viernes, 16 de septiembre de 2016

Nueva York contempla el horror de la Guerra Civil en las fotos de Kati Horna



Las imágenes que componen el primer recorrido por el trabajo de Horna están marcadas por rostros entristecidos, doloridos, y agotados por un conflicto que destruyó familias enteras

Las fotografías de Kati Horna, una de las pocas mujeres que retrató el horror de la Guerra Civil española desde el frente de batalla, forman parte de una exposición que abrió hoy sus puertas en la Sociedad de las Américas de Nueva York.
"Contadas y por contar: la foto-historia de Kati Horna en la prensa ilustrada" es el nombre de esta exposición fotográfica que, a su vez, es la primera muestra individual que se dedica en Estados Unidos a la fotógrafa de origen húngaro.
La exhibición coincide con el 80 aniversario del levantamiento militar contra la República española y, por ello, la primera parte de la muestra está dedicada a la contundente narrativa de Horna durante los años de conflicto (1936-1939).
"Es una fotógrafa que capturó el frente de batalla pero también todo lo que estaba pasando con la gente que estaba sufriendo a su alrededor y esos dos puntos de vista son interesantes", explicó a Efe Christina de León, la comisaria principal de la muestra.
Las imágenes que componen el primer recorrido por el trabajo de Horna están marcadas por rostros entristecidos, doloridos, y agotados por un conflicto que destruyó familias enteras.
"Esta es una mirada bastante cercana a lo que fue su verdadero compromiso político con el bando anarquista durante la Guerra Civil española", dijo a Efe Michel Otayek, otros de los comisarios de la exposición.
La muestra fotográfica se compone, además, de ejemplares de varias revistas en las que Horna participó como fotógrafa y directora gráfica, como la revista anarquista "Umbral" donde publicó muchas de sus instantáneas.
Los responsables de la exposición, que podrá verse hasta el próximo 17 de diciembre, aseguraron que la artista fue pionera en entender la importancia de la movilidad de la imagen a través de soportes impresos.

"Todos leemos revistas, todos tomamos fotografías así que es algo muy cercano para el público y nos permitió retratar fielmente la vida de Kati Horna", agregó De León.
El viaje retrospectivo al trabajo de Horna, que estuvo casada con el artista español José Horna, continúa por sus años en México, país donde se exilió al finalizar la guerra civil y donde, además, produjo sus imágenes más personales.
La última parte de la exposición organizada en la Sociedad de las Américas incluyen también reportajes fotográficos con temáticas como el género, la transitoriedad y el deseo, que revelan a una artista reflexiva y madura.






jueves, 15 de septiembre de 2016

UNA AUTORA IMPRESCINDIBLE



Agatha Christie: 126 años del nacimiento de la reina del suspense
Es la autora individual más traducida con ediciones en al menos 103 idiomas
Agatha Christie, la indiscutible reina literaria del suspense, nació tal día como hoy hace 126 años. Considerada como una de las escritoras más exitosas de todos los tiempos, Agatha Mary Clarissa Miller debutó en el mundo de las letras en 1920 con la novela El misterioso caso de Styles, donde conoceríamos a su personaje más icónico, el célebre detective Hércules Poirot.

En su carrera como novelista, en la que figuran obras como Muerte en el Nilo (1937) y Diez Negritos (1939), brilla con luz propia una obra: Asesinato en el Orient Express (1934), que se ha convertido en su título más popular y que ha sido llevada al cine en varias ocasiones.
Agatha Christie escribió a lo largo de su vida más de 150 cuentos, 80 novelas y 21 obras de teatro, entre las que destaca La Ratonera, que llegó a estar 63 años en el teatro.
La novelista británica, que desafió en ochenta puzzles policiacos a las mentes de millones de lectores, murió pacíficamente el 12 de enero de 1976 a los 85 años, un año después de su célebre personaje Hércules Poirot tras una “buena vida”, según aseguró ella misma en su autobiografía.
De niña tuvo un carácter tímido y retraído, y rechazaba sus muñecas para jugar con amigos imaginarios. Su padre, que vivía de rentas, se pasaba el día jugando a las cartas, murió cuando ella tenía 11 años, dejando a su mujer e hijos en bancarrota.
Durante la I Guerra Mundial trabajó como enfermera en un hospital, de donde sacó la inspiración para escribir una historia policial cuya víctima moría envenenada. La novela fue El misterioso caso de Styles (1920), y con ella inauguró su carrera como escritora.
EL MISTERIO DE SU DESAPARICIÓN
Se casó el 24 de diciembre de 1914 con Archibald Christie, pero se divorciaron en 1928 cuando la abandonó para irse con su secretaria. Esto, unido a la muerte de su madre, le causó una gran crisis nerviosa que dio lugar a una amnesia. En una noche de diciembre del año 1926, apareció su coche abandonado cerca de la carretera, pero no había rastro de ella. Sobre el suceso se hicieron muchas especulaciones. Apareció once días más tarde en un hotel de la playa registrada con el apellido de la amante de su marido. Al no saber quién era publicó una carta en un periódico para ver si alguien la reconocía, pero como firmó con otro apellido nadie lo hizo. Afortunadamente su familia la encontró y pudo recuperarse de este golpe con tratamiento psiquiátrico.

