martes, 5 de septiembre de 2017

EN BUSCA DE UN NAVÍO De cuando los españoles descubrieron la Antártida



Dos expediciones se preparan para buscar un navío de la Armada que pudo llegar antes que los ingleses al polo Sur
Un océano helado los engulló. Reposan en un fondo de aguas grises; su última morada. La mayoría de los 644 tripulantes del buque de guerra español San Telmo murieron ahogados tras el hundimiento o el embarranque del infortunado navío. Los que sobrevivieron a la violencia del temporal y de una costa llena de peligrosos salientes acabarían pereciendo igualmente, sólo que algo más tarde, y lo harían de frío o de hambre pese a haber llegado a tierra.
De confirmarse los estudios hispano-chilenos sobre la tragedia de aquel barco de 74 cañones, los desdichados marineros e infantes de la Armada española que llegaron a la costa de la isla Livingston habrían sido los primeros en crear un asentamiento en la Antártida a principios de septiembre de 1819; un asentamiento de corta duración, eso sí, y del que nadie jamás regresó para anunciar el hallazgo de aquellas nuevas y peligrosas tierras.
El buque ‘San Telmo’ desapareció en aguas antárticas


en septiembre de 1819
Si se localizara cualquier vestigio de aquel buque que había zarpado rumbo a Lima y que fue empujado por la naturaleza al sur del cabo de Hornos, España podría atribuirse el descubrimiento de la Antártida; un título histórico que actualmente tiene Inglaterra en su poder.
A punto de cumplirse 200 años de la desaparición del San Telmo –se lo vio por última vez el 2 de septiembre de 1819–, su leyenda regresa y no sólo desde las páginas de los viejos libros de marinos que surcaron las frías aguas del continente helado en aquellos primeros años del siglo XIX, como William Smith o James Wedel. Ellos recogieron en sus diarios el avistamiento de los restos del barco en las islas Shetland del Sur tiempo después del naufragio, aunque en lo que se refiere a Smith prefirió guardar el secreto para que en ningún caso se pudiera discutir a Inglaterra su supremacía en las nuevas tierras.
La memoria del San Telmo regresa también porque al menos dos equipos están preparando por separado sendas expediciones para ir en busca del buque a aguas del continente helado donde se supone que reposan sus restos. Uno está capitaneado por el catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, Manuel Martín Bueno, que ya dirigió tres campañas anteriores para la localización del buque en los años noventa, y otra, por José María Amo, de la Fundación Polar Española.
Marinos ingleses citan avistamientos de restos del barco, pero evitaron dar publicidad de ello
La de Martín Bueno cuenta con el bagaje y la información recopilada en las primeras tres campañas polares de búsqueda de las huellas del San Telmo de los años 93, 94 y 95. Entonces se quedaron a las puertas, nunca descendieron buceadores –porque no tenían material de inmersión, ni tampoco robots subacuáticos– a comprobar los indicios magnéticos recopilados en el rastreo de las zonas en las que presumiblemente se encuentra el buque o, más bien, sus restos.
La expedición que prepara José María Amo, más conocido en el mundo antártico como Chema Amo, parte, como él mismo asegura, de “una investigación propia a la que hemos llamado ‘San Telmo’ 1819-2019”. “Nosotros, como Fundación Polar Española, consideramos una obligación demostrar al mundo que España no abandona su patrimonio naval. Está en el peor sitio y en las peores condiciones, pero vamos a ir a buscarlo. Esperamos poner en marcha la primera campaña para el próximo verano austral”, sentencia Amo en tono entusiasta. Necesita ultimar cuestiones de permisos y financiación, pero confía en que el Ministerio de Cultura lo apoye, ahora que está evaluando todo su proyecto.
En 1819, la economía española estaba destrozada por la guerra de la Independencia consecuencia de la invasión napoleónica. La victoria se pagó a un altísimo precio. La dañada hacienda pública tenía que atender además las necesidades de un imperio al que las continuas insurrecciones en las colonias habían convertido en caduco y en descomposición. El San Telmo y sus dos fragatas de escolta tenían la encomienda de ir a Lima a sofocar una revuelta. Una tercera embarcación de apoyo tuvo que dar la vuelta antes de adentrarse en la inmensidad del Atlántico por graves averías.
En los años noventa hubo tres campañas de recogida de datos, pero sin inmersiones
