultural puede desarrollarse. El estudio de las denominadas minorías y su
incidencia en las artes plásticas, el cine, la teoría, la cultura visual en
general, se ha desarrollado a una velocidad paralela a la recuperación de los
derechos sociales y a su inclusión social. Desgraciadamente aún son demasiados
los países que siguen siendo opacos a una realidad innegable: esas minorías
son, somos, realmente una gran mayoría. Y este libro deja muy claro que es
inevitable superar esas etapas oscuras y vacías de seriedad histórica, que es
de justicia visibilizar nombres y obras, reconstruir una historiografía falsa y
manipulada, y abrir no solo las mentes, los museos o las salas de exposiciones,
sino muy especialmente los libros de teoría, los libros de estudio, a este
panorama que se va abriendo cada día un poco más.
Es sin duda el arte el lugar idóneo para mostrar la
diferencia, la diversidad, para generar todo tipo de opiniones y especialmente
para saltarse cualquier regla, para enfrentarse estéticamente a ideas de
belleza, forma, pero también es el lugar más adecuado para hablar de los deseos
y de los sentimientos, para mostrar el mundo a través de diferentes
percepciones. Y en todo esto la sexualidad y el deseo, la forma de mirar y de
sentir, las formas de autorrepresentación y los juegos de ocultación y de
autoafirmación de la identidad son una parte esencial. El texto de Aliaga nos
va guiando por diferentes geografías, y también por diferentes momentos, a
través de textos, de nombres, de datos y sobre todo de artistas y de obras que
definen una historia paralela oculta, forzosamente ocultada y que posiblemente
nunca podamos recuperar totalmente, pero que sí se debe reconocer y mostrar.
Al final todas las formas de sentir y todas las formas de
ser son la simple experiencia de existir
Se centra el estudio específicamente en el siglo XX, en un
viaje hacia atrás y hacia adelante, que nos lleva a épocas anteriores
puntualmente a través de citas y datos históricos, nombres y referencias
inevitables, pero que por otra parte nos ata a un futuro que empieza ahora, ya
en el primer tercio del siglo XXI, en el que la diversidad parece que puede no
solo existir y sobrevivir como se ha intentado siempre, sino hacerlo sin
ocultaciones, sin engaños. Estudios sobre la moral victoriana en Gran Bretaña,
sobre el Berlín en combustión de entreguerras, hasta llegar poco a poco al
tiempo de la liberación sexual, de la teoría queer a la epidemia del SIDA, … de
la oscuridad del terciopelo hasta la salida a la calle, a la luz, de las
diversidades, donde las minorías se reconocen como tendencias, como conjuntos
universales, colectivos estructurados. Un camino por el arte que a veces parece
un paseo entre escombros, de difícil tránsito, pero que se abre según
avanzamos. Un camino construido con mucho trabajo de muchos grandes y
desconocidos artistas que en este libro se convierten en referentes de una/otra
historia que engrandece la antigua única y oficial, haciéndola no solo más
rica, sino más humana, más lógica y sobre todo más real.
La elegante y ligera escritura de Aliaga fluye con
naturalidad y sin tecnicismos ni rigideces dogmáticas, hace que la lectura
pueda abordarse como parte de un estudio o simplemente como un placer
intelectual. Ahora que las mujeres parece que empezamos a ser mínimamente
respetadas, al menos en una renovada historia del arte, es imprescindible abrir
las puertas de la historia y del estudio de par en par a todos los que han
participado en la construcción de lo que hoy somos, aceptando en igualdad
géneros, sexualidades y sentimientos diversos. Al final todas las formas de
sentir y todas las formas de ser son la simple experiencia de existir, todas
son y significan lo mismo. Las diferencias y la diversidad son la riqueza y la
belleza de ser y de existir.
libro Un mundo
perseguido. Su autor, Juan Vicente Aliaga…