Sus historias han sido llevadas al cine y la televisión, especialmente las protagonizadas por Hercules Poirot y Miss Marple. Se calcula que se han vendido unos cuatro mil millones de sus novelas que fueron traducidas a unos 103 idiomas. En 1971 fue condecorada con la Orden del Imperio Británico.

RADIOGRAFÍA DE LOS FAB FOUR



The Beatles, la banda que fue una amenaza
El documental de Ron Howard sobre las giras del conjunto británico en EE.UU. incide en su condición de iconos también sociales
La fiebre Beatles es un fenómeno con medio siglo de vida, es decir, prácticamente desde la eclosión de los cuatro magníficos de Liverpool como un grupo con cierto eco internacional, en aquel lejano 1963. En esta onda inevitable –al fin y al cabo la asociación formada por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr es la de mayor influencia en la historia de la música pop– habría que incluir ahora el documental The Beatles: eight days a week, que se estrena hoy comercialmente en todo el mundo, y de forma simultánea con la première esta tarde en Londres, alfombra roja incluida. La cinta permanecerá en cartel solo hasta el 22 de septiembre.
Huyendo de los trazos de la hagiografía más evidente, el realizador Ron Howard –en su oscarizado currículo se encuentran Apolo 13, Willow, Una mente maravillosa o El código Da Vinci– realiza una interesante radiografía/biografía de los gloriosos Fab Four entre 1962 y 1966, con un subtema de fondo: ¿por qué los Beatles decidieron no hacer más conciertos en directo?
Para afrontar el enésimo acercamiento filmográfico al cuarteto británico, Howard se plantea centrarse en la repercusión del fenómeno Beatle en Estados Unidos, a través de las giras que realizaron en 1964 y 1965. “De todos los acontecimientos importantes que he cubierto en mi carrera, fue el tiempo que pasé con los Beatles en estas dos primeras giras lo que más me llenó. Nunca en mi vida he vuelto a ver a la gente tan excitada, tan emocionada como ellos. Esos cuatro músicos y amigos, que lo que querían por encima de todo era disfrutar juntos haciendo música, cambiaron América y el mundo, y no tengo la menor duda de que lo siguen haciendo”.
Quien así habla es el periodista norteamericano Larry Kane, que cuando se produjo el primer desembarco de los músicos británicos en Estados Unidos contaba solo 21 años y era jefe de informativos de una emisora radiofónica de Miami. Cuenta telefónicamente desde Filadelfia donde reside y sigue en activo a sus 73 años, “que mis jefes me ordenaron que cubriese esa primera gira, y a mí eso me chocó mucho porque no tenía nada que ver con las informaciones que solía cubrir [Kane fue, por ejemplo, quien destapó la invasión de Bahía de Cochinos en 1961]. Yo me resistí porque el nivel del periodismo musical que entonces se hacía era bajísimo, intrascendente. Me acuerdo perfectamente que antes de embarcarme como acompañante de aquella gira, mi padre me advirtió: ‘Mira a tus espaldas, que estos tipos son una amenaza para la sociedad’”.
Y es que el eje vertebral de la cinta es ese citado desembarco de la beatlemanía en el continente norteamericano, y es en la contextualización de la misma donde la obra de Howard brilla especialmente. Además de las espectaculares imágenes de histeria colectiva, desternillantes ruedas de prensa o, más privadas, de los músicos en habitaciones de hotel, aviones o camerinos, la voz en off del narrador va perfilando el guión. Y en éste tienen su importancia las opiniones actuales de nombres conocidos de las escena artística o política que vivieron o sintieron aquel fenómeno como Sigourney Weaver, Elvis Costello, Jon Savage, Whoopi Goldberg o el citado Kane.

