lunes, 20 de febrero de 2017

Alemania devuelve a sus dueños un dibujo de Adolph von Menzel robado por los nazis



La obra estaba en la valiosa colección de Cornelius Gurlitt, que se exhibirá al público por primera vez en noviembre
La ministra alemana de Cultura, Monika Grütters, ha devuelto una nueva obra de arte robada por los nazis a sus legítimos dueños judíos, en este caso un dibujo del pintor Adolph von Menzel hallado en la valiosa colección de Cornelius Gurlitt.
El anciano Gurlitt donó su colección al morir en 2014 al Museo de Arte de Berna, pero este alcanzó un acuerdo con las autoridades alemanas para garantizar que los centenares de obras de arte presuntamente expoliadas por el régimen hitleriano que incluía aquel tesoro volvieran a sus dueños originales.
«Interior de una iglesia gótica» está datado en 1874 y fue recogido en Berlín por los herederos de quien fue su última propietaria legítima, Elsa Helene Cohen. Según las investigaciones realizadas, el dibujo perteneció a Albert Martin Wolffson, conocido abogado, político y coleccionista de arte de Hamburgo; Elsa Helena, su hija, lo recibió en herencia, pero se vio obligado a venderlo en 1938 para financiar su huida a Estados Unidos, donde hoy siguen viviendo sus descendientes.
«Cada una de estas obras es un pieza del mosaico de la verdad histórica en la que Alemania está obligada moralmente a trabajar. Se lo debemos a todas las personas perseguidas y en muchos casos asesinadas por los nacionalsocialistas», manifestó la ministra de Cultura en un comunicado. Alemania, continuó Grütters, debe hacer todo lo posible para investigar el destino de perseguidos como Elsa Cohen, forzada a desprenderse de sus obras de arte, y garantizar que todos los bienes expoliados regresan a manos de sus herederos.
El equipo de trabajo encargado de analizar la colección Gurlitt identificó a finales de 2015 como «arte robado» el dibujo «Interior de una iglesia gótica», pero la restitución de la obra a la familia se retrasó hasta por el proceso judicial abierto entre presuntos herederos del anciano. En diciembre pasado, la Audiencia de Múnich determinó la validez del testamento de Gurlitt, lo que permitió ejecutar el acuerdo alcanzado entre el Museo de Arte de Berna y Alemania para la devolución de las obras que fueron confiscadas.
Exhibición del tesoro
La pasada semana el citado museo y el Bundeskunsthalle de Bonn (Alemania) anunciaron que en noviembre se exhibirá al público, por vez primera, parte del tesoro de Gurlitt, descubierto en 2012 en el marco de una investigación por fraude fiscal.
Cornelius era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen nazi para negociar con obras del denominado «arte degenerado», retiradas de museos y galerías al considerarse que contravenían los principios y valores del nazismo. La exposición en el museo de Berna se centrará en el «arte degenerado» y en obras círculo familiar de Gurlitt, mientras que la del Bundeskunsthalle tendrá como eje las piezas expropiadas por los nazis y cuadros de origen todavía incierto.

MATERIAL DE PRIMERA! El teléfono de Hitler va a la venta US $ 100 000 (15)





Este fin de semana hará las delicias de los entusiastas de la historia de los ricos en la subasta de Estados Unidos, que sale a la venta el teléfono Segunda Guerra Mundial Hitler.
Maryland administrada por Estados Unidos lonja va a ser subastado , de Adolf Hitler bunker personal, teléfono, escribe la BBC.
Teléfono rojo, grabado el emblema Parteiadleri y el nombre de Adolf Hitler, se encontraron 1945 . bunker del Führer en Berlín.
Los soldados soviéticos y luego se la dio al oficial británico Sir Ralph recuerdo Raynerile, quien tomó la delantera al regresar a su tierra natal. Cuando murió en 1977, dejó una herencia a su hijo Ranulfile teléfono.
Ranulfo decidió poner a la venta telefónica, pero debido a que el costo del seguro de haber llegado a ser demasiado grande. El hombre espera comprar una valiosa museo natsifoni que conmemorara para las generaciones futuras.
Precio de salida es de $ 100 000, o aproximadamente 94 000 euros. Se encargará de la venta de Alexander subastas Históricos, que espera encontrar un teléfono, el nuevo propietario de 300 000 dólares.
Centro de subastas del Representante Bill Panagopulos llama al teléfono de destrucción masiva, como Hitler utilizó la matanza de varios comandos de transmisión, mediada por la Associated Press.

jueves, 16 de febrero de 2017

Carmen Thyssen: «Mi colección vale más de 1.000 millones y no puede estar en situación de precariedad»



En un comunicado, la baronesa subraya que «desea» que su colección siga en España «siempre y cuando tenga un marco legal» que la «respete y proteja»
Carmen Thyssen asegura que su colección, depositada en el museo Thyssen-Bornemisza, vale «más de 1000 millones de euros» y «genera unas ganancias para Madrid de entre 7 y 8 millones de euros anuales», por lo que ni puede estar «en una situación de precariedad» ni «sin un marco legal claro y estable».