El envío de la escuadra estuvo precedida de no poca polémica. No hubo ningún almirante que se presentara voluntario para dirigirla. El estado de los navíos y de la propia maquinaria militar eran paupérrimos. Un viaje como aquél con una misión como la fijada por el almirantazgo no invitaban al optimismo por mucho patriotismo que pudieran atesorar los comandantes. “Finalmente, el almirante Rosendo Porlier, nacido en Lima precisamente, fue nombrado de forma forzosa jefe de la escuadra”, recuerda Miguel Aragón, coronel de Infantería de Marina en la reserva y miembro de las expediciones de búsqueda del San Telmo de los años noventa. Aragón, un apasionado de la historia naval, recuerda que la primera vez que oyó hablar del buque fue un anochecer en la Antártida en 1987. Se encontraba allí por trabajos relacionados con la base Juan Carlos I. “Estábamos tomando una copita al atardecer, en uno de los pocos momentos de relax que teníamos; entonces alguien empezó a hacer broma sobre si se oían extraños ruidos. Entonces alguien dijo: ‘Son las almas en pena del San Telmo’. Y desde aquel día me suscitó curiosidad y no he dejado de investigar sobre él”, recuerda Aragón desde su retiro en la soleada localidad gaditana de Chiclana de la Frontera.
El almirante Porlier fue nombrado brigadier de la escuadra. Viajaría en el San Telmo que, a su vez tenía su propio capitán, Joaquín Toledo. Dicen que el brigadier se despidió con un “adiós, probablemente hasta la eternidad”, comenta el coronel Aragón. Quizá Porlier pensó en que no podría hacer frente a los ejércitos sublevados o quizá a los temporales, pero presintió la tragedia. Con ese estado de ánimo, la escuadra partió de Cádiz el 11 de mayo de 1819. Soltó amarras el San Telmo, con sus 74 cañones, y las fragatas Prueba, Primorosa Mariana y Alejandro (este último fue el navío que tuvo que regresar por orden del brigadier ante las numerosas averías y vías de agua).
La escuadra llegó al continente americano y tocó los puertos de Río de Janeiro y Montevideo. Y desde allí, partió rumbo sur con la intención de adentrarse en el mar de Hoces, también llamado paso o estrecho de Drake; se trata del tramo de aguas marinas que separan la punta sur del continente americano y la Antártida; la comunicación entre el océano Atlántico y el Pacífico.
El mal tiempo se ceba con la agrupación naval española a la altura del cabo de Hornos y los vientos los empujan al sur irremediablemente. Las fuertes tormentas fuerzan una indeseada dispersión de los buques. Los capitanes de las fragatas de escolta señalan que el último avistamiento del buque insignia se registra el 2 de septiembre de 1819 “a 62 grados sur y 70 grados oeste”. “Al parecer, el navío tenía graves averías en el timón, tajamar y verga mayor”, explica el coronel Aragón citando la documentación de la Prueba y la Primorosa Mariana, que llegaron a Valparaíso aproximadamente un mes después de perder de vista al San Telmo.
“Mi teoría es que algunos supervivientes alcanzaron las playas con los botes y, volcándolos, hicieron con ellos unos primeros refugios. Tras aprovechar alguna cavidad natural o algún saliente crearon un asentamiento algo mejor y lograron sobrevivir un tiempo”, afirma otro entusiasta antártico, Bruno Alonso, un militar español que lleva a sus espaldas más de nueve viajes tanto a las Shetland del Sur como al continente. Este aventurero aprovecha sus viajes para insistir en que se busquen indicios claros que certifiquen la presencia de los restos del buque en aquella zona.
Jorge Rey es oceanógrafo y doctor en geología marina. Fue miembro de las campañas de búsqueda del pecio en los años noventa. Se encargó de la topografía y de la recogida de alteraciones magnéticas en aguas del cabo Sherry y de la playa de la Media Luna, en la isla Livingston, donde se cree que pudo naufragar o embarrancar aquel navío de guerra que nunca llegó a Lima. “Encontramos, entre otras, seis grandes anomalías magnetométricas posiblemente compatibles con un ancla o un cañón. Una de ellas estaba a tan sólo seis metros de profundidad. Soy partidario de volver. Es una gesta importante para la historia de España. Debemos volver para saber si lo que creímos encontrar era el San Telmo”, sentencia Rey. Su viejo camarada de expediciones, el coronel Aragón, está de su lado. Como experimentado buceador de la Armada considera que hace falta otro viaje “para verificar los vestigios descubiertos en la zona mediante buceo y, en todo caso, un ROV de apoyo (robot subacuático teledirigido)”.
Pero si los indicios eran tan claros y ya se habían hecho tres expediciones ¿por qué no se regresó mucho antes a la isla Livingston? Algunos de los expedicionarios pioneros creen que el profesor Martín Bueno, director de aquellas campañas y que hoy prepara otra para regresar allí, “no tuvo intención de continuar por razones desconocidas”, dice Jorge Rey.

