miércoles, 11 de septiembre de 2024

Alicia Díaz Rinaldi: una leyenda del arte argentino

 

Alicia Díaz Rinaldi: una leyenda del arte argentino

 

Una mujer que con su talento revolucionó el arte del grabado en Argentina. Maestra de maestros, tanto en nuestro país como en el exterior, decide hoy deslumbrar con sus pinturas

Tratar de abarcar la labor de Alicia Díaz Rinaldi, dentro del arte de nuestro país, es una tarea imposible por la magnitud de su producción. El libro que se presentó el año pasado en el Museo Nacional de Bellas Artes: “Alicia Díaz Rinaldi, Original y Múltiple”, nos da una aproximación a su vida y obra.

Hizo del arte su razón de ser, y según sus propias palabras lo tuvo claro desde sus 14 años. Inició estudios con el gran maestro Víctor Chab (1958-1962) y ya en 1967, muy joven aún, fue becada por la Embajada Argentina para iniciar clases y perfeccionarse en grabado y técnicas gráficas, en el Museo de Arte Moderno de Botafogo, Río de Janeiro. A su regreso, con nuevas investigaciones y enfoques, elevó el posicionamiento del grabado dentro de las artes plásticas de la época, dándolo vuelta como un guante. Introdujo la técnica del Colagraph, experimentó con nuevos soportes y pasó a trabajar la tridimensionalidad de la obra.

 

Fue cofundadora del “Grupo 6” (1984-1990) que desde ópticas individuales tuvieron una fuerte influencia en las artes gráficas, teniendo su primera muestra en el Museo de Arte Moderno (1985), sus otros miembros fueron: Olga Billoir, Mabel Eli, Zulema Maza, Graciela Zar y Matilde Marín.

Ejerció y ejerce con gran entusiasmo la docencia en Argentina y en el exterior, desde donde fue y es requerida. Relata que sus viajes le permitieron abarcar y conocer mucho sobre el arte y, de esa forma, aplicar todo ello a sus obras y a la enseñanza. De hecho la edición del mencionado libro tiene la finalidad de transmitir, a las nuevas generaciones su experiencia. 

Todas sus obras, ya sea singulares o agrupadas en innumerables series, van más allá de la estética y el dominio absoluto de las técnicas, sino que también vuelcan su visón de la sociedad y las problemáticas del ser humano.

 

 Su comprometido trabajo la llevó a realizar en museos e instituciones de primerísimo nivel la friolera de: 54 exposiciones individuales, 21 de las cuales en el exterior; 76 exposiciones colectivas,  de las cuales 44 en el exterior; obtuvo 24 premios de los cuales 10 fueron internacionales. Los países van desde Estados Unidos, Canadá, Australia, casi toda Latinoamérica hasta casi toda Europa, no solo exponiendo sino también ejerciendo docencia.

Esta necesaria somera introducción es porque, después de un encuentro que tuviera con ella, me cuenta que decidió pintar, y es así como expuso en el “Espacio de Arte Pérez Celis” de la UNLaM Universidad de la Matanza una gran cantidad de obras en acrílico, en donde manifiesta que su objetivo está en el orden de lo lúdico, yo agregaría en buen porteño que cualquier cosa que decida hacer Alicia lo “hace de taquito”, lo cual no deja de lado su visión de la realidad que transcribo textualmente: “Mi obra habla de la convivencia entre dos órdenes: el caos representado en el interior del plano con diferentes texturas y líneas que lo recorren y el orden en contundentes planos negros o de plenos de color.

Esta serie refleja la ruptura en un plano interno (personal, íntimo) y en uno externo: la grieta, los cambios climáticos, los atentados terroristas. Rescato el hecho de que frente a fuerzas devastadoras de la naturaleza o de la cultura, la gente sigue pensando, creando, haciéndose preguntas.

 

El momento actual nos muestra cambios, lo viejo se está rompiendo. Está fragmentado, resquebrajado, y al mismo tiempo esos pedazos que restan están llenos de sutilezas, de líneas entrecruzadas, de excesos de información y de violencia. Simultáneamente, hay colores, vectores de color que son la esperanza. En sentido más amplio se refiere a la dualidad del mundo en que vivimos. Comprendiendo que lo uno enfatiza y hace más visible lo otro”.

Con una mente brillante y poseedora de un peculiar encanto, me habla de la sociedad líquida en que vivimos y la curiosidad de saber cómo serán los resultados de este presente dentro de cincuenta años. Cuenta sus experiencias con alumnos de España y como respondían, de diferentes maneras, según su lugar de origen. Me hace un corte, diría arqueológico, de la riqueza del arte y la cultura europea, las diferencias con América y la influencia de todo esto en su trabajo. Es entusiasta, locuaz, cálida y eternamente joven como su obra.