Los tours en los que se centra el filme fueron parcialmente distintos: en el primero la reacción de la juventud y de los aficionados fue totalmente inesperada, rompiendo todas las previsiones de asistencia, y desarbolando en la mayoría de conciertos a policía y medidas de seguridad y contención, muy en sintonía con una sociedad cambiante como la estadounidenses, con el movimiento de protesta, la segregación racial, la guerra de Vietnam. La de 1965 fue más profesional desde el punto de vista del grupo, aunque a nivel de inseguridad y descontrol masivo siguió por los mismos derroteros que un año antes. “Ese descontrol, el tumulto, esa sensación de inseguridad acabaron al año siguiente por decidirles a no seguir actuando en directo”, concluye Kane. Y a crear música y grabarla, que era lo que realmente deseaban entonces.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Fiesta del arte: se admiten perros y niños



Fotografía, escultura, pintura, instalaciones, vídeos, dibujos. Creadores noveles y consagrados. Galerías recién llegadas y veteranas con cincuenta años a la espalda. Todos se apuntan


Se dice pronto pero han pasado cincuenta años desde que Elvira González (Madrid, 1937) abrió su primera galería. No viajaba sola en aquella aventura. La verdad es que jamás lo ha estado. En 1966, en tiempos de paleta en grises, inauguraba Theo junto a su esposo, Fernando Mignoni, un artista, lo mismo que ella, bailarina con MariEnmma, deseando acabar la función para perderse pos las salas de algún museo. Después abrió al suya, con su nombre en 1994. Pasó por la calle General Castaños 9. Estaba en el primer piso y tenía de vecino al gran Ramón Gaya. Hoy, con tres hijos ya crecidos que han echado los dientes en el mundo del arte, se traslada a un espacio nuevo. No es partir de cero, es seguir, continuar. «Un galerista nunca se retira», dice Isabel Mignoni, la mayor, dicharachera como su madre, muy cercana. El motivo del traslado es tan simple como que no les renovaban el contrato de arrendamiento del local donde estaban, «se nos echaba el tiempo encima y teníamos ganas de cambiarnos, era algo a lo que llevábamos tiempo dando vueltas. Necesitamos más sitio y techos más altos para las obras», explica.
Cinco meses frenéticos y un local de unos 300 metros cuadrados que lleva el sello de Marcos Corrales, arquitecto de cabecera de la familia. «El cambio significa energía positiva, los artistas están entusiasmados, les gusta el local, la claridad. Para ellos, desde Miquel (Barceló) a Waltercio (Caldas), también significa un reto», comenta. Afirma Elvira hija que a ellas siempre les han gustado las obra y todo lo relacionado con la arquitectura «y nos lo tomamos positivamente». ¿Es éste el emplazamiento definitivo? «Nunca se puede decir eso. Espero estar aquí muchísimo tiempo, pero decir que será el definitivo... En este espacio diáfano todo está a la vista, de ahí que parezca que es mayor de lo que realmente es. El local fue la antigua Papelera Española, después devino en un garaje para posteriormente convertirse en la Biblioteca del Cunef (Colegio Universitario de Estudios Financieros). Han cambiado un piso por un local de calle, «que te da visibilidad y te facilita, por ejemplo, la llegada de las obras, sobre todo las que son de gran tamaño».
- Una foto de Kahnweiler
Elvira González y sus hijas, Elvira e Isabel Mignoni, saben lo que es nadar con el viento en contra. Los comienzos en los sesenta no fueron fáciles, pero jamás la matriarca pensó en tirar la toalla. «Eso nunca», subraya Elvira. «Mi madre tiene una foto en su despacho y otra frente a su mesilla. En ambas está Kahnweiler, un ejemplo de marchante al que siempre ha tenido presente. Nunca le doblegaron y nunca se rindió. Es su ejemplo». Confía en que en este nuevo espacio las reticencias a traspasar la puerta de la galería, que aún existen, se disipen: «Se tiende a entrar como en silencio, para no importunar. Yo lo que quiero es que la gente entre y nos pregunte porque ninguna nacemos sabiendo. Cuando nos referimos a que esta o aquella exposición ha sido un éxito no es tanto por las ventas realizadas, sino por la repercusión que haya podido tener, porque ha funcionado el boca a boca, porque se ha sabido de ella. Para mí, eso es el éxito».