“Al regresar, no se establecieron conclusiones ni se presentaron resultados concluyentes de las campañas”, afirma José Jaime Bravo, miembro del Ejército de Tierra y montañero que estuvo también en el equipo de búsqueda del San Telmo entre los años 1993 y 1995. Según esta teoría, ante la aparente inacción del director de las campañas, la administración debió de perder interés por este asunto.
El profesor Martín Bueno afirma tener las respuestas para explicar esa prolongada suspensión de la búsqueda del navío de más de veinte años. “Al regreso de la última campaña hubo un cambio de gobierno [primera victoria del PP con José María Aznar]. Y aunque había una financiación muy generosa [externa, de un patrocinador], por la intervención directa de la Presidencia del gobierno se dijo que aquello no se podía hacer así porque era una cuestión de prestigio nacional y que no se podía permitir”, recuerda el catedrático. Según este relato, los patrocinadores, que Martín Bueno prefiere no revelar, “quedaron bastante desairados” y finalmente no se firmó el proyecto. “Son ese tipo de estupideces que a veces ocurren cuando a alguien le da un ataque de patriotismo”, sentencia el profesor, quien añade que “luego llegó la crisis y por unas cosas y por otras, todo se retrasó”.
Para algunos, serán explicaciones suficientes y para otros, entre los que están algunos de los hombres que le acompañaron al polo sur en los noventa, quizá no lo son. Pero Martín Bueno dice que va a volver dos décadas después: “La campaña que queda es bastante sencilla con los medios que tenemos en la actualidad. Vas a tiro hecho. Es una campaña relativamente corta si el tiempo acompaña, y relativamente económica si se puede ceñir a un tiempo limitado”.
Chema Amo, el promotor del otro proyecto de expedición de búsqueda del San Telmo se muestra optimista y cree que podrá llevarla a cabo con ayuda del Plan Nacional de Investigación y de alguna empresa, entre ellas una de trabajos subacuáticos.
Pero no todos son buenos presagios. Jaime Bravo, miembro de las antiguas expediciones, cree que volver allí para buscar el buque “sería un esfuerzo muy considerable”. “La vía de esponsorización está casi cerrada. Dudo mucho que la apoyaran [el Comité Polar Español, que es el organismo que somete a autorización cualquier proyecto antártico]. Podría suponer que con ello se abriera el melón de futuros proyectos. Es una opción evaluable pero que no se ha autorizado hasta ahora”, remata Jaime Bravo.



lunes, 4 de septiembre de 2017

ELECCIONES GENERALES La sombra del nazismo vuelve a Alemania



La ultraderecha, con la AFD, puede entrar en el Parlamento por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial


01.   Uno de los carteles de la AFD en las calles de Berlín. 02. Un eslogan de la extrema derecha contra el burka. / CLEMENS BILAN /



