lunes, 22 de julio de 2019

A juicio el banquero Jaime Botín, acusado de contrabando de un 'Picasso' valorado en 26 millones


La Fiscalía pide 4 años de cárcel y una multa de 100 millones. Está acusado de intentar sacar de España el cuadro 'Cabeza de mujer joven'


Imagen del cuadro de Picasso 'Cabeza de mujer joven

El Juzgado de lo Penal número 27 de Madrid acoge desde el próximo lunes el juicio contra el banquero Jaime Botín, acusado de un delito de contrabando de bienes culturales por haber intentado sacar de España el cuadro de Picasso 'Cabeza de mujer joven', pintada en 1906 y valorado en 26 millones de euros, sin la autorización pertinente. Tanto la Fiscalía de Madrid, que ha pedido 4 años de cárcel y una multa de 100 millones de euros para el banquero, como la parte de la defensa han pedido un aplazamiento del juicio, según han informado fuentes fiscales.




viernes, 19 de julio de 2019

El plan de Hitler mientras visitaba museos


El Führer disfrazó sus pretensiones invasoras demostrando su interés por los eventos culturales.


A mediados de julio de 1939 Europa estaba aterrada ante la amenaza de guerra, cuyo detonante serían Danzig y el «corredor polaco», viejas heridas que el tratado de Versalles había inferido a Alemania: en favor de Polonia el Reich fue desposeído de territorios donde la mitad de la población era alemana; aún escocía más el estatuto de «ciudad libre» de Dánzig, la gran ciudad industrial y comercial del Báltico, prusiana desde el siglo XVIII y con cerca de 400.000 habitantes, alemanes en un 95% y no menos lacerante era el «corredor polaco», que rompía la continuidad territorial alemana, separándola de Prusia Oriental.
Mientras se convertía en una amenaza, Hitler disfrazó sus pretensiones y suscribió con Polonia un Pacto de No agresión. Las relaciones se avinagraron en 1938, cuando Berlín propuso inútilmente a Varsovia abrir un pasillo de comunicación a través del «Corredor». La tensión subió cuando, en abril de 1939, Hitler denunció el Pacto de No Agresión y exigió la devolución de Dánzig y, de nuevo, el pasillo a través del corredor. Varsovia lo rechazó y recibió de Londres y París apoyo, actitud que le sentó a Hitler como una bofetada: puso en marcha un plan de ataque a Polonia, en clave «Fall Weiss» (Caso Blanco), y manifestó a sus militares que Danzig sería el pretexto y, tras él, Polonia. Y mientras Londres y París se atascaban en un acuerdo que incluyera a Moscú en las garantías del «status» polaco, Hitler trabajaba para adelantárseles en un tratado con Stalin.

La crisis era engañosa: en julio de 1939 Europa temblaba, pero, aparentemente, todo estaba en calma. Hitler, para evitar filtraciones, nada comunicó a sus aliados italianos y japoneses, e, incluso, enmascaró sus propósitos disminuyendo la producción de armamento, mantuvo los permisos militares y se dedicó al turismo cultural.
Visitó la fábrica Volkswagen, asistió en Viena a la semana del teatro del Reich, que estrenó «Friedenstag» de Strauss; aprovechó para visitar la tumba de su sobrina, Geli Raubal, que se había suicidado en 1931, y regresó a los lugares de su infancia y juventud, con especial atención a Linz y a sus proyectos museísticos. De vuelta a Alemania, visitó la factoría de Heinkel en Meklenburgo y presenció las pruebas del H.176, el primer avión a reacción. En Múnich asistió a la «Exposición de arte Alemán, 1939». Se recluyó unos días en el Berghof, su residencia alpina, donde alternó paseos con discreta actividad política: recibió al gobernador de Dánzig, al que aleccionó para que elevara la tensión «sin llegar al límite»: alemanes maltratados por polacos, negocios germanos perjudicados, abusos administrativos... el rosario de ofensas que tan buen juego diera un año antes en la cuestión de los Sudetes, que sirvió para descoyuntar Checoslovaquia.
Temibles cañones
Asimismo, ordenó que el anticuado acorazado Schleswig-Holstein, buque escuela de la Kriegsmarine, realizase una visita de buena voluntad a Dánzig... solo que en vez de sus habituales 175 guardiamarinas llevaría expertos artilleros para manejar los temibles cañones de 280 mm. del buque y un grupo de asalto de 250 hombres. Del 25 de julio al 2 de agosto se alojó en la residencia de los Wagner en Bayreuth para la temporada de ópera, y vio «El holandés errante», «Tristán e Isolda», «La Valquiria» y «El crepúsculo de los dioses».