En un comunicado que se ha repartido a los periodistas antes de la rueda de prensa de presentación de la nueva exposición «Obras maestras de Budapest», la baronesa subraya que «desea» que su colección siga en España «siempre y cuando tenga un marco legal» que la «respete y proteja», «garantice su accesibilidad y movilidad» para llevarla a exhibiciones «en todo el mundo» para darle «mayor visibilidad».

El pasado 31 de enero, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte anunció que había llegado a un acuerdo con Carmen Thyssen para la cesión de su colección privada al museo de Madrid durante otros tres meses, tiempo en el que se negociarían las nuevas condiciones del préstamo, que habían expirado el día anterior.
La colección de la baronesa, según los datos que se habían manejado hasta ahora oficialmente, se compone de 429 obras, de las que 250 están expuestas, y está valoradas en unos 750 millones de euros. En una nota del 31 de enero, la baronesa señalaba que ella había prestado al museo, por 11 años y de forma gratuita, «655 obras, 317 de ellas pertenecientes a la colección internacional y 338 a la colección española» y que, tras finalizar en 2013 el convenio que regulaba la cesión gratuita, se había entrado «en una situación de inseguridad jurídica sometida a renovaciones anuales cortoplacistas».

Negociación
En su comunicado valora en «más de 1000 millones la colección» y recuerda los puntos «esenciales» en los que deben alcanzar «un entendimiento» para acceder a renovar el préstamo de su colección a ese museo. Los abogados de Thyssen y los que representan al Estado deben negociar, dice, el régimen de disposición, movilidad y exposiciones mundiales de las obras; su régimen jurídico y las interpretaciones de las normas fiscales «que le son de aplicación, tanto de la cesión» como de su dedicación a ella y a las funciones de «desarrollo cultural» previstas en el acuerdo que se suscribió en el año 2000.
«Llevamos cinco años con renovaciones anuales o semestrales del préstamo. Ahora tenemos que pensar en un marco legal que respete y proteja el valor de esta colección única permanente y a largo plazo», afirma. «El primer paso ya lo hemos dado, que es sentarnos a hablar. Las conversaciones son cordiales, de buena fe y van por el buen camino. El Ministerio de Cultura está realmente comprometido en encontrar una solución para asegurar el futuro de mi colección en España, pero debemos tener la predisposición de todos los interlocutores».
ABC...

domingo, 12 de febrero de 2017

Cirujanos de las letras



Una brigada de 16 personas restaña las heridas infligidas a los ricos fondos de la Biblioteca Nacional, donde reside la historia de España
Ejemplar, muy deteriorado, de la colección de obras de San Agustín comentadas por Erasmo de Rotterdam, impresa en Basilea en 1527. A cargo de la restauradora Luz Díaz (Emilia Gutiérrez)

FERNANDO GARCÍA, Madrid



Es que me encanta este trabajo!”. Ángel Gómez Pinto lleva 30 años bregando en el departamento de Preservación y Conservación de Fondos de la Biblioteca Nacional: el quirófano de los libros que habitan la institución cultural más antigua de España. El veterano artesano ha sido dos veces ganador del Premio Nacional de Encuadernación, y por sus manos han pasado –entre otros miles de obras- los dos códices de Leonardo da Vinci que la Biblioteca atesora en su cámara acorazada y que hace cinco años, en su cuarto centenario, restauró y exhibió para admiración del mundo. Pese a la relevancia de su labor y aun cuando acumula diez trienios, el salario de Gómez Pinto no alcanza los 1.200 euros al mes, cantidad que complementa dando clases. “¡Es que este trabajo me encanta!”, insiste.
Hay amor al arte, y a las letras, en los laboratorios donde los dieciséis miembros de los equipos de restauración y conservación de la BNE (Biblioteca Nacional de España es el nombre completo) se afanan en restañar las heridas que el tiempo y los agentes ambientales, así como algunas meteduras de pata humanas en tiempos de menor cuidado, han infligido a una parte de los alrededor de 33 millones de textos, mapas, fotos, archivos sonoros y demás documentos depositados en los dos grandes emplazamientos de la entidad: el enorme edificio neoclásico que ocupa la manzana entre el paseo de Recoletos y la calle Serrano junto a la plaza de Colón de Madrid, y la sede de Alcalá de Henares.


La visita al hospital de la Biblioteca, en Recoletos, empieza en los dominios de Luis Crespo, restaurador con 29 años de experiencia que en este momento se ocupa de limpiar unos mapas de Catalunya de 1936 y unos carteles de los 50 y 60, entre ellos uno de Calisay, otro de Terry y otro que anuncia a Manolo Caracol.

Crespo ha llevado a la BNE las técnicas que aprendió de los maestros japoneses durante un curso formativo en Fukuoka. Sus innovaciones incluyen el uso de geles naturales y algas como el agar-agar y el funori, empleado para limpiar kimonos. También se vale de tablas de secado ligerísimas como las que los nipones utilizan en los biombos; de brochas variadísimas desarrolladas a lo largo de 600 años, unas para batir papel, otras para encolar, otras para aplicar agua... Pero en lo que más incide este restaurador es en “recuperar la figura del artesano/científico”. En su caso, esto se traduce en aprender a observar el color, el olor y la textura de cada mezcla, sin depender de una balanza para todo, a la hora de elaborar sus gomas y líquidos limpiadores.