Elvira González inaugurará mañana su nuevo espacio en la calle Hermanos Álvarez Quintero, 1 y se sumará a la fiesta del arte, esa concentración que por séptimo año reúne a 43 galerías de Madrid, unidas en lo que se ha bautizado como «la fiesta del arte contemporáneo». En 2015 pasaron 24.000 personas durante los tres días que duró la iniciativa. Habrá 30 coleccionistas internacionales a los que se ha in invitado y se espera recibir a una veintena de representantes de importantes instituciones culturales. Para Damián Casado, de la galería Casado Santapau y presidente de Arte Madrid, el objetivo es «que la gente acuda con normalidad y pierda el miedo. Pueden entrar perros y niños, no hay problema. La clave es poder crear durante tres días esa confianza para que nos visiten durante todo el año. Además, por la zona en donde estamos siempre hay algo que ver, algún restaurante donde dejarse caer. Se lo ponemos bastante fácil» y añade que «somos la única industria cultural gratuita». Comenta que, mientras en Madrid es complicado quedar para «ir de galerías» en Europa sí es un plan de fin de semana y «cuando salimos al extranjero lo hacemos. Es algo muy curioso». Si atendemos al orden alfabético de la lista abre Álvaro Alcázar y cierra Utopía Parkway. Entre medias, veteranísimas como Juana de Aizpuru, Marlborough o la propia Elvira González; propuestas más novedosas de la mano de Pérez Hernando o de Álvaro Alcázar. Cayón, por ejemplo, se dará un festín con las obras de Cruz-Díez y Guillermo de Osma nos hará soñar de nuevo con los juguetes en madera de Joaquín Torres García, una delicia. Si quiere echar un vistazo a las imágenes de Castro Prieto, no tiene más que dejarse caer por Blanca Soto. Helga de Alvear será fiel a la cita con uno de sus valores seguros, Santiago Sierra. En Moisés Pérez de Albéniz ayer terminaban de montar a toda prisa. El ambiente que se respira en las galerías es de cierto optimismo, aunque el pistoletazo de salida está por darse aún, sólo faltan horas. Cuando le preguntamos a Isabel Mignoni nos confiesa que la estabilidad «se nota a ratos. Vamos a ver cómo funciona la temporada porque no lo sabemos aún. Está por empezar, pero va a depender de cómo marche la política», comenta.
Carrera de fondo
¿Es un simple gesto esta apertura conjunta? Los responsables de las mismas no desean que se interprete así, aunque no quieren que la denominada «fiesta» se reduzca únicamente a tres días, pues el año es muy largo y no solamente viven de Arco y ferias aledañas. «La carrera de galerista es de fondo. Siempre cuesta, pero te vas entrenando», comenta Mignoni. En su caso la labor que ejercían sus padres era vista como otra cualquiera: «Cuando mi madre abrió la galería, en aquellos años, era como si tuviera una peluquería, como si fuera una tendera. Hoy es otra cosa, ha cambiado muchísimo. Mujeres como ella, Juana de Aizpuru y Juana Mordó han dignificado la profesión», comenta.
¿Qué recuerdan de los artistas que trabajaban con sus padres? Elvira guarda mil anécdotas. De Esteban Vicente, «lo feliz que fue al final, al ser reconocido en un país que le había obviado y que le respetaba. Era un ser humanamente excepcional». Miró era «cariñoso y enormemente agradecido». En el polo opuesto, «la frialdad de Donald Judd, más mental, también, pero increíble. Nos ayudó muchísimo». Hay un par de máximas que repite: el artista siempre te da y de él es de quien verdaderamente aprendes: «Llegas, con el tiempo y el trato, a crear una auténtica familia. Yo siempre digo que el mío no es un privilegio de profesión, sino de vida». La matriarca está muy satisfecha con el nuevo espacio. «Ahora que soy madre es cuando me doy cuenta de la cantidad de pienso puente que ha tenido que hacer en la vida para inaugurar una exposición en Japón y acudir a la graduación de uno de nosotros en el otro extremo del mundo. Ella nos inculcó el amor por el trabajo, lo hemos mamado y es algo natural».