Pero, de incógnito y utilizando su nuevo avión Focke-Wulf Cóndor, viajó a Berlín. Examinó con su ministro de Exteriores las negociaciones con la URSS y, para acelerar el acuerdo, accedió a tener en cuenta «los intereses de la URSS» en el Báltico. Vio con los militares que el «Plan Fall Weiss» estuviera listo el 26 de agosto; para enmascarar la concentración de fuerzas en Prusia Oriental, que alarmaría a los polacos, organizaron una conmemoración del XXV aniversario de la batalla de Tannenberg en la que Hindenburg aplastó a dos ejércitos rusos. Y, de paso, aprobó la serie de incidentes ideados por Göbbels para responsabilizar a Varsovia de la ruptura de hostilidades...
No se advirtió su ausencia de Bayreuth. Esa noche asistió a la ópera vestido con esmoquin blanco que le incomodaba. La música de Wagner le sirvió de tapadera para supervisar la línea Sigfrido en Saarbrüken y quedó satisfecho: contendría a los franceses si atacaban a Alemania mientras él aplastaba Polonia.
Cortinas de humo
El enmascaramiento de Hitler fue tan eficaz que William Shirer, el famoso corresponsal de la CBS en Berlín, viajó a Londres para coordinar la información de su cadena por si ocurría algo y lo más interesante fueron sus partidos de golf. El 14 de julio comentaba: «Después de haber estado oyendo a mis amigos del partido laborista tronar en el Parlamento contra el alistamiento obligatorio y a los conservadores expresar esperanzas de un futuro apaciguamiento, ha sido para mí un alivio oír que mi caddy exclama en un cerrado acento cockney: “Yo diría que uno de estos días tendremos que darle una buena somanta al tal Hitler“». («Diario de Berlín, 1934/1941», Debate, Barcelona, 2008)





jueves, 18 de julio de 2019

Falsificaciones y contrabando: el lado oscuro del arte


Cézanne: 'Los jugadores de cartas'.
Reflejando el título del polémico libro publicado por Georgina Adams el año pasado, The dark side of the boom, y la ya célebre conferencia de su autora en la Feria de Maastricht, la tercera edición de las Sesiones de Arte de FIDE se ha dedicado este año a profundizar en ese aspecto de opacidad y de oscuridad que sigue ofreciendo el mercado del arte y que al final tanto perjudica a todos.
Lejos del mundo académico en el que con frecuencia se idealiza tanto a los artistas como a las obras y de la cara amable del mecenazgo y el coleccionismo, existe una potente industria internacional en la que conviven los mercados blanco y negro, se oculta la identidad de vendedores y compradores y en la que el arte es objeto de falsificación y estafa, tráfico ilícito, contrabando, fraude, blanqueo de capitales, robo, destrucción, botín de guerra y expolio. Tampoco hay que olvidar cómo históricamente se han utilizado los bienes culturales como herramienta política, dando lugar a intercambios y obsequios de dudosa licitud entre monarcas, estados y autoridades, incautaciones a particulares por motivos ideológicos, desamortizaciones y expolios a países, comunidades y etnias que hoy día están reivindicando el retorno de las obras a sus legítimos lugares y propietarios de origen, con un éxito creciente. ¿Por qué dos cuadros emblemáticos de las colecciones reales españolas -Matrimonio Arnolfini de Van Eyck y Rapto de Europa de Tiziano- están en Londres y en Boston, respectivamente?
La evaporación en los últimos años de algunas obras maestras que adquiridas en subasta pública seguimos ignorando dónde se encuentran y por qué no se exponen al público es un ejemplo más de esa opacidad de la que casi nadie quiere hablar. Nos referimos a obras como el Salvator Mundi de Leonardo da Vinci, al Doctor Gachet de Vincent Van Gogh o a una de las versiones de los Jugadores de cartas de Paul Cézanne. Al Rembrandt y al Vermeer robados del Museo Isabella Stewart Granger de Boston. Al Caravaggio desaparecido del Oratorio de San Lorenzo de Palermo. ¿Dónde se encuentran?
Ricardo Sanz Marcos, experto en seguridad y protección del patrimonio histórico, explicó hasta qué punto el expolio de los yacimientos arqueológicos terrestre y acuático yel tráfico ilícito de obras de arte se sienta a la mesa de la industria global ilegal junto al tráfico de armas, drogas y personas. Es un negocio de bajo riesgo, tanto policial como jurídico,y de generosos márgenes de beneficio. En su opinión, el terrorismo radical islámico se financia a travésde la venta de petróleo, los rescatesy extorsiones, las donaciones degobiernos y particulares y, por encima de todo, del tráfico ilícito de obras de arte.