La combinación de técnicas tradicionales y modernas, incluidas algunas tan punteras como la nanotecnología o las basadas en el uso de enzimas, busca eliminar la suciedad de los documentos envejecidos sin dañarlos lo más mínimo: primero con las gomas especiales y después mediante una delicada maniobra de humedecimiento y absorción por capas. Es quizá la fase más visible y agradecida de la restauración.

Otra experta del departamento, Victoria Bescansa (casi 31 años en la BNE), está resucitando, más que restaurando, unos sublimes pero castigados mapas murales de África, Asia, América y el Mundo. Los cuatro se incluirán en la exposición Cartografía de lo desconocido, programada para 

octubre. Los planos, firmados por Clouet, son de 1776 y se completan con didácticos textos y dibujos en las viñetas que sirven de contorno. La Biblioteca compró las piezas –procedentes de una casa particular­– ejerciendo el derecho estatal de tanteo en una subasta pública: una práctica habitual.



De esta colección de mapas faltaba el de Europa, del que sin embargo enseguida se hallaron restos adheridos al de África en chapuceros pegotes con los que algún incauto trató de parchear trozos perdidos. El cometido de la restauradora pasa por quitar los parches y recubrir las cavidades con un papel lo más parecido al original para luego entonarlo, es decir, igualar su color al de la zona dañada. Para ello recurre a una depurada técnica de injerto que, sobre una base de papel muy fino que se une al reverso para proteger el mapa y facilitar su manejo, ya va logrando disimular las fracturas en todo lo que es posible.

Victoria Bescansa fue una de las artífices de la restauración y puesta a punto para la digitalización del Mapa de Catalunya y los condados de Rosellón y Cerdaña, importante obra a gran escala que representa el área geográfica del Principado más antigua que se conoce. La conservación y reproducción del Borsano, fechado en 1687 y dedicado al rey Carlos II, implicó a un equipo de 20 

personas –con participación de una empresa externa- y es una de las últimas operaciones de prestigio a cargo de la brigada de la BNE que dirige Fuensanta Salvador.


No lejos de Bescansa, el especialista en incunables Arsenio Sánchez estudia el manuscrito Descripción de las costas de Sicilia, volumen del siglo XVIII procedente de la colección de Felipe V, fundador de la Biblioteca en 1712. El texto acaba de llegar a su mesa y presenta varios problemas típicos de estas obras: “Las tintas son de óxido de hierro mezclado con ácidos vegetales, goma arábiga, agua, vino... Cuando hay demasiado hierro, el óxido oscurece la tinta y deteriora el papel, mientras que si hay un exceso de ácido la tinta palidece”. Pese a intensas investigaciones en los últimos decenios, no hay cura para estos males. “Lo que hacemos es estabilizar las hojas adhiriéndolas a un determinado tipo de papel (muchas veces japonés) pero sin añadir humedad que reavive las reacciones”, explica. Y luego nos muestra un manuscrito carcomido por algún bicho de los que se alimentan de papel (bibliófagos), entre los cuales los anobios –vulgarmente carcomas, según la RAE– son los más temibles.



La clave para que los documentos infectados no recaigan está en unas buenas condiciones de almacenamiento. La BNE cuenta con medio centenar de plantas de depósito, de las que la General –con unos cuatro millones de obras de los siglos XVI al XXI dispuesta en 12 pisos– es el principal origen de los libros a operar. Humedad, temperatura y luz se vigilan y regulan con cuidado en cada depósito, donde también se colocan trampas a base de feromonas para detectar y prevenir la visita de algún insecto, aunque antes de almacenar ningún documento procedente de compras o donaciones se comprueba que no alberga ninguno de estos indeseables seres.




La finalidad primordial de toda restauración consiste en estabilizar y recuperar obras en mal estado de conservación y permitir su consulta y exhibición pública; eso sin perjuicio de lo que cualquiera pueda ver y leer en las versiones digitalizadas, ya cuantiosas tras un decenio de desarrollo del programa correspondiente, creado en el 2008: el mismo año de construcción de la cámara acorazada que, en dos metros cuadrados, guarda joyas como los códices de Leonardo, el Cantar de Mío Cid o la Biblia de los Pobres, más algunos dibujos de Velázquez.
La restauración y encuadernación, que cada año salva unas 4.000 obras de la BNE, es también investigación. Porque el papel, y no sólo su contenido, habla y enseña Historia. Luz Díaz, especialista en identificación de obras deterioradas y únicas, puede pasar horas explicando cómo el tránsito del papel de lino o algodón al de pasta de madera, paralelo a la sustitución de los procesos artesanales por los industriales en el siglo XIX, no sólo revolucionó la producción editorial al abaratarla y masificarla; también dio lugar a una enorme variedad de calidades, unas longevas y otras enfermizas.

Menos mal que alguien cuida de nuestros libros: nuestra historia.