La propaganda electoral engalana las calles de Alemania cuando falta menos de un mes para las elecciones generales. Entre todas las promesas políticas convertidas en pancarta, destacan tres carteles. En el primero, dos mujeres con bikini, de espaldas, y un eslogan: "Burka? Nosotros llevamos bikini! "En el segundo, una embarazada yace sobre el césped con el título:" Nuevos alemanes? Nuestros bebés! "Todavía un tercer cartel con un cerdito dice:" El Islam? No encaja con nuestra cocina! "Detrás de esta propaganda hay Alternativa para Alemania (AFD, por sus siglas en alemán), el partido de extrema derecha que ha sacudido el escenario político del país. Las encuestas les dan entre un 7% y un 10% de la intención de voto a los comicios del 24 de septiembre. Si se cumplen los pronósticos, será la primera vez que la ultraderecha entra en el Bundestag -el Parlamento alemán- desde la Segunda Guerra Mundial. Podrían hacerlo como tercera fuerza. "Es un partido que ha venido para quedarse", apunta el historiador experto en extrema derecha Xavier Casals. De momento, a escala regional, tienen presencia en 13 de los 16 estados federados.
Su ideario: cerrar fronteras, pagar el billete de vuelta a los extranjeros hacia su país, preservar la lengua, la cultura y las tradiciones propias como únicas, y la creencia de que el Islam no tiene cabida en la sociedad alemana. Y todo envuelto en un lenguaje que interpela a los votantes de extrema derecha, neonazis, pero suficiente contenido para que la clase media también pueda hacerlo suyo. Esta es la clave. "La AFD entrará en el Parlamento porque ha seducido la clase media. Entre los votantes hay electores desencantados tanto de la CDU como del SPD [los dos principales partidos alemanes] ", explica al ARA el periodista establecido en Berlín Andreu Jerez, coautor del libro Factor AFD. El retorno de la ultraderecha en Alemania .
El periodista ve un cierto paralelismo entre el nacional de los años 30 y la AFD. "Las comparaciones son complicadas pero es cierto que Hitler ganó gracias al apoyo de las clases burguesas y pequeñoburguesas", considera.
Del eurofobia a la islamofobia
El rápido auge de Alternativa para Alemania, que se fundó en 2013, se explica por el momento en que nació y porque ha sabido desmarcarse de los partidos del mismo espectro político que la han precedido. "La crisis del euro generó mucho malestar en el país. El AFD nace como un partido eurófobos que capitaliza este sentimiento. Más tarde incorpora el tema identitario y la crítica a los refugiados ", dice Jerez. Casals coincide: "En su génesis la AFD era euroescéptica, no especialmente islamófoba, y luego se ha ido transformando".
Los últimos dos años, con la llegada de más de un millón de refugiados en el país, los delitos de odio en Alemania han aumentado un 300%. "El aumento de la violencia tiene que ver con el auge de la AFD", opina Jerez. "Han roto con los límites de lo políticamente correcto, con las líneas rojas de lo que se puede decir en un país que aún carga su pasado más reciente", añade.
Es habitual que los mítines los miembros de la AFD ataquen los refugiados o evoquen la terminología del nazismo. Uno de los dos líderes de la formación, Alexander Gauland, dijo recientemente que la ministra de Inmigración del país, que es nacida en Hamburgo pero tiene ascendencia turca, tenía que "ser eliminada". El viernes la fiscalía anunció que había abierto una investigación contra el partido ultraderechista por incitación al odio racial después de que sus juventudes repartieran botes de gas pimienta en un acto de campaña como arma de defensa ante posibles agresiones de inmigrantes norte- africanos.
Son las maneras de hacer de una formación que para gestionar su agresiva campaña electoral en las redes ha contratado la agencia estadounidense Harris Media, la misma que asesoró Donald Trump y el xenófobo partido británico UKIP. Liderazgos populistas hermanados.
El Parlamento, un altavoz
Tras el atentado yihadista contra el mercado navideño de Berlín, en diciembre de 2016, la AFD tuvo su pico de popularidad: les daban un 15,5% de la intención de voto. "Quizás debemos revisar nuestra política migratoria y de seguridad", dijo entonces la coalición de gobierno. La extrema derecha influenciaba por primera vez la agenda política.

"¿Qué pasará cuando entren en el Parlamento? Marcarán la agenda? Tendrán un altavoz. Ahora hay que ver cómo reaccionan el resto de partidos para que la CDU no quiere perder electores. Será una lucha por la derecha ", analiza Jerez. El periodista, sin embargo, se aleja del catastrofismo: "Que la extrema derecha alemana [que flirtea con el neonazismo] tenga representación en el Bundestag es una señal de aviso que nos indica que se ha roto algo, y que insta al combate democrático ".
Dos líderes para un partido frágil
Alternativa para Alemania es un partido inestable que arrastra disputas internas desde el nacimiento. Dentro de la formación se distinguen tres corrientes que pugnan por el liderazgo: el etnonacionalista, el nacionalconservador -es el de los díscolos de la CDU, defensores del conservadurismo clásico- y el de los neoliberales. Alicia Weidel y Alexander Gauland fueron escogidos cabezas de lista del partido en abril pasado y destronaron la líder Frauke Petry, que defendía un tono moderado que les permitiera alcanzar alianzas. Weidel y Gauland se impusieron con un discurso más radical. La primera tiene 38 años, es economista, abiertamente lesbiana -esto es relevante para que su partido defiende la familia tradicional- y reclama que Alemania salga del euro y cierre fronteras. Gauland, de 76 años, es un ex miembro de la CDU de Merkel, donde militó 40 años. Es conocido por sus declaraciones polémicas: "No todo el mundo que tiene pasaporte alemán es alemán".