A las técnicas de falsificación y a los medios tecnológicos para detectarlas se refirió Jaime Garcia-Maiquez, del taller de restauración del Museo Nacional del Prado, uno de los más prestigiosos del mundo, si no el que más. Las falsificaciones -pues no otro nombre merece las reproducciones no autorizadas de obras de arte- se producen también, en un entorno de cierta impunidad en la escultura. Lucrecia Enseñat Benlliure aportó ejemplos poco conocidos de como editoriales y copistas han entrado a saco en la obra de su antepasado, usurpando los derechos de autor.
Casos
El profesor José Luis de Castro, amicus curiae en el caso Cassirer vs. Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, aportó su visión en torno a la sentencia dictada por el juez del Distrito Central de California el pasado mayo. El profesor critica la interpretación que el fallo hace del derecho español en materia de usucapión de bienes muebles, mas allá de la condena moral formulada por el fallo. Para él, la conclusión de que el artículo 1.955 del Código Civil pueda admitir que el poseedor de una cosa mueble robada o perdida adquiera la propiedad de la misma mediante usucapión resulta aberrante. El poseedor de un bien despojado -y el hecho de que el cuadro de Pissarro fue robado por los nazis en el año 1939 a la Sra. Cassirer está acreditado de forma indiscutible- no es un poseedor legitimado para ganar la propiedad de un bien por prescripción aunque haya actuado de buena fe. Invoca el artículo 464 y concordantes del Código Civil. Habrá que oír sin duda los argumentos de las demás partes.
Por último, registramos el testimonio sobrecogedor de Carlos Colón Sicardo, heredero del coronel republicano José Sicardo y de Mariana Carderera: al término de la guerra civil española los bienes inmuebles y muebles propiedad de su familia fueron incautados por las autoridades franquistas, depositados en el entonces Museo de Arte Moderno -hoy Biblioteca Nacional- y entregados posteriormente de modo arbitrario a personas físicas y jurídicas ajenas a los legítimos propietarios. Mariana Carderera era heredera de la Colección Carderera, fundada por Valentín Carderera y Solano, pintor y coleccionista de renombre y uno de los mecenas más importantes de la historia del Museo del Prado.

¿Puede calificarse de negligente en el ejercicio de sus derechos la conducta de una judía errante, como la Sra. Cassirer, tras la turbulencia de la Segunda Guerra Mundial por no haber reivindicado un cuadro que se había dado por perdido y destruido? ¿Y la de un militar represaliado, proscrito, exiliado, expulsado de su cargo y de su patria como el coronel Sicardo?
Pienso en nosotros, en la ética de nuestra profesión de abogados, en el entonces jovencísimo letrado californiano Randol Schoenberg cuya perseverancia permitió que María Altman recuperara La mujer de oro de Klimt -hoy en la Neue Gallery de Nueva York- tras duro litigio contra el Estado austriaco. Pienso en la labor discreta, molesta a veces y poco agradecida en muchas ocasiones, de escuchar a las víctimas, estudiar sus reivindicaciones, difundirlas, tratar de evitar, en definitiva, que el silencio y las complicidades sepulten la verdad.